B. González
Aielo de Rugat
Sábado, 27 de mayo 2023, 01:27
En pleno valle de Albaida, al límite de la comarca de la Safor, y con la sierra de Benicadell al fondo, la vida se vive de diferente forma. El sentido comunidad adquiere más fuerza, sobre todo si hablamos de pueblos que no llegan a los ... 200 habitantes, en la que es raro no tener algún lazo de parentesco con el vecino.
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Hablamos de Aielo de Rugat, un pueblo donde la vida bulle por tramos horarios. Fuera de ellos, el silencio es la nota predominante y es difícil encontrarse con gente en la decena de calles que conforman el núcleo urbano. Las 8:30 horas de cada día, de lunes a viernes, es uno de esos momentos donde hay vida en la calle. Es la hora de la llegada del panadero y los vecinos (principalmente vecinas) acuden a comprar ante la falta de establecimiento en el municipio.
Es el mejor momento para preguntar por las nueve mayorías absolutas de su alcalde, Jaime Soler Todolí. La respuesta generalizada es que «no hay alternativa y a los que se presentan por otro partido, no los conocemos».
La respuesta da una idea de que con días de antelación se puede intuir que no va a haber cambio en la alcaldía. En estos comicios son dos las candidaturas que concurren: la de Jaime Soler, por el PP, y la del PSPV, con Núria Hernández. Una persona que en el pueblo desconocen quién es. «De aquí del pueblo, no», aseguran.
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Tampoco se puede poner cara porque no hay cartelería, algo que resulta extraño, en plena vorágine electoral. En Aielo nada hace pensar que haya elecciones.
Los vecinos no recuerdan desde cuando no hay mítines. «La gente es reacia a acudir a estos actos. Está la experiencia de los primeros años en los que acudían solos los candidatos y las sillas se quedaban vacías», explica el propio alcalde. Algo que corrobora Rafaela, una de las vecinas que ha ido a la plaza a comprar el pan, «la gente no acude, vamos directamente a votar el día de las elecciones».
Volviendo al hecho de las mayorías absolutas, Rafaela explica que al ser un pueblo pequeño, con cada vez menos habitantes y más envejecidos, los pocos jóvenes que hay no quieren implicarse porque trabajan fuera. «Nos viene bien que se presente la misma persona, porque ya lo conocemos y le damos el voto».
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No obstante puntualiza que «aquí nadie da a entender si es de un partido u otro. De alguna forma todos somos familia y nos conocemos. Si se presenta otro candidato por otro partido y es de fuera, si no lo conocemos, aunque podemos ser de las ideas de ese partido, no nos da confianza. Se vota a la persona», insiste.
Mª José también tiene claro por qué tantos años con el mismo alcalde y sin oposición: «porque lo hace bien y porque tampoco hay alternativa. Como ya lo conocemos lo votamos. Votamos a la persona más que al partido porque nos relacionamos con él en el día a día», subraya.
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El grupo de mujeres que se congrega ante la furgoneta del panadero opina de igual forma, «ante uno que no conocemos, preferimos al que sí conocemos y que hace cosas por el pueblo».
En lo que es la plaza y calle principal: la de la iglesia, el consultorio, el Ayuntamiento y el bar, encontramos a una de las nuevas habitantes del pueblo. Una joven que lleva a su hija al colegio rural, donde cursan nueve alumnos de distintas edades. «Hace poco que me compré aquí la casa. Será la primera vez que vote aquí. En lo que llevamos, el alcalde se ha portado bien con nosotros», explica y asegura que ir a vivir a Aielo de Rugat es una de sus mejores decisiones. El pueblo, uno de los que lucha por la despoblación, también los han recibido con los brazos abiertos.
Todo apunta a que no habrá sorpresas el domingo. «La jornada será muy tranquila y sin ninguna emoción... como sabemos ya el resultado», apunta Vicenta, por cuya casa, a la salida del pueblo, hace parada el panadero.
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Esa tranquilidad se nota también en el alcalde y aspirante a revalidar por décima vez la alcaldía. Jaime Soler nos tiene que atender en su puesto de trabajo, en la única empresa del municipio, una empresa de cerámicas. El Ayuntamiento no se puede permitir que el alcalde esté liberado y cobre un sueldo, por eso, el móvil es su principal herramienta de gestión municipal.
Jaime insiste en que se presenta por responsabilidad. «A las demás personas de la candidatura les ofrecí que fueran como candidatos, ninguno aceptó».
Eso a pesar de que, subraya, ser alcalde de un pueblo pequeño supone también un sacrificio. «Estás a disposición de los vecinos las 24 horas del día y los 365 días porque siempre hay alguna incidencia y en el Ayuntamiento no tenemos personal, sólo una persona que actúa como brigada municipal y la secretaria que compartimos con Rugat».
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Al respecto apunta una anécdota: «una vecina llamaba a la puerta de mi casa a las once de la noche para pedirme la llave de la iglesia. Tenía que regar unas plantas», porque él también tiene las llaves de la iglesia y se encarga de tocar la campana para ir a misa.
Jaime comenzó en política a los 23 años, cuando aún el Partido Popular era Alianza Popular. A pesar de tener clara su ideología, asegura que nunca ha intentado convencer a sus vecinos, pero reconoce que algo ha influenciado porque cuando se presentó por primera vez el Partido Socialista siempre ganaba las autonómicas y generales y luego cambió el sentido del voto, «eso es porque he transmitido confianza», subraya.
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De hecho, no quiere quitarse méritos por el hecho de que las candidaturas alternativas que se han presentado en los últimos comicios han estado encabezadas por gente de fuera. «Antes sí que se presentaba gente del pueblo y también ganaba».
A pesar de ese historial de 36 años de alcalde ininterrumpido y nueve legislaturas de mayorías absolutas, nunca le han ofrecido ir en las listas autonómicas o ser diputado provincial. Algo que tampoco le importa demasiado, «no lo quiero porque es asumir más responsabilidad a cambio de nada y prefiero seguir dedicando los esfuerzos a mi pueblo».
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Una jornada en la que en Aielo se estrenarán algunos jóvenes en esto del voto. «Unos cinco nuevos votantes», apunta el alcalde y explica que la gente suele ir a votar por franjas horarias. La mayor afluencia de votantes se produce a primera hora de apertura, «aquellas personas que tienen algún compromiso»; antes de comer y la última hora.
«Alguna vez el presidente de la mesa me ha preguntado si no podíamos llamar a los que faltaban para saber si iban a ir a votar y así terminar antes. Le he tenido que explicar que hay que estar sí o sí hasta las 20.00 horas».
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Jaime Soler, el alcalde de las mayorías absolutas en la Comunitat, vivirá la jornada del 28M diferente al resto de candidatos de otros municipios, no ya porque, con toda probabilidad, tiene asegurada la continuidad, sino porque para él contar con el respaldo de sus vecinos supone una satisfacción personal, afectiva, más allá de lo político.
En España hay un alcalde de un pueblo de Salamanca, Villaseco de los Reyes, que le supera en mayorías y en años gobernando. Lo hace desde 1979.
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