Nuria Vega
Viernes, 17 de junio 2016, 15:30
La campaña del 26 de junio llevará a las hemerotecas las estampas de un candidato que atesora casi tantas instantáneas con ganado, verduras y pescado como 'selfies' por las calles de España. A fuerza de visitar lonjas, explotaciones agrícolas y ganaderas, Mariano Rajoy se ha acostumbrado a aparecer en las fotos con gorritos protectores, cascos para visitantes, batas blancas o a recordar que logró evitar el rescate con el mugido de una vaca de fondo. Vaca asturiana para más señas, como la de ayer. "Yo quiero hacer un elogio al campo español", proclamó en San Martín de Podes el líder de los populares.
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Su ruta por el mundo rural no es caprichosa. El PP cuenta con que 15 millones de personas habitan en pueblos pequeños y han supuesto tradicionalmente un importante granero de votos para el partido. Además, en las circunscripciones en las que se reparten tres y cinco escaños, como es el caso de Guadalajara, Teruel, Navarra o Ciudad Real, atar dos de los diputados en liza supone para Rajoy la posibilidad de "marcar la diferencia" con el resto de formaciones.
"Ningún otro partido se preocupa por las zonas rurales", subrayan en la dirección del PP. Pero tras los datos, análisis, sumas y restas, se esconde, además, la voluntad de trazar un perfil del presidente como "hombre sencillo y cercano" que conecta con los ciudadanos de a pie. Los electores, en definitiva, a los que recuerda en cada mitin con su estilo particular: "Tenemos una gran nación y tenemos algo más importante, españoles".
Esa pretensión explica los vídeos electorales del jefe del Ejecutivo en funciones "caminando rápido" por los paseos de las principales ciudades españolas, los actos al aire libre frente a monumentos como La Alhambra, o la "emoción" de un presidente en el campo de alcachofas que el miércoles visitó en Tudela, la capital de la ribera navarra.
El propio Rajoy confesaba ayer en la ganadería familiar Carbayeda, en Asturias, su intención de realizar una campaña "muy pegada la terreno" y de regresar a lo que considera su "hábitat natural". En ese espacio no podía faltar Pontevedra, su ciudad y el lugar donde fue declarado persona non grata con los votos de los socialistas, el BNG y En Marea. "Es un disparate, además de una injusticia, y a mí me gustaría que el Ayuntamiento rectificase y me quitase ese título que no tiene ninguna gracia", reclamó poco antes de pisar las calles gallegas. El gesto político le dolió más que el puñetazo propinado por un joven pontevedrés en diciembre en un recorrido parecido al que realizó ayer mismo sin incidentes.
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