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Secretario general de UGT-PV desde 2016 (fue reelegido para un segundo mandato en 2021), Ismael Sáez ve con preocupación los intentos «de algunos» por ... hacer desaparecer «a determinados agentes sociales».
–Se acaba de constituir la Mesa de Diálogo Social, la primera de esta legislatura. ¿Qué esperan de esa «infraestructura que sirve para atraer estabilidad» como la definió usted?
–Espero que, como dijo el presidente Mazón, en aquellos asuntos relevantes sean consultados los agentes económicos y sociales porque más allá de las mesas establecidas, y alguna que otra que se pueda crear, surgen cosas todos los días. Esa es la verdadera esencia del diálogo social: conocer la opinión de los agentes económicos y sociales. Ha sido útil, o puede serlo, para captar inversiones, para ofrecer seguridad jurídica, para trasladar la convicción de que aquí las cosas se resuelven de manera civilizada y negociada. Para mí el diálogo social es una infraestructura donde la mayor sorpresa que puede llevarse uno es que se convoque una huelga o surja un conflicto colectivo pero siempre con mecanismos para resolverlo. Por eso reivindico nuestro papel constitucional dentro del sistema.
–A nivel nacional se ha cerrado un acuerdo Gobierno-sindicatos sin la patronal para subir el SMI y vamos por el mismo camino en el caso de la reducción de jornada. ¿Es esa la vía? ¿Deberían tomar nota del ejemplo valenciano?
–Es verdad que en Madrid los asuntos que se dilucidan tienen más trascendencia que los que, al menos en el ámbito de las relaciones laborales y de las condiciones de trabajo, se pueden plantear en la Comunitat o cualquier otra autonomía. Dicho esto, creo que en estos momentos lo que conviene es intentar llegar a acuerdos. Lamento que no hayamos sido capaces de ponernos de acuerdo en relación con el SMI porque, en las circunstancias actuales, le hubiera dado al país el sosiego, la calma y la serenidad que creo que necesitamos por los momentos que vivimos de crispación política y de polarización, que no son buenos. La crispación al final nos hace pagar algún rédito más pronto que tarde y sindicatos y patronal hemos de ser capaces de incorporar sensatez, sentido común, diálogo y acuerdo al interés de todos, al interés general.
–¿Cómo ve la situación económica de la Comunitat?
–Siempre he pensado que esto de hacer pronósticos pesimistas era una manera de llamar a la catástrofe o anticiparla porque retrae el consumo, la confianza y la inversión. Es verdad que en nuestro caso se ha producido la circunstancia sorprendente de que, contra todo pronóstico, nuestra economía ha seguido creciendo y lo ha hecho con vigor. Las previsiones se han equivocado de manera estrepitosa para 2022 y 2023 y espero que sigan equivocándose. A pesar de los cisnes negros, como la guerra en Ucrania o el gravísimo conflicto que se vive en Palestina, la economía sigue funcionando razonablemente bien. No obstante, empezamos a ver algunas cosas preocupantes, como uno de los problemas fundamentales que tiene nuestra sociedad, y especialmente la juventud, que es el acceso a la vivienda, pues sigue creciendo el precio de la vivienda, sobre todo del alquiler.
–Menciona a los jóvenes. En el desempleo juvenil (con la tasa más alta de Europa) y la fuga de talento parece que no se encuentre la tecla para frenarlos.
–La única solución es hacer una economía más competitiva, más productiva, con más valor añadido, capaz de ofrecer más oportunidades, que ofrezca puestos de trabajo que se correspondan con sus cualificaciones y con el esfuerzo que han desarrollado y con la expectativa de salarios que entiendo que ellos aspiran a alcanzar. Y también el acceso a la vivienda y por tanto la emancipación en su vida. Eso sólo lo ofrece una economía que tenga un alto valor añadido, que sea productiva, que sea competitiva y eso básicamente lo ofrecen los sectores industriales. Si el empleo que ofrecemos es de baja calidad, gran parte de los jóvenes abandonan nuestro país y buscan oportunidades en otros lugares.
–¿Qué retos se plantea el sindicato para este 2024?
–Hay una constante en el movimiento sindical, que es seguir ostentando una alta representación entre los trabajadores, que es lo que nos da capacidad para interactuar con las patronales y con los gobiernos. Y en segundo lugar, tenemos que resolver los problemas que los trabajadores tienen en las empresas, atender sus necesidades y mejorar su situación. Y ese es el pan de cada día. Nuestro papel constitucional se extiende no sólo hacia nuestros afiliados sino al conjunto de los trabajadores a los que representamos. Y luego tenemos un contexto político complejo y difícil en el que tenemos que intentar dar serenidad y apaciguar con el diálogo y con el acuerdo.
–Apunta al papel constitucional que tienen los sindicatos. ¿Los jóvenes son conscientes de él?
–Hay una parte importante de la sociedad, no sólo los jóvenes, incluso hasta algún político, que no. Tiene mucho que ver, a mi juicio, con los convenios colectivos que están más alejados de los trabajadores que los disfrutan. Y luego, quizá, en el hecho de que en España no hemos resuelto bien el papel de la organización sindical y su financiación pues nosotros accedemos a subvenciones en periodos determinados y en función de las circunstancias y de la voluntad de los gobiernos. Y eso pone en cuestión la libertad de los sindicatos. Esto no había sucedido nunca en nuestra democracia en los últimos tiempos, que haya partidos políticos que tengan como bandera ir contra los sindicatos, que formamos parte de la arquitectura constitucional, te guste más o menos. Eso nos lleva a derivas que me parecen muy peligrosas.
–Han apoyado la reclamación de la financiación autonómica. ¿Se logrará esta legislatura?
–Creo que ahora tenemos una oportunidad por la circunstancia derivada de que Junts y ERC, en todo ese proceso de independentismo, exigen la quita de una parte de la deuda. Una comunidad que tiene una deuda que básicamente se ha originado no como consecuencia de la infrafinanciación, sino de las crisis sucesivas. Nosotros tenemos la infrafinanciación de las crisis sucesivas y la estructural. Si el 20% es lo que se ha pactado con estos partidos nacionalistas para condonar en Cataluña, que se extienda al resto como dice el acuerdo y, en nuestro caso, ya que obedece a una infrafinanciación injusta, que alcance una cuantía muy superior.
-LAS PROVINCIAS ha puesto en marcha el proyecto editorial 'Somos más' para poner en valor la marca Valencia. ¿Qué reflexión le sugiere?
-Es una marca muy importante y muy poderosa. No creo que la marca Valencia se haga fuerte por la confrontación con los demás ni que deba definirse a sí misma en contraposición a otros. No creo que las señas de identidad valencianas deban definirse como 'Yo no soy' sino como 'Me siento orgulloso de como soy y me ofrezco al mundo por lo que creo que soy capaz de ofrecer'. Eso es lo que deberíamos hacer. Y, en segundo lugar, deberíamos ser conscientes de la importancia y la trascendencia que tiene una comunidad de más de 5 millones de habitantes, con enormes posibilidades de crecimiento y de oportunidades a pesar de todo.
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