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ELÍSABETH RODRÍGUEZ
Domingo, 19 de junio 2016, 21:50
A partir de ahora, un nuevo avión surcará los cielos valencianos con el nombre de Emilio Serratosa. Air Nostrum quiso rendir homenaje al padre de la compañía aérea y por ello, bautizó el pasado miércoles a una de sus aeronaves con su nombre y apellido. Un apellido que, por otro lado, pertenece a una de las grandes familias de la burguesía valenciana.
Con 80 años ya a su espalda, el patriarca de los Serratosa es conocido como una de las figuras empresariales valencianas más relevantes. En los noventa, protagonizó la mayor operación corporativa de Europa al vender Valenciana de Cementos a la mexicana Cemex por 125.000 millones de pesetas. Aquello ocurrió justo un año después de que él mismo se enfrentara a Mario Conde, presidente de Banesto entre 1987 y 1993, por el control de la cementera que habían creado sus abuelos y su padre en 1917. El empresario también quedó registrado para la posteridad como el primero en lograr que triunfara una OPA hostil en España, cuando la familia se hizo con el control de Coemac, la antigua compañía de materiales de construcción Uralita.
Él, al igual que su padre, José Serratosa, nunca se ha conformado y siempre ha estado al acecho de las mejores oportunidades donde invertir. Por ello, fundó en 1993 el holding empresarial Nefinsa, junto a sus cinco hijos, con el que invirtieron en sectores en desarrollo como la aviación regional, con Air Nostrum; la distribución de telefonía móvil, con Nefitel; las energías renovables, con Gamesa; o la gestión de proyectos medioambientales.
Pero, sin duda, su proyecto bandera, por el que todos le conocen, es Air Nostrum. Cuando despegó en 1994, el equipo estaba compuesto por tan sólo seis personas, pero corrió a la velocidad de la pólvora y al poco tiempo ya contaba con una plantilla de más de cien empleados. Fue en diciembre de ese mismo año cuando el primer avión inició la operación regular de la compañía, con el vuelo YW 251 de Valencia a Bilbao, que transportaba 16 pasajeros.
En el año 2000, la empresa se convirtió en la compañía regional con la flota más moderna de Europa, tras invertir más de 800 millones de euros en su renovación, con 44 aeronaves. A día de hoy, la firma suma dos años consecutivos en beneficios y, aunque los Serratosa dejaron que volara por su cuenta, siguen recibiendo un trato preferencial por la cúpula actual , encabezada por Carlos Bertomeu.
En 2009, Emilio Serratosa abandonó la presidencia del grupo familiar Nefinsa -y de su filial Air Nostrum-, tras más de medio siglo de actividad empresarial. La crisis azotaba con fuerza, el resultado de la compañía se desplomó hasta unas pérdidas de 16,2 millones, nueve de ellos correspondientes a la salida de trabajadores y al inicio de su estrategia de sustitución de su flota de 50 plazas por nuevos reactores de mayor capacidad, CRJ1000 de 100 plazas, para reducir en un 32% el coste del asiento.
Fue en 2014 cuando la familia Serratosa decidió despedirse de la aerolínea. Desinvirtió en la empresa y encomendó a Bertomeu, el entonces consejero delegado, encontrar un nuevo dueño. Finalmente, Bertomeu fue quien tomó el relevo de la compañía con el respaldo económico de los doctores Antonio Pellicer y José Remohí, propietarios del Grupo IVI.
Sin embargo, seis años después de su «jubilación», Emilio Serratosa dio la sorpresa cuando volvió a la presidencia de Nefinsa. El último patriarca de la industria valenciana estuvo un año en el máximo cargo para aliviar el peso de su hijo Javier Serratosa, quien estaba al frente de Ursa, accionista de referencia de Uralita.
De nuevo en los mandos, lejos de buscar perpetuarse, dio distintos pasos clave en para pasar definitivamente el mando del holding a sus hijos Javier y Gonzalo, que ya tienen la participación mayoritaria de la compañía y actuaban como consejeros, hasta ahora en igualdad de condiciones.
El legado familiar también sigue en pie con sus otros dos hijos, Pablo y Ana, que gestionan desde 2007 el grupo inversor Zriser. Sin duda, Emilio Serratosa, como hicieron antes que él su padre y su abuelo, ha logrado transmitir su espíritu emprendedor a sus sucesores, perpetuando al estirpe empresarial.
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