La Comunitat Valenciana siempre ha tenido ciertos atributos que la han definido en el ámbito económico. Se la ha considerado una tierra emprendora y exportadora, dos adjetivos que se han repetido de forma recurrente y que, quizás, ha ejercido a su vez ese efecto Pigmalión ... que ha motivado el alumbramiento de nuevos negocios. Sin embargo, otro rasgo que define al tejido económico de la región, incluso más que los anteriores, parece pasar más desapercibido: familiar. Si algo es la empresa valenciana es familiar. Y, es que, el 91% del tejido mercantil de la Comunitat está sostenido por este tipo de compañías donde la toma de decisiones y el patrimonio se queda en el núcleo del hogar y donde hay una clara vocación de continuidad por parte de la siguiente generación.
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Algunos nombres de este tipo de compañías están en primera línea nacional, como Mercadona, de Juan Roig, o Porcelanosa, de las familias Colonques y Soriano. También figuran otras marcas valencianas reconocidas como Vicky Foods (antigua Dulcesol) o Chocolates Valor, capitaneada por la cuarta generación y que se erige como un claro ejemplo de equilibrio entre la gestión familiar y empresarial. En su caso, la compañía modificó su sistema de órgano de administración en 2015, al pasar de dos administradores solidarios a un consejo de administración. A esto se añaden otras prácticas enfocadas en hacer partícipes a todos los miembros de la familia en los asuntos mercantiles y, así, alimentar el sentimiento de pertenencia.
Pero la empresa familiar valenciana va mucho más allá de los grandes nombres. Según el Instituto Valenciano para el Estudio de la Empresa Familiar (Ivefa), estas compañías aportan el 76,6% del PIB, lo que se traduce en 96.834 millones de euros si se toman como referencia los datos de 2022 de la región. Además, generan el 84,7% del empleo de la Comunitat, es decir, cerca de dos millones de personas ocupadas gracias a la actividad de estos negocios. Estos datos, además, constatan que la empresa familiar tiene especial peso en la Comunitat si se compara con el de otras comunidades autónomas. De hecho, supera el conjunto nacional, donde el 88,8% de las compañías son familiares, generan el 66,7% del empleo y aportan el 57,1% del PIB español.
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Pero, ¿a qué se debe la influencia de este tipo de compañías en la región valenciana? Según explica Manuel Pavón, consejero de Familias y director académico de Instituto Nexia, «en todo el levante español» la empresa familiar tiene una gran importancia. «En la Comunitat es porque hay varios polos de tracción importantes como es el sector de la alimentación, además de actividades punteras como el transporte marítimo y el automóvil, que han sido muy tractores del PIB valenciano», señala Pavón, quien también considera determinante el factor cultural de la región. «Respecto a Madrid, la región valenciana es más familiar. Además, el modelo de familia gira en torno al negocio», afirma el experto.
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Entre las virtudes de estas compañías destaca su visión largoplacista, debido a esa vocación de continuidad a través de las futuras generaciones, tal y como subrayaba Ignacio Bertolín, consejero delegado y director de relaciones institucionales del Grupo Bertolín, durante su discurso en la cena de verano del Fórum AVE.
A este atributo se le suma la virtud del arraigo, según Alejandro Escribá, investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y director de la Cátedra de la Empresa Familiar de la Universitat de València. «Generan muchos vínculos a largo plazo, no sólo con proveedores y clientes, sino con la propia sociedad. Es un aspecto positivo de prevalencia que confieren las empresas familiares con valores muy fuertes», explica el experto, que destaca el compromiso social de estas firmas a través de patrocinios, apoyo a entidades sin ánimo de lucro y a colectivos desfavorecidos.
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Sin embargo, a ojos de Escribá, estos aspectos positivos no gozan de tanta divulgación como los estereotipos negativos que rodean a las empresas familiares. Uno de esos estereotipos es la falta de profesionalización, algo que tanto el investigador del IVIE como el director académico del Instituto Nexia consideran superado en términos generales, aunque siempre hay resistencias. «Las nuevas generaciones han entrado con otra mentalidad. No se ha definido muy bien qué es profesionalizar una empresa, pero básicamente es tomar decisiones de forma racional. Lo que ocurre en la familia es que también hay un factor emocional y no siempre están en equilibrio», señala Pavón.
Escribá, por su parte, señala que el factor emocional influye en muchas decisiones que «a veces no se toman» porque pueden tener implicación sobre la familia. «Esto limita el número de alternativas que te planteas. Es un hándicap a la hora de resolver ciertos problemas; hay miedos importantes a estropear la relación familiar y el bienestar familiar», indica. Otro escollo limitante para el crecimiento y funcionamiento de la empresa familiar, según Escribá, es la aversión a la pérdida de control. «Cuando alguien ha construido algo, quiere ser prudente para mantenerlo. Las empresas familiares son más conservadoras que las no familiares, se financian externamente menos y piden rentabilidades moderadas», añade.
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Ante estas derivas limitantes, la consultora Improven considera fundamental tener capacidad de adaptarse a los nuevas etapas de la firma. «Existen muchas causas por las que se acaba llegado a un modelo estructural limitante. Pero una de las más abundantes es por deriva. O sea, por dejar que la inercia gobierne en modo automático y que el negocio se acumule sobre sí mismo sin revisar si tiene sentido hacer lo que se hace», indica Marck Madí, que invita a revisar los modelos de proveedor y modelos de dueño. «Si aplicas las viejas reglas, perderás las nuevas batallas», sentencia.
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Isabel Domingo
Con un prisma muy similar ve Pavón los retos a los que se enfrentan las compañías familiares de la Comunitat. «Creo que las empresas valencianas tienen el reto de captar talento y adaptarse a los cambios que vienen. Tambien deben de ser capaces de crecer y de tener aún mayor capacidad de penetración internacional de la que ya tienen. Para ello, necesitan financiación», puntualiza el director académico. «A las empresas familiares no les gusta aliarse con nadie porque sienten que pierden poder y esto les limita y les impide crecer», afirma Pavón, que coincide con la reflexión de Escribá: «Esa neesidad de control limita algunas opciones de crecimiento y esto es importante para mejorar la productividad de la Comunitat».
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Ante este panorama, Pavón recomienda a los y las dirigentes empresariales implementar sistemas flexibles de retribución para atraer y mantener a directivos que les aporten valor. «Que se pague por objetivos y haya una fidelización, además de la retribución», sostiene el experto, que llama también a la implementación de nuevas formas de trabajo y a alejarse de personalismos. «La familia está al servicio de la empresa y no la empresa al servicio de la familia», concluye.
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