Olivas acusa al Banco de España de presionar para que Bancaja se fusionara con Caja Madrid

El Banco de España parecía querer a toda costa la integración de media docena de cajas de ahorros, las más importantes Caja Madrid y Bancaja, que alumbraría Bankia . En ello coincidieron, durante el juicio en la Audiencia Nacional por su salida a Bolsa, los principales responsables del banco, los únicos a los que acusa la Fiscalía Anticorrupción por un delito de fraude a los inversores, con una petición de penas de cinco a dos años y siete meses de cárcel: el expresidente Rodrigo Rato, el ex consejero ejecutivo José Manuel Fernández Norniella, el ex consejero delegado Francisco Verdú y, ayer, el exvicepresidente, José Luis Olivas.

Olivas incluso trató de hacer ver, como ya hicieran Fernández Norniella y Verdú, que su responsabilidad era limitada. Aún así, y a preguntas de la fiscal Carmen Launa, que se reincorporó tras un mes de baja y no descarta ampliar la acusación a un delito de falsedad contable, reconoció que puso como exigencia al supervisor financiero ser vicepresidente del nuevo banco. «Lo pedí por motivos estrictamente de imagen -se justificó-; era lo lógico que si el presidente tenía que ser de Caja Madrid (Rato) la vicepresidencia recayera en la segunda entidad más importante, que era Bancaja».

Lo que sí negó el expresidente de la Generalitat fue que su sueldo se aproximara al millón de euros, pese a que a la fiscal le insistió en que así estaba acreditado. «De ninguna manera», le respondió con cierto enfado, al tiempo que dijo que por su cargo en BFA (matriz de Bankia) no cobró nada y que en el banco sólo tuvo contrato dos meses y no recuerda cuánto percibió. Pero Launa le replicó que en BFA fueron 12.000 euros y en Bankia 1,4 millones.

En Bancaja era presidente «no ejecutivo», enfatizó para alegar que no tenía libertad de decisión -«era un consejero más, sin funciones especificas», dijo-, pese a lo cual sostuvo que inicialmente se resistió a la fusión. «Le dije (al subgobernador del Banco de España, Javier Aríztegui) que no lo veía porque teníamos un 52% de solvencia por encima de la exigida», explicó, además de que observaba «una complejidad importante» en la «integración de siete cajas con sus propios sistemas informáticos y con auditores diferentes».

Pero después entró en liza el propio gobernador, entonces Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien le llamó para «convencerle de la conveniencia de la operación» porque generaría «mayores sinergias». «Hizo reflexiones de tipo macroeconómico y, al final, él tiene su autoridad y no hay que perder de vista que las entidades financieras son supervisadas», por lo que Olivas terminó aceptando «si no queda más remedio». Eso sí, advirtió de que «iba a tener dificultades para que el consejo de administración (de Bancaja) aceptara y también con las autoridades valencianas», por lo que le pidió ayuda para conseguir los apoyos.

«El gobernador me dijo que sí, hizo las gestiones oportunas y se aprobó por unanimidad». «Me comentó que no me preocupara y lo cierto es que el consejo terminó aprobando todo el proyecto de integración por unanimidad», sentenció.

Launa le interrogó también por el papel de los auditores y si no veía «incompatibilidad» en que quien revisaba las cuentas de Caja Madrid y Bancaja (Deloitte) actuase como consultora, junto a AFI, para respaldar la integración. «El Banco de España tenía interés en que todo se hiciera bien pero con cierta rapidez», alegó, además de enfatizar que «estaban al corriente» tanto el FROB como el supervisor, que aprobó el plan en junio de 2010. «Y eso me dio la mayor confianza del mundo», zanjó.