b. s.
Miércoles, 29 de junio 2022, 20:16
La factura de la electricidad es una de las preocupaciones de los consumidores españoles. El precio de la luz se ha disparado en los últimos meses y ha hecho que los hogares cambien algunas de sus rutinas para arañar algunos euros del recibo. No usar tanto el aire acondicionado, desconectar los electrodomésticos que se quedan en 'stand-by' o fijarse en las horas en las que es más barato poner la lavadora o planchar.
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A la hora de cocinar, también es importante saber qué electrodomésticos son los que más consumen. Hay muchas recetas que se pueden preparar tanto en la vitrocemárica como en el horno, ¿cuál gasta más?
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Cocinar en la vitrocerámica es una de las prácticas más frecuentes en el hogar. No obstante, consume una gran cantidad de energía. Dependiendo del tipo de vitrocerámica y de la potencia de la misma, las placas pueden consumir entre 400 y 900 kilovatios (kW) al año, lo que supondría un gasto de 120 euros en la factura de la luz de media.
Este electrodoméstico es imprescindible para cocinar. No obstante, se pueden seguir una serie de trucos para que nuestro bolsillo no tiemble tanto a fin de mes. En primer lugar, es importante elegir qué placa de cocción de la vitrocerámica es la adecuada para cada tarea, de manera que el fuego encaje, de la mejor manera posible, en el recipiente.
Las ollas y cazos que se ponen en las placas deben estar centrados, para que se calienten correctamente y se necesite menos tiempo para cocinar y, por tanto, consuma menos electricidad. Una buena forma de acelerar el proceso es tapar los recipientes, para que no se escape el calor. No hacerlo dispara el consumo hasta un 15%.
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En lo que respecta al horno, su consumo energético es menor al de la vitrocerámica. Este electrodoméstico gasta entre 200 y 400 kilovatios al año. Para hacer un uso adecuado y ahorrar algo de dinero, se debe utilizar para cocinar platos grandes y aprovechar siempre que esté encendido para hacer más platos. Apagarlo y ponerlo en marcha de nuevo supone un gran gasto.
Tampoco es recomendable abrir la puerta con frecuencia para comprobar el estado del plato, ya que se pierde calor. Por último, un buen truco para ahorrar es aprovechar el propio calor residual del horno. Si lo apagamos cinco minutos antes de que termine el cocinado, el plato terminará de hacerse con el calor residual del horno.
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