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Estaba anunciado, conforme se vio en la feria madrileña Fruit Attraction y en visitas y reuniones posteriores: el comercio citrícola valenciano cortejaba sin rubor a grandes productores y exportadores de Egipto para asegurarse alianzas, es decir, la compra de naranjas a bajo precio. Y ... así está sucediendo ya, adelantándose a lo previsto y agravando el desenlace de una competencia desleal que perjudica a los citricultores valencianos. Porque no sólo se acusa ya la entrada de grandes cantidades de cítricos de Egipto a bajos precios en toda Europa, sino que llegan a puertos españoles, como el de Castellón, y se trabajan en almacenes valencianos para ser reexpedidos desde aquí a otros destinos.
«El negoci es el negoci», argumentan quienes están en ello y defienden su derecho a buscar los mejores resultados económicos, que en síntesis siempre dependen de procurar la mejor diferencia entre ingresos y gastos. Pero el efecto que se deriva es que, con la irrupción masiva de los cítricos egipcios, se ha frenado bastante la campaña de recolección en el campo valenciano. De faltar producción en esta campaña, según las previsiones iniciales, a base de retrasos se está llegando a situaciones en las que empieza a cundir el nerviosismo entre los productores y, en consecuencia, tienden a bajar los precios. De ahí que comiencen a aflorar acusaciones en los corrillos citrícolas, en el sentido de que estas importaciones buscan sobre todo ralentizar la recolección en casa y que desciendan las cotizaciones en el campo valenciano.
Desde el lado comercial también hay sólidos argumentos. Su primera obligación es mantener activas las instalaciones de procesamiento y comercialización, y para eso han de atender las demandas de sus clientes, mayoritariamente cadenas de supermercados de toda Europa que presionan a la baja y buscan las mejores opciones. Si en el camino está la fuerte presencia de Egipto y sus precios (del orden de 60 céntimos el kilo en destino) son más bajos que los de España, en gran medida eligen Egipto. Así que, una de dos, o se deja que el cliente se vaya a Egipto, o se va directamente a Egipto para no perder al cliente.
El problema es muy complejo, como es natural, y por ello sorprende la extendida pasividad que se observa en el sector citrícola valenciano, más allá de comentarios de bar y limitados análisis en conversaciones entre amigos («¿qué está pasando que no compran?, ¿por qué no me terminan de coger?, dicen que no hay ganas de comprar, ¿ha bajado la demanda?, ¿por qué dejan entrar naranjas de fuera?...»)
La preferencia comunitaria, que en teoría sitúa los productos comunitarios por delante de los de fuera, no está formalmente derogada pero políticamente dejó de defenderse, por lo que no tiene vigencia en la práctica, y tampoco hay ninguna instancia que defienda la causa con suficiente fuerza hasta que se hiciera de respetar. Por tanto, lo que manda es que la alimentación no suba de precio para el consumidor, lo vemos constantemente en los noticiarios, y la herramienta más a mano es favorecer un aumento de la oferta a base de facilitar las importaciones.
Frente a todo ello y a quienes hablan con alegría de libertad comercial está la cuestión del dumping y otras variantes de competencia desleal (grandes desequilibrios de costes), así como la fitopatológica, en sus dos vertientes: los productores de países terceros suele emplear productos fitosanitarios prohibidos en la UE y abunda la detección de partidas infectadas con plagas y enfermedades de cuarentena, como la 'mancha negra', también presente en diversas partidas de naranjas de Egipto rechazadas.
Llama la atención que instancias muy preocupadas, y con razón, por las plagas y enfermedades de cuarentena presentes en cítricos de Sudáfrica, no se apresuren a esgrimir ahora todo el rigor con la oferta de Egipto. Como de igual modo se hace de notar la ausencia de posicionamientos enérgicos por parte de entidades del sector ante una situación muy problemática que amenaza gravemente el futuro de nuestra citricultura. ¿Es de esperar que preocupe todo esto a la interprofesional Intercitrus, creada para ocuparse de los problemas de la citricultura española? Retardos, quizás debidos a las prolongadas fiestas navideñas, que corren el riesgo de convertirse en resignación.
Entre la conjunción de silencios es de destacar igualmente el de la Conselleria de Agricultura, que debiera apresurarse al menos a vigilar el cumplimiento estricto de la legalidad mediante las inspecciones que competan a cada instancia. En una reciente comparecencia pública del conseller José luis Aguirre, con ocasión de su visita a la cooperativa Vallfrut de Vall d'Uixó, ha defendido la recuperación de parcelas citrícolas abandonadas para hacerlas rentables mediante su agrupación. Y aunque no ha avanzado detalles de las posibles soluciones para ello, es obvio que poca rentabilidad habrá, sino mayor abandono, si entre todos dejamos que Egipto y demás competidores nos adelanten en la partida comercial.
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