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Si compró un piso en cualquier municipio de la Comunitat Valenciana entre 2006 o 2008, no siga leyendo. De verdad. No merece la pena castigarse, ya sabe que la crisis fue muy dura, que los precios se desplomaron y, si no ha tenido que poner el suyo en venta, puede mantener las esperanzas de recuperar en el futuro el dinero que está pagando cada mes de hipoteca y hasta sacarse un beneficio. Eso sí, al paso que vamos, ese último escenario será dentro de bastante tiempo, según advierten los expertos.
Los precios del metro cuadrado en la Comunitat se sitúan a día de hoy algo por encima de los mil euros frente a los más de 1.450 que se registraron en el momento de máxima tensión de la burbuja, en 2007. Esto significa que los que se embarcaron en el empeño de comprar un inmueble en lo más alto de la escalada perderían un 45% de lo que se gastaron en él, sin contar el resto de dinero requeridos para la transacción como los gastos de hipoteca, gestoría, notaría, impuestos y demás, que se ahondarían las ya abultadas pérdidas.
Hablar de medias estadísticas en un caso tan concreto como el valor de una propiedad puede resultar impreciso, pero facilita el análisis. En ese sentido, el conjunto de España sigue un 35,7% por debajo del máximo registrado en la cresta de la ola, según el ranking del tercer trimestres de 2018 que elabora la tasadora Tinsa IMIE para lo que denomina los mercados locales.
De hecho, la situación de la vivienda en la Comunitat depende mucho de qué provincia se tome, porque Alicante es una de las que mejor se está comportando de España para los que compraron y tienen prisa por recuperar lo gastado, mientras que Castellón viaja en el furgón de cola nacional. Así como la primera está a un 32,9% de lo que fue, la provincia norte de la región no llega hoy a ser un 48,1%.
Y eso que la oferta actual en el mercado no es toda la que podría haber, ya que 505.029 inmuebles están vacíos desde el estallido de la crisis de un total de 3,18 millones que existen en el parque valenciano, según los datos del Ministerio de Fomento y el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto supone que el 15,8% de los inmuebles que hay en la región están deshabitados. La puesta en marcha de medidas de estímulo para sacar al mercado estos inmuebles son muchas y, en el caso valenciano, quieren incluir incluso sanciones.
La intención de la Administración es que engrosen la oferta de alquiler y abaraten los precios, pero los que prefieran deshacerse de ellas antes que arriesgarse a enfrentarse a inquilinos morosos o molestias de distinto tipo volverían a ensanchar la brecha, empeorando el proceso de recuperación ya de por sí magro.
Aún así, la otra cara de la moneda en este juego de oferta y demanda está en lo que los compradores están dispuestos o son capaces de pagar. El mismo informe de Tinsa advierte que los españoles destinan de media el 17,2% de sus ingresos familiares brutos (antes de pagar impuestos y otras deducciones) a afrontar el primer año de hipoteca.
Alicante es la provincia valenciana donde más parte de los ingresos se come la casa, con un 15,6%. Le sigue Valencia con un 14,2% y Castellón, con un 13,3%. Todas están por debajo del nivel del 25% que se considera sostenible para no encarar problemas y que por ahora sólo se indica en los casos de Madrid y Barcelona, con un sacrificio para sus nuevos hipotecados del 26,1% y del 26,4%, respectivamente.
Los pisos comprados en lo peor de la burbuja en Valencia valen ahora un 45,3% menos, una situación mejor que la media de la provincia, pero sólo ligeramente. No ocurre así en Alicante, donde el mercado se ha animado hasta dejar su distancia frente a máximos en un 32,9%, mejorando la media nacional, autonómica y de su misma provincia. Si valencianos y alicantinos lamentan esta situación, los que compraron en la capital de La Plana son los que se llevan la peor parte, ya que su casa vale un 44,8% de lo que les costó. En todo caso, no es un caso único.
Una decena de ciudades registran una caída acumulada superior al 50% desde los máximos que alcanzaron en la parte expansiva del ciclo. Es el caso de Guadalajara, donde el descenso acumulado es del 57,1%, y también de Lleida (-55,6%) y Zaragoza (-53,9%).
La diferencia se reduce por debajo de la barrera del 30% en las dos grandes capitales y los principales núcleos de las islas. El precio medio de la vivienda terminada en Barcelona está un 23,8% por debajo del nivel que alcanzó en el tercer trimestre de 2007. En Palma de Mallorca, la caída acumulada desde su máximo en el cuarto trimestre de 2007 es del 25,3%, y en Madrid el descenso suma un 27,6% desde el tercer trimestre de 2007.
Abriendo el foco, Baleares es la autonomía que menos siente ya el trallazo de la devaluación, aunque sus inmuebles valen un 21,4% menos que en sus mejores momentos. De cerca le sigue Madrid, que continúa perdiendo cerca de uno de cada cuatro euros que se pudo pagar en su día.
A un tercio del valor se sitúa actualmente lo que se compró durante lo más rumboso de la escalada en comunidades como Galicia, Canarias, Extremadura, Asturias, Cataluña, País Vasco y Andalucía. Con efectos peores que los que padece la Comunitat está Castilla-La Mancha, donde lo que en su día costó 100.000 euros hoy vale 47.500. Por el estilo se mueve La Rioja o Aragón, cuyo choque con la realidad sigue dejando un rastro sangrante.
La vivienda en valencia
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