Urgente Suspendida por la lluvia la corrida con Talavante, Ortega y Tomás Rufo

En el viaje iniciático hacia la esencia valenciana, se aliaron los astros en vísperas del verano para disfrutar de una jugosa paella huertana en el ... corazón de la Albufera, cuya preparación, un hermoso espectáculo de raíz religiosa como ocurre siempre con la cocina en general (la alta, pero también la popular) discurrió según ordenan los distintos mandamientos arroceros e incluyó por lo tanto ese momento tan especial llamado 'comboi'. Un prolegómeno del que no tenía noticia pero que sirvió para que mi yo interior confirmara lo que sospecha desde antaño: que eso es la vida, en realidad. Un largo prolegómeno. Un entretiempo. En nuestras manos está que sea una espera divertida.

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La sombra del 'comboi' me acompaña desde entonces, porque me parece una cumbre de la sabiduría: de la alta y también de la popular. Precede mis pasos e ingresa estos días en territorio fallero bajo la misma idea central: que lo importante no es lo que sucede, sino lo que antecede al hecho en sí. Una filosofía de vida (sí, alta filosofía, pero desde luego popular) que ayuda a entender las Fallas como eso: como un largo, larguísimo preámbulo. Nunca tan extenso como el actual, porque arrancó cuando ardieron los monumentos allá en el lejano marzo del 2019 (ha pasado una glaciación desde entonces) y se ha ido solidificando durante meses y meses, según el ritual marcado en el calendario fallero que se ha ido adaptando a nuestro tiempo pandémico. Como resultado, el mundo fallero ha alumbrado un 'comboi' parecido al baile de la yenka. Un 'comboi' sobresaltado, poco jubiloso. Un 'comboi' de supervivientes que prefiguraba unas Fallas igual de distintas respecto a sus precedentes: vividas con el alma en vilo, como si en realidad estos días fueran el 'comboi' del 'comboi'. Un prolegómeno fallero, una fiesta en voz baja, que sirve como sucedáneo para las Fallas que vendrán, las auténticas que deberán aterrizar en marzo entre nosotros.

De modo que el domingo será el turno de abrir un cierto paréntesis. Otro 'comboi' entre Fallas de verano y Fallas de primavera. Sospecha que confirmaba estos días mientras veía al mundo fallero atacar su calendario, organizar la intendencia, levantar sus monumentos: que el espíritu de la fiesta consiste en reunirse, charlar, contarse chistes, confraternizar. Y que las Fallas, incluso estas veraniegas tan desfiguradas por la gota fría, siempre consisten en eso. En recuperar la bendita costumbre de un 'comboi' infinito. La pura vida.

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