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La llegada de Volkswagen a Sagunto no solo generará un importante efecto tractor en empresas de la automoción sino también en otros sectores como ... el químico. Las firmas ven en la multinacional una ventana de oportunidad en un momento en el que están inmersas en una crisis de costes que afecta a gran parte del tejido productivo.
Desde la Asociación Química y Medioambiental del Sector Químico de la Comunitat Valenciana (Quimacova), una entidad que ha ganado peso entre los diferentes actores de la autonomía los últimos años, apuntan que el impacto de la planta de baterías de Sagunto «será muy positivo», pero admiten que aún es pronto para saber cuánto afectará.
A diferencia de Ford y toda la industria auxiliar que se sitúa en torno a Almussafes, que se centran en los coches de combustión clásicos, la planta de Sagunto fabricará algo tan específico como las baterías, que serán el equivalente al motor clásico. Pero para su ensamblaje, además de los clásicos profesionales del campo de la ingeniería, hacen falta profesionales especializados en química.
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Desde el sector se apunta que el camino que Volkswagen empieza ahora a recorrer en todo el mundo lo marca Tesla, que ya entró en esta línea de negocio hace unos años. Y para producir y mejorar la eficiencia de las pilas que van dentro de las baterías utilizan un gran despliegue de I+D focalizado en la química.
En este contexto, las esperanzas depositadas son muchas, pero desde Quimacova prefieren ser cautos y destacan que quieren esperar a ver cómo se concretará esa demanda. La misma será tanto a nivel de búsqueda de perfiles profesionales como de proveedores especializados, que es lo que puede interesar más al sector.
La Comunitat Valenciana ya cuenta con empresas que han abierto camino y una de ellas es la japonesa Ube, que cuenta con una filial en la autonomía. Ofrece soluciones químicas en el campo de las baterías y ahora podrían llegar otras sociedades similares que se instalen junto a la gigafactoría de Volkswagen en Sagunto, para el que ya tienen un terreno reservado.
Además, en la presentación se confirmó que se abrirán vías de colaboración con institutos tecnológicos de gran importancia como el de Ciencia Molecular de la Universitat de València (UV), el Instituto Tecnológico de la Energía, o, en especial, el Instituto de Tecnología Química de la Universidad Politécnica de València (UPV).
Esta opción se consolida en un momento delicado para el sector, que vive uno de los períodos más difíciles por el impacto del alza de los costes de materias primas y otros componentes que afecta desde hace meses a infinidad de empresas valencianas, que se ven obligadas a subir precios. Quimacova ha abordado esta cuestión esta semana en una reunión que ha tenido lugar junto a sus asociados.
Una veintena de representantes de las diferentes firmas expusieron esta problemática en un encuentro en el que también se abordaron las consecuencias legales que puede tener para los proveedores incumplir los contratos por esta subida de costes.
La industria química valenciana, formada por unas 600 empresas que dan trabajo a 15.000 trabajadores, cuenta con una cifra de negocio de más de 5.300 millones de euros anuales, según Quimacova. Del total, 385,7 millones hacen referencia a la exportación.
Tal y como reflejan los informes del Ministerio de Industria y Comercio, la principal parte del negocio en el exterior hace referencia a los plásticos y, tras el mismo, aparece el de las fritas y esmaltes, con una vinculación total y especial demanda en las fábricas azulejeras de la provincia de Castellón.
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