Julián López y Ángel Olmos, extrabajadores, y tras ellos el Horno Alto. jesús signes

«Las condiciones de trabajo eran muy duras»

Extrabajadores de Altos Hornos del Mediterráneo rememoran los frenéticos meses de 1983

MANUEL GARCÍA

SAGUNTO

Lunes, 6 de febrero 2023, 01:16

Huelgas generales, marchas por Valencia y Madrid, oposición a las órdenes de cierre, disparos al aire... El año 1983 fue de todo menos sosegado para los trabajadores de Altos Hornos del Mediterráneo (AHM) y, por extensión, para Sagunto.

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Aquel 4 de febrero permanece grabado en la memoria como el principio del fin de la instalación, ya que ese día se anunció su cierre. Sin embargo, ese no fue más que el inicio de un nuevo episodio de lucha de los trabajadores por seguir manteniendo sus empleos y por mejorar sus condiciones. Unas 4.200 personas, con sus familias detrás, trabajaban en unas instalaciones en las que no se invirtió lo necesario: "Aquí llegaban los materiales más viejos", recuerdan los exempleados.

Julián López y Ángel Olmos tienen 90 años. Ambos conocen tanto el sufrimiento de las malas condiciones laborales como la lucha para intentar revertirlas. La crisis del 29, los episodios conflictivos en los años 30… "Todo eso lo heredamos de nuestros padres", recuerdan estos extrabajadores.

Suena la sirena en la chimenea del Alto Horno que aún sigue en pie. El sonido estridente les trae recuerdos, la mayoría negativos: "Se me eriza el vello", reconoce Olmos.

López nació en Francia, donde sus padres habían huido en 1927. Recuerda la fecha exacta de su primer día de trabajo, "el 7 de abril de 1951". Era un trabajo "brutal, con unas condiciones muy duras. Teníamos que descargar buques o picar la brea. Los accidentes estaban a la orden del día. Yo me llevé dos sanciones por discutir por las condiciones de trabajo", recuerda quien posteriormente se convertiría en miembro del comité de empresa y del comité de huelga. Su lucha la pagó con un año de cárcel, y pudo ser peor, "porque me pedían cuatro años y ocho meses".

Los 60 también fueron años convulsos en la empresa. Tras la muerte de Franco llegaron las primeras elecciones municipales en 1979, en las que López fue elegido concejal por el Partido Comunista.

Ángel Olmos no llegó al mundo con un pan debajo del brazo, sino con una carta de despido para su padre: "Lo echaron a la calle el mismo día que nací yo".

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Con estos antecedentes, no es de extrañar que tanto López como Olmos, éste desde Comisiones Obreras, mantuvieran, una actitud de rechazo total tras la noticia del cierre de la empresa.

Reconocen que conseguir el apoyo vecinal no fue fácil, "al principio decían, ¿pero estos qué quieren con el sueldo que cobran?", pero ponen como ejemplo el de la recogida de firmas, que fue todo un éxito: "Conseguir 700.000 en los meses de julio y agosto yendo por toda España no fue fácil pero por donde íbamos apoyaban nuestras reivindicaciones", recuerdan. Olmos detalla el arduo trabajo que llevó a cabo: "Quemé dos teléfonos de las horas que hablaba".

Uno de los episodios más recordados fue el del mitin del cine Oma, en el Puerto de Sagunto. Joan Lerma aspiraba a consolidar la presidencia de la Generalitat y acudió a la ciudad en abril, dos meses después del anuncio. Varios miles de personas rodearon el edificio e impidieron que el acto se celebrara. Horas después, y en una tensa operación policial, que incluyó disparos al aire, se le pudo sacar del edificio en medio del rechazo ciudadano: "Los mismos que habían dicho que cerraban la fábrica ahora venían a pedirnos el voto", rememoran.

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Olmos recuerda que él era partidario de no ir "porque si hubiera habido sangre…" las consecuencias hubieran podido ser peores para todos ellos.

Las acciones de protesta fueron muy variadas. No es sencillo fletar y llenar casi cien autobuses a Madrid: "Los niños se quedaron con los abuelos y fue todo el pueblo". Olmos recuerda que en uno de sus desplazamientos, a través de un periodista, recibió la llamada del alcalde de la capital, Enrique Tierno Galván, quien no quería cederles la Casa de Campo para que la expedición valenciana estacionara los vehículos. El primer edil no tuvo opción ante la actitud pétrea de los que protestaban por lo suyo.

Un caso similar se dio en Valencia: "No querían dejarnos que colapsáramos la ciudad pero lo hicimos. Le dijimos que nosotros elegíamos las calles", recuerdan Olmos y López con una sensación de orgullo por lo que hicieron hace 40 años "y que repetiríamos exactamente igual". "Yo duermo todas las noches de un tirón", añade López.

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Mientras los responsables de la empresa vivían aislados en una zona de chalés con pistas de tenis y toda clase de lujos López recuerda el hambre que pasaban: "Me llevaba un boniato para comer y lo asábamos en las cenizas del Alto Horno".

Lamentan sin embargo las consecuencias que provocó el cierre, no por el fin de ese trabajo, ya que muchos pudieron recolocarse o prejubilarse, sino por los efectos sociales: "Amigos, hermanos, cuñados.. En muchos casos se dejaron de hablar". No quieren olvidar el papel "tanto de las mujeres como de los jóvenes" a la hora de enfrentarse con el poder.

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En 2022 llegó la buena noticia de la gigafactoría a Sagunto. En un contexto totalmente diferente al que ellos vivieron en activo, advirtieron de la necesidad de que los miles de contratos que se lleven adelante "sean fijos" y consideraron una gran noticia la llegada de esta nueva empresa.

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