2022 volvió a ser un año caracterizado por el cierre de oficinas bancarias en la Comunitat Valenciana. Este ejercicio dejó mejores registros que el 2021, que fue una temporada nefasta, pero, pese a todo, bajaron la persiana 146 sucursales. Unas cifras que dejan a ... la autonomía con 1.654 sedes, el cuarto mínimo histórico.
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Así lo reflejan los datos del boletín estadístico del Banco de España, que constatan una ralentización del imparable proceso que tras la pandemia volvió a coger fuerza. 2021 fue el peor año del último período con 357 cierres una vez se materializó la absorción de Bankia por parte de Caixabank, que implicó un importante Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Las medidas comprendidas en el mismo terminaron en diciembre.
Pero esta no fue la única entidad que contribuyó a la clausura de oficinas. Exponentes como Sabadell han seguido el mismo camino y apuestan por una política de quedarse con menos y hacerlas más grandes y digitalizadas. Un proceso que es fruto del cambio de hábitos de la población, en especial los sectores más jóvenes y digitalizados, pero que también ha levantado las críticas de los más mayores, que tienen cada vez más dificultades para hacer gestiones del día a día.
Cada vez es más habitual encontrar pueblos que no tienen una oficina, lo que ha llevado a la Generalitat a instalar cajeros públicos. Pero este proceso ha llegado incluso a barrios periféricos como el de La Luz en Valencia. Sus vecinos se han quedado sin las tres sedes bancarias que tenían y se tienen que desplazar a Mislata para encontrar una. Una situación que cada vez llega a más puntos de los grandes municipios y ha abierto la puerta a extender la iniciativa pública a estos núcleos urbanos.
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Los registros del Banco de España reflejan cierta desaceleración en las clausuras pero la Comunitat Valenciana, al igual que el resto de España, aún está lejos de poder poner fin a este proceso de cierre de sucursales bancarias que se inició en 2008, cuando se alcanzó el máximo histórico de algo más de 5.000 oficinas. Desde entonces los datos no han dejado de caer, primero generando descontento en las poblaciones más despobladas y luego en las ciudades.
El proceso que ha ido muy unido a la digitalización que ha dejado atrás a los más mayores y que ha tenido una fuerte contestación social materializada en un valenciano, el médico jubilado Carlos San Juán. Sus quejas por la falta de trato a determinados sectores calaron y obligaron a hacer pequeñas reformas, pero aún así considera que se pueden llevar a cabo mucho más medidas.
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De esta situación son conscientes los bancos hasta el punto que referentes como Ignacio Goirigolzarri, presidente de Caixabank, admitió hace pocos días en Valencia que el mayor reto del sector es atender a segmentos de la población con hábitos tan diferentes.
Este proceso que parece imparable tiene lugar en las tres provincias, pero en 2022 afectó de forma especial a Valencia. Sus municipios perdieron 81 oficinas bancarias hasta quedarse con 850. Por su parte, en Alicante se redujo el número en casi medio centenar hasta 590 y en Castellón bajaron la persiana 17, con lo que quedan 214.
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Desde el pico de 2008 las provincias españolas que más oficinas han perdido han sido las de Madrid, Barcelona y Valencia, aunque se debe a que son las que más población acumulan. También es una realidad que, porcentualmente, las valencianas son, junto a las catalanas, las más damnificadas. En el caso de Valencia y Castellón con registros que superan el 60%. Esto es debido a que la Comunitat ha sido una de las regiones que más ha vivido en primera persona los procesos de fusión y absorción.
La extinta Bankia, absorbida por Caixabank, fue en su día la heredera de Bancaja. Pero, además, la antigua La Caixa también adquirió el Banco de Valencia tras su quiebra y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) pasó a manos de Sabadell.
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De ese músculo queda en la actualidad poco. El proceso de concentración de las grandes marcas ha llevado a que la Comunitat Valenciana haya dejado de contar con actores de relevancia. Hoy por hoy solo quedan las sedes sociales de Caixabank y Sabadell, trasladadas en la crisis generada por el independentismo en Cataluña, aunque son poco relevantes. También existen entidades menores como Caixa Popular o Caixa Ontinyent.
El retroceso es una realidad en toda España. En el país el recorte asciende a 1.367 sedes, lo que deja la red en con un total de 19.015 sucursales. Según los datos recopilados por Europa Press, Santander, BBVA, Caixabank, Unicaja, Bankinter y Sabadell –considerados los referentes–, cerraron unas 1.300, lo que evidencia que son las que realizan los principales recortes. Estos seis gigantes tienen en la actualidad unas 10.500 oficinas, mientras que el resto están repartidas entre actores menores que cada vez tienen más relevancia. Unicacaja, Caixabank y Sabadell son las que más redujeron su estructura, así como los empleos.
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