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¿Eres más de miel o de mandarinas? A priori, la pregunta no tiene sentido. ¿Por qué elegir? Pero si te cuento que ... la producción de miel de azahar (elaborada a partir del néctar de árboles cítricos como el naranjo) no es compatible con el desarrollo de las explotaciones citrícolas en la Comunitat Valenciana, quizás entiendas el por qué de esa cuestión. Pero vayamos por partes, porque el asunto trae tela y tiene al sector apícola y citrícola enfrentados.
Actualmente, los apicultores tienen prohibido colocar sus colmenas a menos de cuatro kilómetros de explotaciones citrícolas. La razón es evitar que se produzca la temida polinización cruzada. ¿Por qué? Porque esa polinización cruzada produce frutos con piñones (semillas). Es decir, provoca lo que se conoce en la terreta como 'la pinyolà', un término acuñado hace casi tres décadas. Esta restricción a la actividad apícola es bautizada como el decreto de la pinyolà, un documento que cada año debe aprobar la Conselleria de Agricultura de cara a la campaña de floración.
«La aparición de piñones haría desaparecer el sector citrícola de la Comunitat Valenciana. Abogamos por que se mantenga el acuerdo de la 'pinyolà' tal y como está». Así de contundente es Juan Carlos Claramonte, ingeniero agrónomo y técnico de cooperativa que investiga con distintas variedades. «Doce pepitas en una fruta es comercialmente inviable. El mercado no lo acepta. No estamos hablando simplemente de que salgan una o dos pepitas», insiste el ingeniero.
¿Qué se juega la economía valenciana con la citricultura? En términos de comercio exterior, el sector registró un valor de 2.446 millones de euros, según los datos de 2021, por lo que se situó por detrás de dos sectores: automoción y componentes, (con 4.353 millones de euros) y productos cerámicos y similares (3.709 millones de euros). Asimismo, se estima que genera alrededor de 280.000 empleados directos (recolección, manipulado, confección, envasado, comercialización y trabajo en las explotaciones citrícolas) y miles de puestos de trabajo indirectos.
Por su parte, la apicultura intensiva, basada en la sobreexplotación de las abejas melíferas o domésticas con fines comerciales, ha crecido de forma significativa durante estos últimos años hasta el punto de que, solo en la Comunitat Valenciana, existen más de 2.600 explotaciones apícolas (censadas) y más de 350.000 colmenas, según datos de oficiales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. A los apicultores locales, se suman además los trashumantes, que año tras año se dan cita en torno a los campos de cítricos de la Comunitat para aprovechar la floración del azahar. En concreto, la polinización de las abejas aporta 400 millones al año a la agricultura valenciana, según la Unió Llauradora, que explica que estos insectos polinizan el 75% de las hortalizas y frutas, incrementan la biodiversidad y aumentan la producción de alimentos.
Por su parte, las organizaciones agrarias que defienden al colectivo apícola elaboraron en 2021 un Plan de Viabilidad de la Apicultura Valenciana, donde destacan que la «solución definitiva» al problema de la aparición de semillas en las plantaciones de cítricos «pasa por establecer una correcta y equilibrada planificación de las plantaciones citrícolas presentes y futuras», puesto que no debería haber problemas si no se plantan variedades compatibles en parcelas adyacentes. «La Administración debería haber velado para que esto no ocurriera. Se sigue penalizando a los apicultores y sacrificando la actividad de producción de miel de azahar», agrega el informe.
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Según denuncian los apicultores, podrían implantarse medidas alternativas menos lesivas, equilibradas y compatibles que «permitan salvaguardar la actividad de los dos sectores sin necesidad de agraviar» a la apicultura. «Este veto a la producción de miel de azahar, principal recurso económico de los apicultores valencianos, ha provocado un abandono de la actividad apícola, ha coartado la incorporación de jóvenes apicultores y, en los últimos 20 años, se ha perdido casi una cuarta parte de su censo de colmenas», añade.
Sin embargo, el catedrático emérito de la Universitat Politècnica de Valencia (UPV) Manolo Agustí, especializado en Producción Producción Vegetal, ve imposible ese equilibrio al que aluden los apicultores en el caso concreto de la Comunitat Valenciana, donde predominan los minifundios. «Visto el problema globalmente, el minifundio impide delimitar un mapa varietal en toda la citricultura valenciana que permita separar las variedades de polinización cruzada, y, por tanto, compatibilizar la apicultura con la citricultura. Es completamente imposible», asevera el experto, quien insiste en que el problema que se genera con la polinización cruzada es de primera magnitud. «En esta nueva era de competencia tan feroz con otros países, la presencia de semillas en nuestras mandarinas puede acabar por arruinar nuestra citricultura», sentencia.
Precisamente, este jueves, el sector apícola organizó una camionada para protestar por la falta de ayudas del Consell y, también, para exigir el fin del acuerdo de la 'pinyolà'. Alejandro Boronat, responsable de la Organización Sindical Apícola (OSA), es apicultor pero también cuenta con explotaciones cítricas. A su parecer, la conselleria podría hacer compatible la actividad apícola con la citrícola. «Parece que quieren dejarnos morir y eso que tenemos un gobierno que es el Botánico. Nuestro principal enemiga es la conselleria», sentencia Boronat, quien señala que el Consell «ha tenido tiempo» en estos 33 años desde que surgió la pinyolà, de elaborar un plan varietal. «Desde entonces se han renovado las variedades y resulta que seguimos igual, sin poder regularlas, expulsando a las abejas y criminalizándonos y haciendo mal a la apicultura. Por eso digo que la conselleria es uno de nuestros principales enemigos. Es una cuestión de poderes y el sector citrícola tiene mucho poder aquí», añade el responsable de OSA.
Ante este conflicto de intereses, la conselleria intentó el pasado año llegar a un punto de encuentro, lo que despertó las alarmas entre los citricultores. Sin embargo, esa cercanía mostrada por parte de la conselleria hacia los apicultores finalmente sólo cristalizó en que la prohibición de colocar colmenas pasara de cinco kilómetros a cuatro. Tras las manifestaciones de este jueves, fuentes de la conselleria no quisieron pronunciarse acerca del nuevo acuerdo de la pinyolà, que deberá renovarse en menos de un mes, y tampoco respondieron a la pregunta de este periódico sobre dicha regulación.
«La consellera ya se reunió con anterioridad con el sector y siempre ha mostrado predisposición a atenderlos. Por lo que respecta a las ayudas, 2022 ha sido el año que más se ha invertido en ayudas a la comercialización de la miel con 1,5 millones de euros, lo que supone un incremento del 51% des del 2019», indican a LAS PROVINCIAS en alusión al incremento de las subvenciones que solicita el colectivo para equipararse a otras regiones de España.
«Además recientemente se han aprobado otras ayudas donde la apicultura también se pueden acoger, como son las ayudas urgentes como consecuencia de la invasión a ucrania con un importe de 2 millones, y que se publicó el pasado 16 de febrero. A destacar también y muy importante es que por primera vez la Comunidad Valenciana hemos conseguido que la apicultura esté en la PAC», añaden las mismas fuentes.
Juan Pedro Beltrán , CEO de V-Ros, uno de los principales productores y exportadores, cuenta de primera mano lo que supondría para él eliminar el acuerdo de la pinyolà. «Tenemos una preocupación importante. Para poder competir con otras zonas de producción citrícola tenemos que distinguirnos por la calidad, que se valoran con factores como el sabor, facilidad de pelar y la ausencia de semilla», explica. En su opinión, el decreto del Consell debería mantenerse.
«En la Comunitat hay minifundio, por lo que las parcelas son más reducidas, mientras que en Andalucía, las parcelas son mucho más grandes, por lo que la influencia de las colmenas es inferior y se pueden evitar las mezclas con facilidad», explica y añade que el supermercado optará por la oferta de otro país si en el producto local hay semillas. «No se lo va a pensar mucho. No sólo cambiará de proveedor, sino de origen. Hay un peligro latente muy importante», indica.
En su mismo caso, Vicente Planelles ve el peligro. «A mí me afectaría, como a cualquiera que tenga clemenules, aunque puede afectar a otras variedades. Tendríamos semillas», cuenta. «Para un agricultor es un problema grave. Además, yo cuando voy al supermercado veo que esta preferencia por la fruta sin semillas está cada vez más extendida, como en las sandías y en la uva. Sin el decreto, sería el fin para los citricultores valencianos«, señala.
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