Togada y hundida, fin de ciclo para Cs

Aquello fue el principio del fin. No hay otro punto de partida. Una vía de agua incontrolable que encontró en Valencia, además, todas las circunstancias favorables para expandirse. Dos nombres propios marcan el pasado en Ciudadanos. Toni Cantó fue el primer síndic que decidió subirse al bote salvavidas del PP. Por un error no pudo integrarse en las listas de Ayuso. Pero no hubo problema en alistarse en un proyecto tan vacío como pretencioso: la oficina de defensa del Español.

Ruth Merino fue la siguiente en dejar sus principios para mejor oportunidad y emprender el camino que tanto había criticado. Ahora será diputada del PP. Simplemente con esos antecedentes y su propia biografía, cabe reconocer el valor de Mamen Peris por situarse al frente de un partido que amenazaba ruina. Peris tiene cierta experiencia en fugas. En abril de 2011, a dos meses de las municipales, dimitió como edil en Alboraya pese a la vinculación al entonces alcalde Manuel Álvaro y montó un partido (UPPA) para su aventura en solitario.

Su campaña ha sido de una intensidad admirable -con enfrentamientos incluso con su equipo- y un optimismo a prueba incluso de Ciudadanos. Hasta el último momento, pensó -o eso trasladaba- que su partido entraría en Les Corts, que las encuestas no recogían el pulso de la calle. «Están cocinadas al gusto del pagador. No me preocupan», zanjó en su momento. Ni siquiera ser la única candidata femenina le dio posibilidades.

Su intuición -o quizá su fe porque es una persona de profundas convicciones religiosas- se ha demostrado errónea. Tampoco en ningún momento pudo devolver la unión a un grupo parlamentario que ya pensaba en otros asuntos. Hubo un intento casi a la desesperada de bajar el listón electoral del 5%, pero el Botánico ni se atrevió a plantearlo.

Quizá sea momento de que Peris busque la toga en el armario y vuelva a los estrados. La ambición de la candidata, siempre quiso ser consellera, parece ahora más lejana que nunca. Ximo Puig ya no podrá contentarla por esa última labor de restar votos al PP.