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Ofensiva citrícola contra el trips de Sudáfrica

Ante los graves daños previsibles de la plaga se multiplican las iniciativas para alertar al agricultor, pero aún no está clara la mejor estrategia de lucha

Vicente Lladró

Valencia

Lunes, 3 de febrero 2025, 00:08

Conforme se aproxima la época de floración en los cítricos se acrecienta la inquietud entre los agricultores ante la amenaza de una nueva plaga que en la campaña pasada generó graves problemas y dejó bien patente que en la siguiente -la que está a ... punto de iniciar su nuevo ciclo de cultivo- pueden extenderse e intensificarse sus efectos, lo que derivaría en nefastas consecuencias económicas.

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Hablamos del 'Scirtothrips aurantii', popularmente conocido como el trips de Sudáfrica, por su procedencia (al igual que el cotonet 'Delettococcus aberiae'). Se trata de un insecto que, tanto en fase de larva como de adulto, se alimenta de la epidermis de pequeños frutos y hojas jóvenes, dejando sobre la piel unas escoriaciones plateadas que después, al crecer los tejidos, derivan en grandes manchas muy visibles.

Como la preocupación productora y comercial va en alza, se multiplican las reuniones y convocatorias técnicas para alertar sobre las consecuencias y aleccionar sobre el mejor modo de actuar. Los técnicos de cooperativas y otras entidades comercializadoras intensifican su labor divulgadora, mientras la Conselleria de Agricultura prepara una gran sesión con máximos especialistas que tendrá lugar el próximo día 20 en el IVIA. Para la víspera, el 19, ha convocado igualmente AVA-Asaja en su sede de Valencia.

La línea mayoritaria para obtener buenos resultados apunta a tres tratamientos en floración y cuajado, alternando insecticidas

Sin embargo aún no se cuenta con una estrategia bien definida que pueda resultar eficaz para combatir este problema. La línea mayoritaria se orienta a programar tres tratamientos fitosanitarios, alternando productos, entre la floración y el cuajado, hasta que los frutos tengan un diámetro de unos 2'5 centímetro, cuando dejan de ser vulnerables. Curiosamente esto coincide con lo que ocurre con el cotonet sudafricano, por lo que los tratamientos pueden servir para ambos. No obstante faltan insecticidas y se espera que se permitan de forma extraordinaria algunos hoy prohibidos.

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En el caso de la afección en hojas puede considerarse que el daño ocasionado sea más o menos estético, salvo en plantones e injertos, por frenarse su crecimiento. Podría decirse que hay cierto paralelismo con lo que fue la irrupción del 'minador' en los años 90, cuando se llegó a temer lo peor y luego fue menguando la preocupación al comprobarse que no atacaba a los frutos, sólo a los brotes y no en primavera.

Sin embargo, el trips sudafricano sí que ataca a los frutos, y esas manchas que provoca en la piel los deteriora de tal modo que quedan sin valor comercial. Los compradores no quieren adquirir campos con evidente incidencia de trips en la fruta, porque luego, a su vez, los responsables de compras en grandes cadenas de supermercados tampoco quieren mercancía con ese mal aspecto. Y, por supuesto, el consumidor rehúye llevarse a casa naranjas o mandarinas con abundancia de 'mapas' grisáceos en la piel.

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No son daños que afecten a la calidad interna, que queda inalterada; sólo es una cuestión de apariencia visual, acrecentada en un mercado europeo donde hay tal abundancia de procedencias citrícolas que el comprador tiene de sobra donde elegir. Por lo tanto elige lo que ve más 'limpio' y aparentemente más hermoso, aunque tal condición dependa de haber sido tratada la fruta con plaguicidfas que en Europa están prohibidos. Eso queda muy bien para la galería, pero, a la hora de la verdad, quien paga manda, y elige en consecuencia.

Como lo del desperdicio alimentario. ¿Por qué ha de rechazarse una fruta que está igual de buena, sólo por el accidente externo de una plaga que no se puede combatir con total garantía, según las actuales reglas europeas? Pues sí, pero se rechaza. Es destrío y va a la industria de zumos; es decir, a bajos precios de saldo, o se queda pudriéndose en los campos. Y luego se habla y se habla de reducir el desperdicio alimentario.

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Por tanto estamos ante un gravísimo asunto, y como tal está mereciendo la atención de productores, entidades comercializadoras y la propia Administración, ya que encima es una plaga de cuarentena, donde es obligado actuar.

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