Jaime López, dueño del campo; Ramón Sanfélix, dueño de las ovejas, y su sabia perra Luna. TXEMA RODRÍGUEZ

Las ovejas, solución idónea para mantener controlada la hierba en campos de cítricos ecológicos

El ganadero Ramón Sanfélix y el citricultor Jaime López demuestran que el pastoreo bien dirigido es factible y eficaz entre naranjos sin que se dañe el arbolado

C. BONELL

VALENCIA.

Lunes, 20 de marzo 2023, 00:17

Jaime López se gastaba unos 500 euros cada vez que tenía que contratar a operarios para segar con desbrozadoras mecánicas la vegetación espontánea de las hileras de los naranjos que tiene en producción ecológica, y eso ocurría al menos tres o cuatro veces al año. Como es obvio, las normas de cultivo ecológico no permiten el empleo de herbicidas, por lo que el control de las plantas no deseadas, o menos deseadas (ahora ya no se llaman malas hierbas, ha cambiado el concepto), ha de hacerse exclusivamente con medios mecánicos: segadas o trituradas. En las 'calles' de los bancales no hay problema, porque se pasa con facilidad con tractor y trituradora. La dificultad está en las hileras, de árbol a árbol, y en sus 'faldas', donde se sitúan los tubos del riego a goteo, porque pueden ser engullidos por las máquinas, lo que obliga a separarse.

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Pero a Jaime se le ocurrió dar la oportunidad a su amigo Ramón Sanfélix, pastor de ovejas Guirra, para que probara a meter el ganado en los bancales, a ver qué ocurría. Que los animales se comerían poco a poco las hierbas estaba claro; la cuestión era si del mismo modo se zamparían también ramas bajas de los naranjos o los respetarían. No fuera que a cambio de un posible beneficio hubiera inesperados perjuicios.

Ramón es un experimentado ganadero, de una familia de ganaderos muy arraigada en la profesión. Sus rebaños (ovejas de la raza autóctona Guirra, de cuya asociación él es el presidente) son los únicos que quedan en el término municipal de Valencia y pastorean en campos y terrenos de la pedanía de Massarrojos, un territorio de la capital que se encuadra entre Moncada y Bétera. Aquí acostumbra a llevar los animales por bancales de secano, campos abandonados, tierras yermas que reverdecen al llover y parcelas que se arrancan para replantarlas. También tenía claro, por experiencia, que sus animales podían campar perfectamente entre naranjos cultivados sin que se abalanzaran sobre los árboles, y así se lo hizo ver a Jaime, que decidió darle cancha para probar.

Los animales se benefician de pasto fresco en bancales de regadío y a cambio mantienen a raya su cubierta vegetal natural

El resultado es muy bueno. Las ovejas entran con tranquilidad en el campo y dan buena cuenta de la hierba espontánea sin encaramarse a los naranjos. Avanzan por cada calle según el ritmo que les marca Ramón, ayudado por su eficaz perra Luna, y tras el paso del rebaño, que se repetirá dentro de varias semanas, se aprecia que las hierbas quedan prácticamente segadas.

La simbiosis es total: el pastor y sus ovejas se benefician de un pasto verde, fresco y sano para aportar una buena alimentación diversificada que se traduzca en carne de calidad, y el agricultor tiene resuelto el problema de controlar la vegetación espontánea sin emplear productos químicos ni gastar en jornales y maquinaria. Más aún, en el campo se mantiene la cubierta vegetal con pleno control, con el añadido fertilizante de las cagarrutas que esporádicamente dejan las ovejas a su paso.

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Mientras hablamos de todo esto, los animales avanzan lentamente por la larga calle plena de pasto que dejan ralo y Ramón les lanza de vez en cuando ininteligibles palabras para reconducir a distancia a alguna oveja descarriada. Así suelta, por ejemplo: «gueeee, irrraaaa..., yeee, ra, drii...» o aproximadamente. Txema advierte: «No lo entendemos porque les habla en ovejo, pero éllas se ve que sí, porque las tiene a raya». Si le hace falta apoyo le dice a Luna: «Mira, ves per la vora...» Y la perra sabia, que no pierde detalle, se lanza enseguida cara a las dos ovejas que se han subido al bancal de arriba y las hace bajar. El pastor, entonces, le grita: «Torna, vine..!» Y Luna regresa fiel a su lado. Para lo que guste mandar.

Y como resumen más satisfactorio de todo este ir y venir a diario resultan las sabrosas naranjas y mandarinas ecológicas de Jaime y rica carne de cordero que Ramón suministra en exclusiva a establecimientos hosteleros de renombre, como el hotel Las Arenas, El Vaixell o Ricard Camarena.

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