![La revisión de los derechos de agua, un debate espinoso](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201712/19/media/cortadas/119602098--624x344.jpg)
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Martes, 19 de diciembre 2017, 00:23
El agua es ya un problema. Y lo va a ser todavía más en el futuro. Sobre todo porque en esta región mediterránea cualquier reducción de los recursos disponibles se va a notar. Mucho. Así que lo que está claro es que hay que tomar medidas. Quizás la más difícil de afrontar sea la de revisar los derechos de agua de los usuarios. Lo explica Manuel Pulido, director del Instituto del Agua y del Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia: «celebramos recientemente un taller en el que estaban presentes usuarios de la cuenca con el objetivo de definir medidas con los protagonistas. Y aunque no fue una de las soluciones en las que hubo mayor consenso a corto plazo, todos estuvieron de acuerdo en que en algún momento iba a ser una medida clave la revisión de concesiones». «Y que esa revisión permita que los recursos se repartan según la utilidad social», añade Melgarejo.
Falta por tanto una revisión de los derechos sobre el agua de cada usuario que ya se está haciendo en lugares como California o Francia, que han demostrado en los últimos años una capacidad de anticipación importante en cuestiones relacionadas con el cambio climático, y donde están mucho más concienciados en la necesidad de invertir para estar preparados.
Aquí, de momento, se llegan a acuerdos en ese sentido de forma puntual. Y voluntaria. Pero, ¿cómo se puede convencer a los regantes de que usen el agua de la depuradora si tienen derechos adquiridos sobre las aguas superficiales? «Tenemos que conseguir, dejando de lado la palabra dinero, que sientan que en el acuerdo no pierden, que todos van a salir ganando», explica Francesc Hernández.
Los estudiantes del máster que dirige en la Universitat de València ya hace tiempo que participan en acuerdos de este tipo. En ese intercambio de derechos, la idea es que el regante deje de usar el acuífero y lo cambie por agua de depuración. «Ya se está haciendo, aunque de una manera muy lenta, porque debería estar avalado por la Administración», añade Hernández.
Porque lo que no parece tener sentido, y en eso coinciden todos, es que se usen aguas de alta calidad para regar cuando se puede hacer con recursos que de otra forma van a parar al mar. Porque con los sistemas de depuración actuales, con una tecnología muy avanzada, los caudales pueden tener todavía muchos usos, si la Administración se implica y consigue mediar en acuerdos de este tipo. Que los agricultores vean que les apoyan si van a aceptar estas modificaciones. «Regeneración, qué palabra tan bonita, ¿verdad?», dice Joaquín Melgarejo, director del Instituto del Agua de la Universidad de Alicante. «Es que no podemos darla por perdida, nos tiene que servir las veces que sea necesaria».
Ahí entra en juego la inversión. Y debe haber una apuesta mucho mayor por implementar técnicas más eficientes. Mejoras en la desalinización para hacer más eficientes las plantas, y al mismo tiempo reducir su coste ambiental y energético. También en las depuradoras, que todavía tienen un margen importante de adaptación a las nuevas tecnologías. En la modernización de regadíos y en la mayor eficiencia de los sistemas de canalización de aguas en las ciudades para que se pierdan los menores caudales posibles. Y el ejemplo de Benidorm que ponía sobre la mesa Joaquín Melgarejo debería ser un ideal a alcanzar en todo el territorio. Ese 95% de eficiencia que se ha logrado, además, con una formación de los técnicos municipales.
Hay además algunas cuestiones que podrían ayudar a restringir el uso del agua. «Cuando hay sequía, se aplican exenciones en las tarifas y cánones sobre los recursos hídricos». Para los expertos consultados, se envía un mensaje claramente erróneo, ya que debería ser en todo caso la medida contraria, que se pagara más por aquello que escasea, que tuvieran en cuenta que deben usar el agua con eficiencia.
Sucede lo propio con el recibo del agua. Ha quedado claro que no hay una proporción real entre lo que se consume y lo que se paga, lo que no ayuda a hacer un uso racional. Pulido lo explica: «si queremos que haya un uso más eficiente del agua es importante que esa señal estuviera muy clara». El investigador explica que hicieron un estudio, dentro de un proyecto europeo, donde analizaban tarifas variables en función de la escasez de recursos, y que la tarifa se incrementara en caso de sequía para que al usuario le llegara el mensaje de que debe ahorrar.
¿Qué más se puede hacer? Investigación y formación. Las universidades valencianas están trabajando para mejorar la gestión de los recursos hídricos desde todos los vértices. Y mediando con los usuarios. En una de las jornadas donde los expertos reunieron a agricultores de la Ribera se habló del relevo generacional. Porque si no hay beneficios en la agricultura, el agua deja de ser importante y entra en juego el precio. ¿Quién se va a dedicar a ello?
Una de las posibilidades que se pone sobre la mesa, con el cambio climático en el horizonte y la falta de rentabilidad es el cambio de cultivos. Se plantea la introducción de productos subtropicales que puedan tener salida en Europa con el incremento de temperatura y la escasez de agua. Muchas bodegas ya se están anticipando, y «los viticultores ya buscan tierras a mayor altura viendo el incremento de temperatura de las próximas décadas». «El agua va a ser un bien cada vez más escaso».
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