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Dos es compañía, tres es multitud' reza el sabio refranero español que, en este caso, podría llevar como ejemplo la actual relación entre el Consell y la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) –la patronal, pues es la representante valenciana de la CEOE–, y que tiene como tercer actor a la Cámara de Comercio de Alicante. Que la relación entre el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y el de la CEV, Salvador Navarro, no pasa por su mejor momento se palpa desde la dana. Por un lado, por las críticas de este último a la gestión de la catástrofe por parte del Gobierno valenciano (el central también ha recibido su correspondiente tirón de orejas); por otro, la maniobra desde el equipo de Presidencia para situar a Navarro en la famosa comida del jefe del Consell de aquel mediodía, hecho publicado en medios nacionales y que Navarro desmintió de forma rápida. Un movimiento que, además, llegó hasta Génova, donde el presidente de la patronal tiene hilo directo, algo que no gusta en el Palau. A cuenta hay que sumar la reunión que mantuvo la CEV con Feijóo en Madrid en noviembre para abordar la situación tras la dana –y que no sentó bien en la calle Caballeros– poco después de mantener otra con Pedro Sánchez en la Moncloa.
Esa primera grieta en la relación entre ambos se ha agrandado en las últimas semanas: llamativa fue la ausencia del president en la conferencia que el empresario pronunció en el Fórum Europa Tribuna Mediterránea (toca recordar que hace apenas un año el propio Mazón presentaba a Navarro en este mismo foro en Madrid, incluso ambos compartieron corbata 'made in Elda') y frío fue el saludo que se dieron en la presentación del programa de ayudas 'Ara Empreses', como rápida la salida del dirigente de la CEV al terminar el acto.
¿Qué ha pasado en estos meses para que la relación se haya tensado tanto? Un tercero en discordia. O en concordia, por aquello de que el tercero se considera «hermano» del jefe del Consell. No es otro que el empresario y presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, Carlos Baño, encargado de agitar las aguas del empresariado alicantino y de reactivar (de nuevo) el debate sobre las distintas organizaciones empresariales y cuál debe ser la interacción e integración entre ellas. Dicho en otras palabras, reabrir una herida que Navarro lleva intentando cerrar desde que accedió al cargo: articular una patronal autonómica con entes provinciales tras la liquidación de Cierval, Coepa y CEC y sin dependencia de las ayudas públicas (el 70% de su financiación es privada).
Propuesta que nunca ha gustado a Baño, que tampoco lo ha escondido. De hecho, los desencuentros y tiranteces entre Baño y Navarro no vienen de ahora. Su propia candidatura a la Cámara, que finalmente la CEV apoyó; determinados fichajes de la patronal; convocatorias alternativas en protesta por las pobres inversiones que recibe Alicante; la presencia de Nuria Montes en el Consell; el papel de Uepal, etc. Y a pesar de ello, convivían. Hasta que llegó la dana. Y parte del empresariado alicantino, provincia donde muchos señalan que Mazón ha buscado refugio tras el devenir de los últimos meses (se observa incluso en sus discursos), optó por volver a la carga en la persona de Baño, que disparó la artillería pesada contra la CEV el pasado diciembre, durante una entrevista en 'La 8 Mediterráneo'. «Las cámaras somos las que representamos a todo el tejido empresarial», «la patronal representa a las empresas que pagan cuotas», «imposición» o «responde a orientaciones políticas» (en referencia a la desaparición de las regionales) son algunas de sus reflexiones en un programa que generó gran malestar en la CEV, tanto que no acudió unos días más tarde a la Noche de la Economía Alicantina. ¿Motivo? Se había sobrepasado la línea roja del respeto institucional.
Con esa marejada de fondo, y con la cuerda tensa entre Mazón y Navarro, Alicante ha continuado con el pico pala para socavar la figura del representante de la patronal valenciana, al que algunos también piden que vuelva a mirar un poco más a la Comunitat en vez de a Madrid (es vicepresidente de la CEOE y lleva la comisión de relaciones con las Cortes). Dicen que con el visto bueno de la Generalitat. Si no, no se entienden los últimos movimientos: por un lado, la empresa que dirige Baño (Tescoma) se ha dado de baja de la CEV, una decisión empresarial pero que hay que leer en clave de cuestionar el papel de la patronal; por otro, la salida de IFA (Institución Ferial Alicantina) de la CEV con el visto bueno de la consellera Marián Cano. Sin entrar a si una empresa pública debe estar o no en una patronal, lo cierto es que no han sentado bien las formas (la CEV se enteró prácticamente por la prensa) ni ha pasado desapercibido el momento. En paralelo, Feria Valencia, donde la decisión se ha aparcado en el último momento tras haberse evidenciado el divorcio existente entre Alicante, la CEV y el Consell que no beneficia a nadie, y menos a la economía valenciana.
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