Vicente Lladró: «Lladró tiene solución, no hay derecho a que tiren a la gente en vez de escuchar»
Vicente Lladró. Cofundador de Porcelanas Lladró ·
El veterano empresario se muestra alarmado por la deriva de una enseña que «nunca se tendría que haber vendido porque es una joya»
INÉS HERRERO
VALENCIA.
Sábado, 30 de marzo 2019, 00:58
A sus 86 años, Vicente Lladró Dolz, el menor de los tres hermanos que crearon la enseña de porcelana decorativa Lladró, revive con añoranza los años de esplendor de la firma y observa, alarmado, la deriva de la compañía que la familia fundadora vendió hace algo más de dos años al fondo español PHI Industrial. «Nunca se tendría que haber vendido, yo no vendí nada ni lo habría hecho por nada del mundo porque es una joya», sentencia sobre un cambio de dueños que achaca a los sucesores de su hermano Juan, que en 2007 se hizo con un 70% del fabricante de las célebres figuras de porcelana en una puja interna con José, el mediano, para separar las distintas líneas de negocio tras años de dificultades y tensiones entre los miembros de la segunda generación de los Lladró.
A las puertas de la negociación de un nuevo procedimiento de despido colectivo en las cuatro empresas del grupo, el veterano empresario recalca a LAS PROVINCIAS que «hay solución» para el negocio que tantas alegrías dio a los suyos. «Lladró tiene solución, sólo hay que escuchar al equipo, no a mí, sino a toda esa gente que conoce perfectamente el negocio porque es la que nos ayudó a conseguirlo todo», subraya, antes de agregar que «no hay derecho a que quieran tirar a la gente en vez de escuchar a ese equipo».
Vicente, que asegura mantener buena relación con todas las ramas de la familia, es el único de los tres hermanos que nunca ostentó la presidencia del grupo, ni entendió «por qué Juan y Pepe decidieron que tenía que mandar uno solo, lo que hizo que todo cambiara y Juan empezara a subir los precios, mientras dejaba de fabricar las piezas clásicas».
Según relata, precisamente eso es lo que ha vuelto a suceder en los últimos años, con Ana Rodríguez como consejera delegada, y le lleva a dar un paso adelante, con afán «constructivo», para expresar su temor a que Lladró «desaparezca» y los cerca de 600 trabajadores pierdan sus empleos tras consumir parte de las prestaciones en los distintos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). «Me dolería mucho porque para mí la empresa es como un hijo y no sé si desaparecerá, pero tiene muy mala cara», admite.
A Vicente Lladró le dolió enterarse de la venta cuando la operación «estaba cerrada», tras negarle «hasta el último momento» que estuvieran negociando esa salida, y no la búsqueda de un socio internacional que aportase capital. Apenas un mes antes, hacía público en una entrevista concedida a este periódico su temor a que «la empresa Lladró, en breve, no sea de la familia ni de los valencianos». «Va de mal en peor, antes ganábamos dinero a montones y ahora la quieren malvender a buitres financieros», advirtió.
Dos años y medio después de realizar ese pronóstico, su preocupación por el negocio va en aumento y vuelve a reivindicarse como alguien que «tuvo la suerte de tener el mejor equipo de profesionales, y el más humano», para pedir a los dueños actuales que escuchen el consejo de esos profesionales.
«Han traído a directores muy buenos, de primeras marcas, pero todos se van», apunta sobre el desfile de ejecutivos procedentes de Pronovias, Manuel Ehrensperger, o de Tous y Castañer, Domingo Barrachina.
Vicente Lladró, tras toda una vida dedicada a cuidar hasta el último detalle de sus célebres creaciones, defiende que la solución pasa por combinar lo mejor de etapas anteriores con las nuevas propuestas, sin «empeñarse en borrar el pasado, por ego personal, y en subir los precios tres veces más de lo debido, porque así sólo se consigue vender menos».
«De la élite no se vive»
«Subir precios es como una soga, que cada vez aprieta más», advierte, convencido de que «hay que hacer piezas de élite para grandes coleccionistas, y para demostrar que las puedes hacer, pero sabiendo que de eso no se vive, se vive de las que se venden todos los días». Y es ahí cuando se acuerda del millar de modelos anulados, como en su día «Juan dejó de fabricar las piezas clásicas, pese a su belleza y altísima rentabilidad».
«Tienen aparcados mil modelos clásicos que son muy rentables y perfectamente compatibles con hacer cosas nuevas», insiste, en una última llamada a «escuchar al equipo, recuperar al menos un tercio de esas piezas y no despedir a nadie».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.