El mes de diciembre avanza y con él se acerca uno de los momentos más esperados del año para millones de españoles: el sorteo extraordinario de la Lotería de Navidad, que tendrá lugar el próximo domingo, 22 de diciembre. Este evento, convertido en todo un símbolo de las fiestas, marca el inicio de la Navidad para muchas familias y supone, para unos pocos afortunados, una inyección económica que puede cambiarles la vida. Sin embargo, el valor real del premio ha cambiado mucho a lo largo de los años, y no precisamente a favor de los ganadores.
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Aunque la cuantía del 'Gordo' de la Lotería de Navidad no ha disminuido en términos absolutos, la realidad económica actual ha hecho que el premio tenga menos impacto que antaño. Sobre esta cuestión ha reflexionado el economista Santiago Niño Becerra, quien ha aportado una interesante perspectiva histórica en declaraciones al programa La Ventana de los Números de la Cadena SER.
El economista ha recordado que el sorteo de la Lotería de Navidad se remonta al año 1812 y, por aquel entonces, el premio principal permitía adquirir hasta «dos casas en Madrid». Pero el asunto no se queda ahí: Niño Becerra ha explicado que la situación mejoró con los años y alcanzó su punto álgido en 1920, cuando los afortunados con el Gordo podían comprarse hasta 24 viviendas.
Hoy, sin embargo, el panorama es muy diferente. El economista ha sido tajante al asegurar que, actualmente, el premio del Gordo no da para comprar una vivienda en las grandes ciudades, siendo la única excepción las zonas rurales, donde los precios son considerablemente más bajos.
En su intervención, Becerra ha hecho referencia al origen del declive de esste premio. El economista se remonta hasta 1950, cuando asegura que lo que se quiso es «reducir los premios para tener más ganancias». Además, a este fenómeno se suman factores económicos fundamentales como la inflación, el incremento del precio de los productos básicos y, por supuesto, los impuestos aplicados a los premios.
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Desde esta perspectiva, el experto plantea una reflexión clave: «Si se vende todo, ¿para qué vas a aumentar los premios?». Para el economista, la lógica detrás de esta decisión es puramente comercial, ya que la demanda del sorteo es tan elevada que no existe necesidad de incrementar el valor del premio.
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A pesar de esta pérdida de poder adquisitivo, el economista también ha querido subrayar que la Lotería de Navidad es mucho más que un sorteo convencional. Y es que este evento tiene un componente emocional y social que lo hace único: «La Lotería de Navidad tiene algo que, por las fechas, porque sirve para compartir con amigos, se hace en el trabajo, se hacen números colectivos, tiene algo».
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Es precisamente este carácter especial lo que ha consolidado la Lotería de Navidad como una tradición imprescindible en España, donde compartir décimos entre los seres queridos se convierte en un símbolo de unión y esperanza.
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