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Martes, 19 de diciembre 2017, 00:23
Una barca, unas gaviotas y la Albufera. Quién no tiene en su retina fijada esa fotografía. Desde el mirador de la gola de Pujol, a las nueve de la mañana, una barca faena en las aguas del lago. Esos pescadores conseguían ese día una captura importante de anguilas. Todavía están muy lejos de alcanzar los cien mil kilogramos que se capturaban en los años sesenta, antes de que llegara la industrialización que contaminó las aguas. «Ahora estamos cerca de los cuatro mil». Al menos las cifras se están recuperando. En el año 2014, durante los meses de octubre y noviembre se capturaron 13,80 kilos. «Se había podrido el agua y no llegaban caudales limpios», dicen los pescadores. Así no puede haber anguilas, que es la especie más sensible a la contaminación de las aguas.
El precio se mantiene bajo, pero las anguilas tienen mercado. Todas las que se capturan se venden, y eso permite que los 'mornells' salpiquen los 'redolins' que cada año se sortean al llegar la temporada. Junto al precio, planea la sombra de la sequía. Este año la inundación de los campos de arroz, la llamada 'perellonà', no ha llegado a todos porque no hay suficiente nivel en el lago. «Tiene que haber una renovación de caudales para que podamos vivir de la Albufera».
«¿Te acuerdas de 'Cañas y Barro'?», dicen en el Palmar. «Pescamos igual que entonces, aunque hay quizás dos diferencias: una, que las barcas van ahora a motor. Y la segunda, que ya es tan complicado vivir del agua que vamos camino de desaparecer. Y entonces pagarán a personas para que hagan como que pescan en las barcas». Para completar la postal de la Albufera.
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