Con la concesión por parte del Consell de dos préstamos de 9,5 millones a la compañía Marie Claire y su adquisición por parte de Think Textil (proveedores de Inditex) se cierra un capítulo más de la centenaria historia de esta empresa castellonense, ... marcada por altibajos y cambios accionariales. Porque sus 114 años dan para muchos avatares, incluso para haber superado dos guerras mundiales, una guerra civil, varias crisis económicas, la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea, la llegada del euro o una pandemia de Covid.
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Todo ello sin abandonar el municipio de Vilafranca del Cid, en el interior de Castellón, donde la firma sigue siendo el principal motor económico de esta población de unos 2.000 habitantes y de su comarca. Porque la empresa fundada en 1907 es de las pocas que se negó a deslocalizar la producción en Asia o en el norte de África, lo que llevó a un choque de dos modelos de gestión empresarial en la década de los 2000.
Pero la empresa, que tiene una planta logística en Borriol y da empleo a medio millar de personas, siempre ha salido adelante, convirtiéndose en el ejemplo empresarial valenciano de la resiliencia. Palabra a la que habría que añadir la de emprendimiento, ya que ese espíritu fue el que hizo posible el nacimiento de una compañía que, durante décadas, hizo gala de aquel eslogan televisivo «Marie Claire, Marie Claire, un panty para cada mujer».
Hay que remontarse a comienzos del siglo XX, a 1907. La fundación de la empresa fue iniciativa del matrimonio formado por Celestino Aznar y Francisca Iñigo, que vivía del negocio de las caballerías y la artesanía lanar (medias, calzas, toquillas...) por las ferias de Cataluña, Castilla La Mancha y Valencia. La leyenda popular cuenta que fue 'la tía Francisca' quien un día se plantó y quiso ir más allá de dedicarse a cuidar de sus hijos. Ella «también quería ser fabricanta«, como una de sus hermanas que regentaba un taller de mantas en Calamocha (Teruel).
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Así que su marido vendió parte de su negocio de mulas, yeguas y caballos y el matrimonio pudo abrir la primera fábrica de 'calces' en el centro de Vilafranca y, tras un primer año complicado, el negocio comenzó a rodar. Gracias, por ejemplo, a que Aznar trajo de Cataluña las máquinas necesarias para elaborar las llamadas medias de punto inglés, es decir, de seda natural frente a las iniciales de lana. Esto obligó a trasladar la fábrica a las afueras del pueblo pero marcó el inicio de la expansión de su producción.
Con la inyección económica que supuso la venta del resto del negocio de caballería, el matrimonio adquirió nueva maquinaria, como las Cottons, con las que se fabricaban las medias con costura, y se adaptó a las demandas del mercado (medias caladas). Luego llegarían el rayón, el algodón, la lycra o el nylon (ya en la década de los 50). Antes, la fábrica afrontaría la guerra civil, que cortó su expansión cuando ya estaba al frente la segunda generación de los Aznar.
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Superado este periodo (en el que incluso Celestino Aznar hijo fue alcalde del municipio), hubo que afrontar el reto de modernizarse: primero, incorporando el nylon a la producción; segundo, convirtiéndose en sociedad anónima (1954). En paralelo, un proceso de diversificación de prendas, con la entrada en el catálogo de bragas, combinaciones, fajas, camisones, calcetines e, incluso, trajes de baño.
Y, como gran hito, la adopción en 1960 de la marca Marie Claire, que se reforzaría con el eslogan del spot televisivo comentado anteriormente. Porque, hasta ese momento, las mujeres no compraban unas medias Marie Claire, sino Eugenia de Montijo, una marca que en plena irrupción de la minifalda de Mary Quant quedaba anticuada.
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Los años 80 y 90 fueron de liderazgo en el sector en España, de ampliación y renovación de sus instalaciones y de un crecimiento que les llevó a contar con más de un millar de empleados. Pero también fue un tiempo de diferencias internas ya en la tercera generación Aznar. En 1992 se produjo la venta de las acciones al grupo financiero británico Harstone aunque se mantuvo el apellido (ahora Aznar Tena) en la presidencia.
Seis años duró aquella etapa, pues en 1998, la familia volvía al accionariado gracias a una operación de recompra junto con tres sociedades de capital riesgo: Espiga, Bridgepoint y Dinamia. Es tiempo de completar la diversificación productiva, de orientarse al mercado internacional y de que el catálogo crezca con Kler, Cherie y Onne.
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Sin embargo, las diferencias y enfrentamientos entre los socios (había dos bloques de accionistas) no cesaron y la escalada de crisis fue 'in crescendo'. Así, la familia Aznar salió del consejo de administración en 2005 pese a disponer del 33% del capital.
Llegaron nuevos inversores (los directivos Alberto Planell, Silvestre González y Vicente Tejedo) y la celebración del centenario, en 2007, en el que diseñadores españoles de renombre como Francis Montesinos, Amaya Arzuaga, Ion Fiz o Hannibal Laguna crearon una colección exclusiva de medias para la firma castellonense. Coincidió con la crisis económica y financiera de 2008 y el protagonismo lo tomaron entonces los dos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), al igual que sucedió en otras empresas textiles y sectores tradicionales.
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Pero Marie Claire resistió. Lo hizo cuando finalizó el millonario contrato con Reckitt Benckiser (dueño de Dr.Sholl) o cuando la borrasca Gloria hundió parte del tejado de su centro de producción en Vilafranca. También lo ha hecho durante la pandemia de Covid al dar un giro a su negocio para garantizar su continuidad e introducir las mascarillas y las batas sanitarias como una línea de producción más al tiempo que ofrecían su capacidad productiva a la sanidad. De hecho, se convirtió en proveedora de la Conselleria de Sanidad.
Pese a ello, el desplome de las ventas en el comercio fue acusado y se vio obligada a reducir su capital en casi ocho millones para no entrar en causa de disolución pese a haber logrado 25 millones de facturación. Eso sí, con cuatro millones de pérdidas. A finales del pasado abril, el grupo logístico Think Textil (cuyo director general es Álvaro Bordils, ex de Atitlan) adquiría la propiedad de Marie Clarie con la intención de reflotar aquel negocio que soñó 'la tía Francisca'.
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