Ni fiesta ni alegría en una sede de Ciudadanos desierta antes de la medianoche

No hubo fiesta. No había motivos. El apoyo valenciano a Ciudadanos se desplomó en sólo seis meses. De media docena de diputados en la Comunitat en abril a dos en noviembre. Las encuestas lo anunciaron y las urnas lo confirmaron. Y en ese escenario electoral el cuartel general del partido de Rivera en Valencia, el Hotel Senator, se vio desangelado, sumido en el frío del desencanto. Y las palabras de su candidata al Congreso , María Muñiz, reafirmaron el motivo: «Las victorias se celebran y de las derrotas se aprende».

Los líderes de la formación tardaron en salir. Muñoz, que había llegado poco más tarde de las 19 horas al hotel donde siguió el escrutinio, no compareció ante los medios hasta que no lo hizo Albert Rivera. Se acercó al escenario arropada por miembros de la candidatura y otros políticos de la formación como Toni Cantó y Fernando Giner. Fue escueta. Poco más de un minuto duró la intervención en la que se comprometió «a seguir defendiendo la libertad y la igualdad».

Muñoz, que compareció con rostro afectado, destacó a la vista de los resultados que arrojaron las urnas, la necesidad «hoy más que nunca» de «un proyecto de centro y moderado como el nuestro». Y de esa necesidad hizo virtud al apuntar, con reconocimiento de lo acontecido, que ahora «toca aprender desde la oposición». Una breve referencia al anuncio de ejecutiva urgente realizada por Rivera cerró la intervención de la candidata, quien recibió el aplauso de varias decenas de seguidores, no demasiados, que acudieron a un cuartel general electoral donde el silencio fue el rey de la noche electoral y que quedó desierto antes de medianoche.