El centenar de empresas valencianas del sector de la automoción que encabeza Ford Almussafes ya sufre las consecuencias de la trágica guerra de Ucrania iniciada con la invasión de Rusia. Las mismas cuentan con dificultades para llevar sus productos al exterior y para comprar ... materiales tan fundamentales como los microchips, que son esenciales para su trabajo diario.
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Tal y como refleja una encuesta realizada por la Asociación Valenciana de la Industria de la Automoción (Avia) junto a otras entidades similares de España, nueve de cada diez productores nacionales ha detectado uno de estos dos problemas.
Los mismos se traducen en algo tan claro como nuevos obstáculos para vender a partir de ahora sus productos en dos países afectados por el conflicto bélico y las sanciones económicas impuestas. Los datos del Ministerio de Industria evidencian que en 2021 se importaron automóviles y componentes relacionados por valor de 10,63 millones de euros a Ucrania mientras que la cuota de Rusia se limita a 0,68 millones.
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Elísabeth Rodríguez
En lo que respecta a las importaciones, desde el clúster de la automoción valenciana son claros y remarcan que tanto Rusia como Ucrania "son piezas clave para el sector de la automoción ya que son las principales fuentes de paladio, gas neón y del cableado de catalizadores y semiconductores". Las importaciones en 2021 ascendieron a más de 600 millones y aunque el grueso corresponde al petróleo también son importantes estos materiales.
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Los microchips son el componente que más dolores de cabeza puede dar al sector porque en la actualidad ya hay un déficit de estas piezas. De hecho, la factoría valenciana de Ford se ha visto obligada a aprobar un sinfín de ERTE durante los últimos meses debido a la escasez de los mismos. Sin ellos no se pueden producir circuitos eléctricos que son fundamentales para todo tipo de estructuras del automóvil.
Según la encuesta realizada esta misma semana, una de cada tres empresas prevé que habrá consecuencias de las sanciones económicas impuestas a Rusia por distintos organismos internacionales. El 17% opina que tendrá dificultades en los desplazamientos y el 5,7% es consciente de que habrá dificultades para repatriar a los empleados de las plantas de países vecinos al conflicto, en caso de que la situación se agravase.
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Ford, al igual que otras grandes multinacionales, ha decidido aplicar medidas a nivel individual a raíz de la guerra. La firma del óvalo ha suspendido la colaboración con sus socios industriales de Rusia, lo que significa que ha dado por terminada la 'joint venture' que mantiene en el país, bautizada con el nombre de Sollers Ford.
Esta sociedad que compartía con un socio local es el poco negocio que le quedaba en el país. Aunque Rusia es el décimo fabricante mundial de coches, el grueso de las instalaciones de Ford en el país han cerrado en los últimos años, lo que evidencia que no es un mercado importante.
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Las plantas de Náberezhnye Chelny y San Petersburgo, así como la fábrica de motores en Yelábuga bajaron la persiana antes de la pandemia. En ese momento se decidió dejar de vender turismos y centrarse en vehículos comerciales.
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