Chófer para pasar la ITV, el nuevo oficio de moda ante el caos de las estaciones valencianas

El servicio es sencillo: recoger el coche, llevarlo hasta la estación, esperar a ser atendido y devolver el coche a su lugar de origen. El precio varía entre los 20 euros que cobraba Ramón, un conductor retirado que ha realizado este servicio en cuatro ocasiones, hasta los 50 que se demandan en un par de perfiles de Wallapop. La única exigencia por parte de los miembros de este nuevo gremio surgido a raíz del colapso del servicio es que el coche esté en condiciones de poder aprobar el examen técnico. «Si el coche está bien la pasa, si tiene algún problema se lo llevaba al cliente de vuelta. Mi única función era conducirlo de casa a la ITV y de la ITV a casa», asegura Ramón, uno de los pioneros en ofrecer este servicio, que ya lo ponía en práctica cuando todavía se requería cita previa.

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Un tocayo suyo que está a punto de retirarse del mundo laboral se anuncia en Milanuncios con una descripción que no deja lugar a dudas: «Prejubilado realiza todo tipo de trámites online y presencial para evitarte pérdidas de tiempo». Entre los servicios ofertados destacan el traslado de vehículos a la ITV o la gestión de citas previas. Sin embargo, todavía no ha recibido la llamada de ningún cliente tras la apertura de líneas sin necesidad de reserva. La idea que maneja es la de realizar el trámite dos o tres veces por semana «como entretenimiento» y cobrar entre 20 y 30 euros, ya que tampoco quiere que Hacienda «moleste».

Cada chófer pone un precio fijo, independientemente de las horas que deba esperar para conseguir un hueco en la línea de atención. De modo que el estudio de las diferentes estaciones es fundamental para obtener un mayo beneficio por hora. Francisco es profesional del sector de la automoción y desempeña sus funciones en un concesionario, por lo que visita con asiduidad las estaciones de la Comunitat. Su tarifa es de 40 euros si el cliente vive en Valencia o alrededores y «algo más» si se tiene que desplazar a otros municipios. «Antes cogía citas a destajo. Ahora debería ir y probar, aunque voy viendo cuáles son las horas en las que están más vacías», comenta.

Conseguir que los clientes depositen su confianza en un individuo al que no conocen absolutamente de nada es la dificultad principal de este «complemento», como define Francisco a la actividad que realiza una vez concluye su jornada laboral. «Mi idea inicial era hacer de este servicio algo profesional, pero mucha gente llama solo para curiosear. La mayoría no terminan de fiarse», lamenta el chófer, que la semana pasada aprovechó sus vacaciones para pasarle la revisión al vehículo de un cliente afectado por la ciática. «Él vivía en el centro, así que yo cogí el metro y recogí su coche. Fue bastante rápido, porque este hombre sí que había podido coger cita previa», confiesa.

Sin embargo, el tiempo de espera medio suele ser de entre cuatro y cinco horas en caso de no disponer de una fecha reservada. La estación de Massalfassar es la que él suele visitar con más asiduidad. Hasta allí se ha desplazado en todas las ocasiones que ha querido renovar el permiso de alguno de sus clientes, que suelen ser «gente que está trabajando o que no puede pasar varias horas en la cola».