Si de carreteras se hablase, una sería la A-7 (o la AP-7) y otra la V-21. Porque son los ejes sobre los que se asientan dos polos industriales valencianos. A un lado, Almussafes, con la factoría Ford y su industria auxiliar; a ... otro, Albuixech que, de la mano de Stadler Valencia, tiene una gran oportunidad para la generación de un clúster potente de la industria ferroviaria valenciana. Los números conseguidos en los últimos años por esta empresa centenaria (su origen se remonta a los talleres Devís) así lo avalan, con una duplicación de plantilla en seis años o un volumen de cartera de negocio que se ha multiplicado por siete.
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Así lo ve, por ejemplo, el director de la Cátedra de la Empresa Familiar de la Universitat de València y miembro del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), Alejandro Escrivá, que es claro al afirmar que Stadler es un buen ejemplo de una empresa «beneficiosa y necesaria». Escrivá la sitúa como una industria tecnológica media-alta de las que la Comunitat Valenciana tiene un déficit respecto al Estado y que genera un gran valor añadido. Además, resalta que juega un papel clave en la meta de cambiar el modelo productivo para contar con una estructura que pueda generar un mayor valor añadido.
También el presidente de Stadler Valencia, Íñigo Parra, reconoce esa ambición de hacer de Albuixech un «centro tecnológico y de fabricación ferroviario de referencia a nivel mundial«. Para Parra, que se ha mantenido al frente de la planta valenciana desde los años de Alstom (luego pasó a Vossloh y, en 2015, a la suiza Stadler), »consolidar el proyecto industrial en la Comunitat supondrá aumentar la inversión, crear más empleo estable y atraer industria auxiliar. Los éxitos logrados en los últimos tiempos, atribuibles al equipo de Stadler y a muchos agentes de la sociedad valenciana que nos apoya decididamente, confirman que estamos en el buen camino«.
«Sin embargo, nos queda mucho trayecto por recorrer. De ahí, nuestro empeño en mantener la capacidad de innovación y de competitividad de esta planta frente a terceros e incluso, al resto de centros productivos del grupo. Estamos ante una oportunidad única para nuestro territorio que sólo alcanzaremos con el apoyo y compromiso de todos», asegura en declaraciones a LAS PROVINCIAS.
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El último ejemplo de impulso de ese polo industrial se ha dado esta misma semana, cuando la compañía suiza anunciaba la adjudicación del que, hasta ahora, es su mayor contrato tanto en volumen de dinero como en número de vehículos: 4.000 millones para suministrar hasta 504 vehículos a un consorcio formado por seis operadores de transporte de Alemania y Austria. Y se hacía con el proyecto denominado 'VDV-Tram-Train' gracias a un modelo de tren 100% valenciano, el 'Citylink', diseñado y desarrollado por la factoría de Albuixech. De hecho, toda la ingeniería de este contrato se va a desarrollar en Valencia, ya que es el centro de referencia de la compañía para este modelo.
Queda por decidir el lugar de fabricación, donde entrarán en juego los costes logísticos, dada la proximidad de otras fábricas al mercado de entrega del contrato, y los costes laborales. Si finalmente Stadler Valencia se hace con la producción, podría suponer una carga de trabajo para más de diez años y se traduciría en la generación de entre 500 y 1.000 empleos además de una inversión en capacidad de entre 50 y 100 millones.
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Algo similar a lo que sucedió con la consecución de parte del 'megacontrato' para los nuevos trenes de Cercanías de Renfe (998 millones y la fabricación de 59 trenes), donde Stadler anunció en su día que conllevaría la creación de medio millar de puestos de trabajo y así ha sido. En este sentido, la factoría de Albuixech cuenta actualmente con 1.600 trabajadores, de los que 400 son ingenieros dedicados exclusivamente a ingeniería de producto. Esa cifra prácticamente se ha duplicado desde 2016, cuando la plantilla total ascendía a 823 empleados.
En este sentido, Mabel Pisá, profesora e investigadora de ESIC Business and Marketing School, ensalza el hecho de que una industria de este tipo genere tantos puestos cualificados y contribuya a crear un verdadero ecosistema positivo. Pone el foco en esas pequeñas empresas proveedoras que ya se encuentran a su alrededor y conforme crece Stadler van adquiriendo un mayor tamaño hasta el punto de que pueden buscar otras vías de negocio paralelas.
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Y es justo este efecto potenciador el que llena de optimismo al sector. El decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana (COIICV), Salvador Puigdengolas, afirma que se alegra cada vez que se hace público que Stadler Valencia consigue un nuevo pedido de gran magnitud, algo que cada vez es más habitual. Aún así, el representante de los ingenieros deja claro que esto no es fruto de la casualidad y remarca el papel de la dirección de la planta de Albuixech que encabeza Íñigo Parra. Además, valora positivamente que se genere talento en la planta con profesionales formados en las universidades valencianas.
Íñigo parra, presidente de stadler valencia
Ese 'in crescendo' también se observa en la cifra de negocios, los resultados netos y la cartera de pedidos, según se desprende de la información recogida en las cuentas depositadas en el Registro Mercantil. Así, las ventas pasaron de los 205,06 millones de 2016 a los 361,94 millones de 2020 (último ejercicio presentado), mientras que los resultados se han disparado un 570%: de los 3,05 millones de 2016 a los 20,44 millones de 2020. Ejercicio, además, en el que Stadler Valencia cuantificó en más de dos millones el impacto de la pandemia.
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Respecto a la cartera de pedidos ha evolucionado de los 518,10 millones contabilizados en 2017 a superar los 1.000 millones en 2019 y situarse en los 3.500 en 2021, si se toma como referencia los contratos obtenidos en el ejercicio. Desde el metro de Lisboa o trenes para Nápoles a los Cercanías de Renfe, pasando por vehículos para Ferrocarrils de Cataluña o las 57 locomotoras diésel destinadas a KiwiRail, que supuso el primer pedido para Stadler a Nueva Zelanda y un hito, ya que este mercado es tradicionalmente para los fabricantes americanos y asiáticos y provocó que la planta de Valencia esté ya en presente en los cinco continentes.
El futuro del ferrocarril, considerado un transporte clave para la Unión Europea en su plan de descarbonización, pasa por la investigación y las energías más limpias. Por ello, la factoría valenciana quiere aprovechar los fondos europeos de reconstrucción para impulsar el desarrollo de locomotoras propulsadas por hidrógeno y baterías eléctricas como alternativa a las diésel. Un nicho de negocio de gran calado ya que el 40% de las líneas ferroviarias europeas no están electrificadas y el porcentaje es similar en España. Esa línea de trabajo pasa por desarrollar los prototipos de vehículos de forma que la tecnología pueda extenderse y así abaratar los costes, ahora muy elevados. De ahí, por ejemplo, el acuerdo con Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) para estudiar y demostrar la viabilidad de los trenes de hidrógeno no sólo desde el punto de vista tecnológico sino también desde el económico, además de comprobar la estabilización del uso de este combustible.. El prototipo se probará en el TRAM de Alicante.
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