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REDACCIÓN / EUROPA PRESS
MADRID
Domingo, 12 de septiembre 2021, 15:31
El futuro de las pensiones en España está atravesando un momento determinante. El plan 'España 2050', presentado por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, ya advertía que la edad de jubilación a los 67 años puede quedar obsoleta muy pronto y desde el Banco de España se lanzan mensajes que alertan de la delicadeza de la situación. El director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, ha advertido en diversos foros de que en 2050 por cada dos mayores de 65 años, habrá solo tres personas activas. Un mensaje preocupante.
La fórmula que maneja el Banco de España para que perviva el sistema de pensiones tal y como lo conocemos será impopular para unos (los trabajadores) o para otros (los pensionistas). Si España apuesta por mantener las nóminas actuales de sus pensionistas en 2050, el tipo efectivo de las cotizaciones a la Seguridad Social de los trabajadores en activo en esa fecha deberán subir hasta ocho puntos porcentuales. Por el contrario, si se opta por mantener la actual contribución habrá que «reducir la tasa de beneficio», es decir, el importe de la pensión.
Por ello el asunto de las pensiones se ha convertido en un reto social y económico de «primera magnitud», que tendrá su efecto en el consumo, la inversión, el empleo, la productividad, los salarios y precios y también al manejo de las políticas monetaria y fiscal. La solución que se propone: trabajar más años, ofreciendo formación continua a las personas mayores.
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En concreto, entre 2010 y 2060 se producirá un aumento de 34 puntos porcentuales en la tasa de dependencia, por lo que se triplicará hasta situarse casi en el 60%, es decir 2 personas mayores de 65 años por cada 3 en edad de trabajar. Como comparativa, entre 1960 y 2010 se produjo un aumento de 12 puntos porcentuales.
«Nunca hemos vivido una aceleración en la tasa de dependencia de ese tipo», ha indicado Arce tras explicar que esto se debe a la alta esperanza de vida, la baja natalidad, y también al efecto «temporal» del flujo de los 'baby boomers' durante los próximos años.
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Según ha advertido Arce, el gasto en pensiones aumentará significativamente si se mantienen los determinantes del sistema actual. En concreto, la evolución demográfica implicaría un aumento del gasto en pensiones de entre 4,7 y 12,2 puntos porcentuales de PIB en 2050.
Según el Banco de España, el envejecimiento podría tener un efecto considerable negativo sobre el crecimiento potencial, que se asocia a menores tasas de empleo e innovación, así como en lo referido a las habilidades cognitivas necesarias para el uso de las nuevas tecnologías están menos presentes en los trabajadores de más edad.
«En España se invierte poco en formación y mucho menos en la formación de trabajadores de más edad», ha criticado, tras lo que ha insistido en la necesidad de invertir en el «reciclaje y formación continua» de los trabajadores de mayor edad para mantenerlo durante más tiempo en situación de empleabilidad.
«La disyuntiva entre tasa de beneficio y contribuciones al sistema de pensiones será más desfavorable que en el pasado», ha alertado el director general de Economía y Estadística.
Que los jóvenes son el colectivo social que más perjudicado va a salir de estos tiempos de pandemia no es ningún secreto; pero una cosa es ser consciente del hecho y otra conocerlo por medio de una explicación tan prolija y minuciosa como la que ofreció Óscar Arce, Director General de Economía y Estadística del Banco de España, durante su intervención en las Jornadas de Economía organizadas por la APIE, con la colaboración del Observatorio de la Realidad Financiera (Orfin), en la Universidad de Alcalá de Henares.
Con el título La crisis del COVID-19 y su impacto sobre las condiciones económicas de las generaciones jóvenes, Arce fue enumerando la situación de este colectivo, en una sucesión de datos, como mínimo, poco esperanzadores: es el grupo de edad con un mayor porcentaje que no tiene ingresos -el 35%, alcanzado durante 2020-, el que, cuando los tiene, padece una mayor incertidumbre sobre su porvenir laboral y el futuro de sus rentas, el que menos ha podido teletrabajar, el que ha estado sujeto a contratos de menor duración y, por tanto, el que menos ha podido acogerse a los ERTE y ha pasado directamente a perder su empleo. Todo ello, además, cuando este colectivo no se había recuperado plenamente de la crisis de 2008, a pesar del ciclo expansivo vivido entre 2014 y 2018, un periodo de tiempo que, según Arce, «no fue suficiente».
En conjunto, «la pandemia está impactando con intensidad en las rentas laborales de los más jóvenes», pero junto a esta aseveración, Óscar Arce quiso señalar algunos factores atemporales que no han sido creados, aunque sí agudizados, por la llegada de la Covid. La educación es uno de ellos, ya que España es el país de la zona euro con la mayor proporción de población entre 25 y 29 años que alcanza como máximo el nivel de estudios del primer ciclo de secundaria. Y los que acceden a una carrera descubren que, «el sistema universitario español no prepara a los jóvenes al mismo nivel que en otros países de la zona euro a la hora de acceder a un puesto de trabajo acorde con sus actitudes y su nivel de formación».
Otra labor pendiente es solucionar la dualidad en las contrataciones, que ha provocado que los jóvenes con contrato temporal sean los primeros en perder su empleo cuando llega una crisis, un problema «obvio desde hace veinte años y que no hemos conseguido resolver», como muestra el hecho que 700.000 de los más de 900.000 nuevos parados fueran temporales. Unos contratos que, además, han ido reduciendo su duración en la última década de una media de cuatro meses hasta por debajo de los tres, si bien este acortamiento «es algo que estamos viendo también dentro de otras economías avanzadas».
Esta situación, declaró Óscar Arce, está teniendo tres consecuencias básicas -y tampoco nuevas- en la vida de este colectivo: un mayor retraso en la emancipación –«El 87% de los nacidos en 1988 seguía viviendo con sus padres a los 26 años, cinco puntos más que los que habían nacido doce años antes»– , un retroceso de la vivienda en propiedad –«en solo una generación la tasa ha caído en 20 puntos porcentuales, algo que no hemos visto jamás en las últimas décadas en este país»– y una reducción de la natalidad, que ha sufrido una caída del 20% en enero de 2021.
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