En una sociedad postpandémica en la que la inestabilidad y las sorpresas generadas por desastres como erupciones volcánicas o guerras en plena Europa se han convertido en el día a día de las empresas, un sector económico puede pasar en pocos meses de ser el ... último de la clase al salvavidas de un territorio. Esto es justo lo que le ha pasado al turismo, que fue el que más sufrió las restricciones provocadas por la pandemia con una caída de la actividad sin precedentes y ahora se erige como uno de los motores de una recuperación que se hace de rogar.
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Las empresas exportadoras más clásicas de la autonomía no viven su mejor momento. Las firmas azulejeras, después de ser las abanderadas del crecimiento en 2021, son de las más afectadas por el incremento de los precios de la energía en general y del gas en particular. Y la automoción, con Ford Almussafes a la cabeza, sigue encadenando ERTE por la falta de componentes como los microchips. Es cierto que otros referentes como el agroalimentario tienen un buen rendimiento, pero el potencial para crecer es limitado. De esta forma, solo el turismo puede marcar la diferencia al tener unas expectativas bastante notables.
Tal y como reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la primera prueba de fuego de 2022 ha salido bien para hoteles, 'campings' y alojamientos turísticos. La tasa de ocupación en un período marcado por la Semana Santa y la Pascua fue del 57%, solo tres puntos menos de la registrada en el mismo período de 2019, el último año antes de la pandemia. Por su parte, las pernoctaciones ascendieron a 3,82 millones, frente a las 3,87 registradas en 2019.
Y mayo y junio, pese a no haber datos del INE, también dejan buen sabor de boca. Los informes de ocupación hotelera de la patronal Hosbec, que están más actualizados, evidencian que Benidorm, el gran exponente valenciano, recupera músculo. En abril la ocupación fue del 73% frente al 83% de 2019, pero en mayo se elevó al 79%, solo cuatro puntos menos que antes de la pandemia. Sin embargo, es cierto que la primera quincena de junio la cuota se mantuvo cuando se esperaba que aumentase algo, lo que para la patronal es un aviso de que, aunque las expectativas son buenas, no hay que cantar victoria del todo. Eso sí, ahora el debate será si la campaña será buena o excelente. Algo de lo que pocos sectores pueden presumir.
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Este optimismo que respiran los análisis de las últimas semanas se espera que se extienda, e incluso se incremente, en la temporada alta que empieza estos días. El secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, apunta «que todo parece indicar que, este verano, la demanda embalsada existente se va a materializar de una manera muy sólida». «Vamos en una senda prepandemia, aunque la mirada cuantitativa no es lo más importante», incide. En este sentido, remarca que «a partir de ahora puede darse una distribución territorial ponderada, equilibrada y positiva para todo el territorio».
Eso sí, el máximo responsable del departamento cree que, en cualquier caso, «nuestro mejor balance es siempre la desestacionalización». «Aunque este año hay una prisa especial por remontar ya lo importante es que cuando acabe el verano se mantenga y cerremos bien el año, con la mirada puesta en un futuro postpandémico», matiza.
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De esta forma, tanto las cifras como los balances reflejan unas buenas expectativas que llegan después de un 2020 nefasto y un 2021 en el que solo se pudieron salvar los muebles por el inesperado tirón nacional de los meses fuertes del verano. Ahora todo ha cambiado. Y ha sido gracias al retorno de los ansiados turistas internacionales, con los británicos a la cabeza, y su reconciliación con la costa valenciana. Eso marca la diferencia.
¿Y por qué la población va a apostar masivamente por el turismo aunque sabe que los precios van a ser bastante más elevados? Pues por algo tan simple como las ganas. Después de más de dos años de una pandemia que por fin parece superada hay ganas de recuperar el tiempo perdido y aquí juega un papel fundamental el ahorro que han podido generar determinadas familias.
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Así lo confirma Alejandro Escribá, investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y catedrático de organización de empresas de la Universitat de València (UV), que subraya que la población «estaba deseosa de recuperar el ocio». Algo que ratifican desde Turisme Comunitat Valenciana, que ha constatado que hay cierta disponibilidad de gasto por parte del turista que se prevé interesante, pese a la actual subida de precios y el encarecimiento de costes.
Parece bastante claro que tanto visitantes nacionales como internacionales vendrán a la Comunitat Valenciana con ganas de consumir y eso no solo beneficiará a la hostelería que tan asociada está al turismo sino también al comercio, otro actor clásico en la autonomía. La Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged) se muestra optimista al respecto ya que este empuje coincide con la reapertura de los centros comerciales todos los domingos, que son el tercer mejor día de la semana, en ciudades como Valencia y Alicante. Y eso es, en gran parte, gracias a los turistas, como certifica Joaquín Cerveró, presidente de Anged en la Comunitat Valenciana.
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Pero la mejora general que se vaticina tendrá que materializarse sorteando algunos obstáculos que, sin impedir la recuperación, pueden hacerla algo más tímida. Tal y como apunta el experto del Ivie, uno de los problemas es la estrechez de los márgenes de beneficios. «Las ganancias serán más pequeñas que en otras ocasiones ya que será difícil trasladar todo el incremento de los precios», afirma Escribá, que también pone encima de la mesa otra cuestión, las deudas.
Muchas empresas se vieron obligadas a acudir a créditos que la Generalitat facilitó a través del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) y que, pese a tener buenas condiciones e incluso en algunos casos tramos bonificados que no se tienen que devolver en su totalidad, hay que comenzar a abonar el resto. Además, muchos recurrieron a entidades bancarias clásicas que les comienzan a pedir que hagan frente a los pagos. Otro factor son las dificultades para encontrar en estos sectores mano de obra y que muchos trabajadores reclamen aumentos salariales.
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En este contexto los partidos de izquierda han resucitado el debate de la tasa turística municipal voluntaria con el objetivo de aprobarla en los próximos meses y que, tras una moratoria, entre en vigor a finales de 2023 o principios de 2024. Una situación que ha indignado al sector al considerar que se les va a imponer un nuevo impuesto que puede limitar la llegada de visitantes, en especial por la influencia de los touroperadores, cuando comenzaban a ver la luz al final del túnel. En función de cómo funcione el verano habrá más argumentos o menos para sellar esta iniciativa.
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