Kike Sarasola lleva toda la mañana de reuniones en el hall del hotel donde se hospeda en Valencia después de anunciar la compra del grupo StayingValencia. Ya adelantó hace unos días que la capital del Turia era su próximo objetivo. «Se lo dije a la ... alcaldesa, tengo noticias, pero todavía no puedo decir nada», le insinuó. Tras varios meses de negociaciones ahora se le ve feliz y relajado, convertido en uno de los empresarios hoteleros de la ciudad y con un discurso rompedor sobre el futuro del turismo.
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-¿Por qué Valencia?
-¿Cómo no voy a estar en Valencia? Primero, me parece que la ciudad está en un momento espléndido, otra vez veo a la gente con ganas. Fuera de España, Valencia está de moda, se nota un cambio y se parece más a la Valencia que yo conocí, a la de la Copa América, a la de la gente emprendedora.
-Usted ya tuvo un hotel en la ciudad en aquella época.
-Y nos fuimos por diferentes circunstancias, pero sobre todo porque Valencia no era apetecible para invertir. Ahora me encanta, así que cuando salió esta oportunidad, te puedes imaginar. No me lo podía creer.
-Además, han entrado a lo grande, StayingValencia tiene seis hoteles y cuatro edificios de apartamentos turísticos.
-Hemos entrado a lo grande, como no podía ser de otra manera. Y con muchas ganas. Con StayingValencia hemos descubierto muchas sinergias, y por este motivo no hemos venido a cambiar nada. De hecho, mira los resultados. Siempre está entre los tres mejores hoteles de Valencia.
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-Usted lo ha dicho, Valencia está de moda, pero sobre la mesa hay un debate sobre qué tipo de turismo queremos.
-Es cierto, y por ello es necesario que nos sentemos todos, no sólo los empresarios y los políticos, sino también los vecinos. En Mallorca hay una iniciativa muy interesante que se llama Impulsa, un debate en el que todos tenemos que hablar. Llevo cinco años diciendo que la turismofobia está ahí, que viene el coco, y nadie me ha hecho caso. Pues bien, el coco ha llegado. Barcelona está saturada, Venecia también, Florencia…
-Corremos ese peligro en muchas ciudades pero, ¿cómo se arregla?
-¿Prohibiendo? No. Estoy en contra de las prohibiciones. Odio que me prohíban. Sí creo en las regulaciones, sí creo en perseguir los negocios ilegales. ¿Por qué se nos demoniza a los apartamentos turísticos? Tengo licencia, pago mis impuestos, todo es legal, es una actividad económica que el cliente demanda. Es demagogia prohibir.
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-¿Entonces?
-Entonces tenemos que sentarnos a buscar otras soluciones. Sé que no hay varita mágica, ni yo la tengo; lo que debe haber es un consenso porque quizás hay ciudades que quieren ser Venecia y otras en cambio que prefieren parecerse a Milán, para mí el ejemplo claro de haber hecho las cosas bien. ¿Medidas? Yo no las sé, pero creo que tenemos que empezar a meter en nuestro vocabulario la palabra cupos cuando hablemos de turismo en las ciudades. Si un estadio de fútbol tiene 50.000 asientos no venden 50.001. Si en una ciudad caben el número que se decida, que entren ese número de personas. No más.
-¿Y cómo se podrían gestionar los cupos?
-Si Venecia puede acoger X personas sumando las que hay alojadas, hasta llegar al cupo marcado quienes vayan a pasar el día que saquen un ticket, y quien no lo tenga que pague una multa. Ese ticket podría ser más caro en los meses de verano, por ejemplo. De hecho, no pueden entrar cuatro megacruceros en un mismo día. Cinco mil por crucero son veinte mil personas caminando por las Ramblas en Barcelona. Yo entiendo que los vecinos que viven en las Ramblas estén hasta las narices. Así que, señores, por desgracia nuestra vida futura va a estar controlada por cupos. Y si en el Coliseo no entran dos mil personas a la vez porque se caería en las ciudades tampoco. Pero esto tiene que decidirse a través de un diálogo que no está existiendo.
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-Llega con muchas ganas después de un concurso de acreedores con final feliz, con la compra de su cadena Room Mate por parte de dos fondos de inversión que le han mantenido en el cargo de presidente. ¿Cree que el fracaso le ha hecho más fuerte?
-Éxito y fracaso son palabras que yo no uso porque me parecen horrorosas. Porque son efímeras, porque siendo deportista como yo he sido pierdes y ganas todos los días. Porque lo importante es seguir en la competición, y cada día me levanto para intentar ganar. Mi ídolo es Rafa Nadal, que gana Roland Garros y al día siguiente empieza Wimbledon de cero. Yo lo aprendí en el deporte, que el éxito y el fracaso son momentos pequeños que hay que saber digerir.
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-Ha vivido una situación límite en el que la pandemia no ayudó.
-He pasado noches enteras sin dormir porque no tenía para pagar la nómina de los empleados, porque esa era mi gran preocupación, el equipo. Ha sido durísimo, pero hemos salido adelante. De hecho, no miro hacia atrás, ahora me enfoco en el futuro, con otras dos operaciones en marcha, y un sueño, llegar a tener cien hoteles. ¿Quién me lo iba a decir a mí? Estoy feliz.
-¿Qué otras herramientas se ha traído del deporte olímpico -fue jinete- a su labor como empresario?
-La perseverancia y la disciplina; soy muy estricto. Disciplina es seguir luchando y es levantarte cada día. Eso lo aprendí con los caballos.
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-¿Con qué lugar de Valencia se quedaría?
-Valencia es una ciudad que hay que descubrir caminando, pero si tengo que elegir mi sitio preferido, lo tengo claro: el Mercado Central y la Lonja. Me traje a los americanos a hacer una visita por la ciudad y quedaron encantados.
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