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Un escaparate, una tienda y un rótulo sin los que Valencia no sería la que es. Un comercio con personalidad fundido en la propia personalidad de la ciudad. No en vano es la casa que desde hace cerca de sesenta años peina la fiesta más grande: las Fallas. Desde la emblemática esquina de María Cristina con San Vicente, Hair Up alimenta la icónica estética de la tradición más arraigada en esta tierra. Y no sólo, que es muchísimo, porque desde su mostrador cada año se despachan moños y rodetes para miles de falleras, también porque es la proveedora de las pelucas de la Virgen de los Desamparados. Y además, vende las pelucas que para cualquier otro uso se puedan necesitar.
LAS PROVINCIAS visita Hair Up (Pelos Arriba), la mítica tienda de escaparate irresistible, «el más fotografiado de Valencia», situada en un estratégico emplazamiento urbano donde un rótulo anuncia 'pelo para valenciana', además de pelucas y posticería, y que desde la primera mascletà muestra en su vitrina de cabezas las indispensables testas falleras de colores descansando sobre una Senyera.
Es una casa de cine y también de teatro. En más de una ocasión ha saltado a la gran pantalla y su suelo lo han pisado grandes artistas como Alaska, Concha Velasco, La Terremoto de Alcorcón, La Prohibida, Paloma San Basilio y el mismísimo Ricardo Darín, «un señor muy amable y educado», relata la fundadora de la casa, Marisa Alcobendas. También Bigote Arrocet se pasó un día por allí en busca de un postizo del pelo que le da nombre. Se había afeitado y lo necesitaba para actuar en el Olympia.
Hair Up (Pelos Arriba) llegó al número uno de la avenida de María Cristina en 1991 cuando ya había asentado sus cimientos en la calle San José de Calasanz. Y Marisa, mujer valiente que hoy cuenta con 84 lucidísimos años, es la protagonista indiscutible del relato. «Empecé en 1968, embarazada de mi hijo Vicente un mes antes de que naciera. Puse una peluquería en la calle San José de Calasanz. Era joven y no tenía miedo a nada». Se lanzó a peinar y al negocio de las pelucas pasando por «las mallas», aquellas piezas de pelo natural con las que las mujeres iban a la peluquería para que las peinarán. «Ahora ya no es así», advierte Marisa.
En estos tiempos los rodetes, las trenzas y los moños se venden ya peinados y en la peluquería los colocan. Pero también ahí está la firma Hair Up, que desde el día después al de San José se pone manos a la obra para preparar el pelo de las Fallas siguientes. «Todo el año haciendo moños y siempre faltan», apunta Marisa. A las palabras de la madre se añaden las de su hijo, Vicente Peris, para señalar que «nunca he contado cuántos moños y rodetes vendemos cada año, pero son miles». Millares que multiplicados por años se convierten en muchos millares. Algunas llegan con su propio pelo para que la acreditada firma les prepare las piezas. Otras, las menos, optan también por los moños sintéticos.
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Sea como sea, lo cierto es que pocas falleras, por no decir ninguna, han dejado de visitar Hair Up en busca del emblemático peinado de valenciana, clips, horquillas y los sprays más convenientes para fijar el cabello que lucir en la ofrenda u otro acto. «Algunas son muy previsoras y vienen pronto, pero otras lo dejan para el último momento», aclara sonriente Marisa.
La tienda recibe tras el escaparate de dos hojas y acabados de acero plata, muy propios de su época, con un elegante y clásico mostrador de madera desde el que atienden Inma y Marisa, hijas de Marisa Alcobendas, quienes junto a su ermano Vicente son las que hoy regentan el negocio. «El mostrador es el que tenía en la papelería que tuve durante muchos años», apunta Inma. Los cristales a través de los que hoy se ven los moños y otros productos para el pelo todavía muestran las marcas de las estilográficas que acogieron en otro tiempo. Y esos tan atractivos cajones y cajoncitos en los que las papelerías guardaban los plumines son ahora el lugar para el producto estrella: el pelo. «El mostrador lo restauramos al cerrar la papelería y lo trajimos aquí. En varias ocasiones nos los han querido comprar», señala Inma. Pero por nada del mundo lo quieren vender.
La familia tiene muy claro que allí hay que guardar el sabor de siempre. Lo prueba el clásico teléfono de baquelita negra y rueda para marcar que cuelga de la pared; un tesoro. Relata Vicente que hace unos años reformaron el encantador local para ganar espacio y lo que estaba muy claro era que la fachada no se tocaba, tampoco el rótulo. Tenía que permanecer, sí o sí, la tan llevada y traída expresión 'pelo para valenciana' ante la que propios y extraños se detienen y que incluso saltó a las tablas del cercano Teatro Olympia cuando un «humorista lo mencionó diciendo que Valencia era una ciudad donde había una tienda en la que vendían pelo para valenciana y que como era murciano no podía comprar», cuenta la fundadora de Hair Up, nombre de tienda que quiso poner Vicente siendo muy joven en aquellos tiempos en los que llamar a las cosas en inglés concedíua emoaque. Y eso que a la madre, a Marisa le daba un poco de vértigo un nmbre tan moderno. El tiempo dio la razón al hijo.
Con la reforma mantuvieron la fachada, el mostrador y «las molduras de escayola del techo» y, además, se cuidaron mucho a la hora de elegir las baldosas para el suelo, pues nadie diría que no son tan antiguas como parecen. En la casa cuelgan fotografías de Alaska, que «hace unos años tenía una actuación con Fangoria en Valencia y durante el viaje una de las acompañantes del grupo que tenía que actuar perdió la peluca al asomarse por la ventanilla de la furgoneta», recuerda Vicente. Claro, le llamaron a él y encontraron la solución.
Y cuelga también desde lo alto una gran estampa de la Virgen de los Desamparados. Las pelucas de la patrona desde hace ya muchos años las ha preparado Marisa Alcobendas. Además, cuando la Mareta requiere que se le revise su rizada melena también acude al uno de María Cristina. «Le he regalado varias pelucas a la Peregrina» y a la imagen que brilla en el altar de la Basílica. Tras la última restauración de la venerada imagen fue Hair Up la firma que le donó la peluca.
Ya lo ven, Hair Up está viva escribiendo la historia de Valencia. Lo hace desde la avenida de María Cristina y desde su otra tienda en la calle San Vicente. Si los próximos días 17 y 18 contempla el largo desfile de la ofrenda a la patrona de Valencia, sepa que es muy alta la probabilidad de que el peinado que luzcan las falleras bajo las peinetas y sobre las 'arracades' haya salido de Hair Up. Si es de los que gusta de la fotografía y se detiene ante su fachada para inmortalizarla en su cámara, no olvide que se encuentra ante una casa con estilo propio que se funde con la personalidad de Valencia. O quién sabe si al revés. Ese es el valor de las tiendas.
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Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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