Picassent, el corazón de Amazon en Valencia

LAS PROVINCIAS visita esta plataforma logística un año después de que fuera inaugurada y asumiera el trabajo de la de Paterna, ahora cerrada y que hasta su llegada era el referente para el área metropolitana de Valencia. La misma, con 12.000 metros cuadrados edificados, no está diseñada como un gran almacén como el que existe en Madrid u Onda, que son mucho más grandes, sino como un lugar en el que los paquetes que van dirigidos a la mayor parte de la provincia de Valencia y comarcas del sur de Castellón y norte de Alicante, están de paso. Aquí es donde se pone a punto toda la infraestructura para que los 45.000 envíos diarios (hay capacidad para hasta 83.000 para picos como el inminente Prime Day) lleguen rápido y en perfectas condiciones.

La mayor parte de los trabajadores de DQV6, el nombre técnico de Amazon Picassent, arrancan su jornada a la 1 de la madrugada debido a que es por la noche cuando hay que realizar el grueso del trabajo. Tal y como explican los responsables de planta, nada más llegar se les asigna un puesto, ya que existe una rotación continua, y se realiza una primera reunión de seguridad y funcionamiento tras recoger los lectores de códigos de barras de dedo y el smartphone en caso de que sea necesario. Porque todo está digitalizado y cuenta con avances tecnológicos de primer nivel que hacen más sencillo el trabajo a los 190 empleados. Una vez superado este paso suele comenzar a sonar la música que les gusta tener para motivarse. Y en pocos minutos empiezan a llegar los camiones con la mercancía, que se vacía en los once muelles de carga habilitados, conocidos como 'la playa'.

Los carros con los paquetes también se descargan y pasan al primer escalón de la planta logística de Picassent. El proceso consiste en procesarlos leyendo una primera etiqueta que traen con el lector y poniendo otra en función de la dirección final a la que tengan que llegar. Las instalaciones cuentan con dos máquinas inductoras que realizan este proceso de forma automática, aunque suele ser necesario que una u dos personas también respaldan este trabajo haciéndolo de forma manual.

Una vez tienen los datos, los paquetes avanzan por la cinta transportadora y son distribuidos en las cuatro líneas dobles con las que cuenta la planta. Mientras avanzan por una primera en altura un supervisor vigila que todos los productos estén en buenas condiciones y correctamente marcados. Si es así están preparados para caer por un tobogán y llegar a la última cinta automática que verán.

Los paquetes van llegando poco a poco y los operarios leen con sus dispositivos los códigos que marcan dónde debe terminar el producto. Si una etiqueta está marcada como 'C-23 3A' significa que debe ir al pasillo 23 y ser colocado en la bolsa 3A. Así que el primer paso es agruparlos en unas cajas negras donde estarán todos los envíos de un pasillo en concreto.

El siguiente paso es ya el relleno de las diferentes bolsas de colores que son habituales ver a los repartidores. Con el escáner de dedo los empleados de los pasillos van leyendo las etiquetas para saber en qué saco (todos están colocados perfectamente ordenadas en las estanterías) debe ser introducida la mercancía. Pero lo curioso es que no tienen que contar para saber si es el quinto de la tercera fila ya que se enciende una luz de colores en cuanto se lee el código de barras alrededor de la bolsa, lo que agiliza mucho el trabajo.

Todo está programado para que estas bolsas de colores nunca superen los 15 kilos, el peso máximo que se considera que puede llevar una persona. En el caso de que el paquete sea más pesado o sea muy voluminoso, el protocolo marca que debe ser gestionado por dos personas.

Con las bolsas ya cargadas y cerradas, que suelen llevar paquetes para una misma zona de una municipio, entran en juego otros trabajadores. Son aquellos que se dedican a cargar los carros con diferentes sacos, que encajan como si de un Tetris se tratase y se dejan preparados en una zona específica. Previamente se han planificado las rutas para que todo cuadre en un recorrido concreto.

Por su parte, el reparto queda externalizado, aunque las empresas –que pueden recibir un ingreso extra si se pacta customizar los vehículos con los logos de la multinacional– tienen las aplicaciones de Amazon. Entran en juego a las 10:30, cuando las diferentes furgonetas comienzan a llegar.

Tras una verificación entran en la zona de carga y son distribuidos en aparcamientos donde deben cumplir un estricto protocolo de seguridad que es verificado por un empleado formado para el cargo. Ycuando tienen el visto bueno meten las bolsas de los carros en las furgonetas y parten. Como novedad, algunas de las empresas de reparto han comenzado a utilizar vehículos eléctricos para determinadas zonas de Valencia o incluso motos para el centro de la capital de la Comunitat. Lo importante es tratar de que se entreguen el máximo de paquetes (la tasa está en el 99%) ya que sino el mismo debe volver a ser procesado por la tarde en las instalaciones. Y el proceso vuelve a comenzar.