![Cremà de la falla grande municipal 2023](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/03/19/_JS_6690-kmB-ROGDDQmVLFNunAvFJU9DZJK-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Se acallan los petardos. Se silencian las bandas de música. Los banderines se descuelgan de las fachadas. Los camiones de la basura recogen las cenizas. El humo se disipa. Valencia ha vivido la que ha sido quizá la edición más multitudinaria de las Fallas, una ... fiesta clave para la ciudad. Este domingo por la noche ardieron casi 800 monumentos, el último de ellos el de la plaza del Ayuntamiento, convertido en un inmenso corazón ardiente, metáfora perfecta de la Valencia fallera. Pero tras el paso del huracán festivo, toca la jornada de reflexión. Hay que repensar la fiesta, estudiar lo que ha ocurrido y ver en qué se puede mejorar. El futuro de las Fallas depende, en buena parte, de ello.
No lo dice LAS PROVINCIAS. Son las propias comisiones las que, quizá alentadas por los tres años tristes y sobrios de la pandemia, empiezan a no ver como normales cuestiones que tal vez nunca lo fueron. Como la Crida, que ha pasado de ser un acto más o menos solemne a convertirse en un macrobotellón peligroso para los propios falleros. O la Ofrenda, que terminó el domingo a las 3 de la madrugada tras un retraso generalizado (el alcalde Ribó se justificaba antes de la mascletà diciendo que bueno, otros años había pasado también tarde, no era para tanto). O las verbenas, que han pasado de convertir la Lonja, Patrimonio de la Humanidad, en el urinario más grande del mundo, a transformar Ruzafa en un barrio en el que la basura y el olor a orines se adueña de cada rincón.
La previsión es que la cremà se alargará hasta bien entrada la madrugada. Las previsiones de los bomberos es que las fallas ardieran en distintos enclaves de la ciudad hasta «las dos o las tres de la madrugada», según la concejalía de Protección Ciudadana, lo que reduce al mínimo el tiempo que tienen los servicios de limpieza para dejar las calles adecentadas. Las carpas, eso sí, se retirarán a lo largo de la semana: el martes a primera hora tendrán que estar todas fuera de las calles.
En todo ello hay que pensar a partir de este lunes, cuando los falleros amanezcan con ojeras y los madrileños que hayan visto la cremà por primera vez en su vida desayunen en sus hoteles preguntándose cómo puede cambiar tanto la ciudad de la noche a la mañana (literalmente). Porque el fuego se enseñoreó de la ciudad como siempre, o como casi siempre, o como llevaba tres años sin hacerlo: sin cortapisas, sin distancia de seguridad, sin mascarilla que complicara respirar cuando el humo negro subiera hacia el cielo. Había ganas, se ha visto toda la semana, y se dejó notar en la cremà de la falla municipal, la que por tradición debe arder la última (no ocurrió, claro: las cremaes se alargan hasta bien entrada la madrugada, porque en muchas de ellas han de estar presentes los bomberos y no hay tantos como para atender todos los actos a la vez).
El corazón de Manolo García Lleonart y Marina Puche que en la noche del domingo se convirtió en una inmensa hoguera ardiente fue visto por los espectadores de La 2, por donde se televisó la cremà, relegada por Radio Televisión Española. También por decenas de miles de valencianos que quisieron acercarse a la plaza a ver arder a una falla que ha despertado alabanzas y críticas y que ha tenido que ser constreñida en la plataforma que nadie en el Ayuntamiento supo retirar a tiempo, pese a que el Ágora del Diseño tenía que haber estado fuera de la plaza del 31 de diciembre. Será también la última falla de Carlos Galiana como concejal de Cultura Festiva y presidente de Junta Central Fallera, que por fin ha podido vivir unas fiestas sin cortapisas tras tres años complicados. Al trono de Monteolivete volverá Pere Fuset, del que se pueden decir muchas cosas, pero no que no esté implicado con la fiesta.
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Fuset reinará por poco tiempo porque las elecciones de mayo dictarán quién es el próximo concejal de Cultura Festiva. Por ahora sólo se conocen las apuestas de Compromís y PSPV para ese cargo (el mismo Fuset y otra activísima Nuria Llopis). El concejal, o la concejala, tendrá que capitanear la transición de las Fallas desde un modelo que Especial ya ha advertido de que es insostenible sin más ayudas a otro distinto, ayudado quizá por el congreso fallero largo tiempo prometido. Será ahí, en el seno de la fiesta, donde las Fallas tendrán que decidir qué quieren ser.
De esa encrucijada en que se encuentra la fiesta ahora mismo, metáfora perfecta de las demarcaciones donde se plantan, parten distintos caminos. Hay que ver qué hacemos con las verbenas, la Ofrenda o la Crida, sí, pero también si el modelo masivo de este fin de semana es sostenible a largo plazo. O si las fallas de más de 90.000 euros son rentables sin privatizar el espacio público a costa de comercios que están abiertos todo el año y que tienen que cerrar la semana grande. O si las mascletaes valen la pena a los pirotécnicos, para evitar, como este año, que grandes nombres como Reyes Martí y Ricardo Caballer tengan que renunciar a disparar en la plaza del Ayuntamiento.
Es a partir de ahora, como cada año, cuando las Fallas empiezan el ejercicio de 2024. Empezó ya sobre las ascuas de las cremaes de este domingo, con las brasas alumbrando las luces y sombras de una fiesta tan importante para la ciudad como necesaria de una reflexión. Lloraron el domingo Laura Mengó y Paula Nieto mientras veían arder sus fallas, pero sonreían instantes después, avatares del espíritu indómito de una fiesta que ha superado guerras y pandemias.
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