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óscar calvé
Domingo, 28 de julio 2019, 14:00
En 1891 e incluida en el programa de la Feria de Julio de Valencia, daba su arranque la Batalla de las Flores. Era la primera de este tipo en España. Se evocaba un combate donde el ejército lo configuraba un desfile de carrozas desde las cuales señoritas de buena condición social lanzaban flores al público asistente. Esta tarde los más afortunados, mejor dicho, los más despiertos y valientes (las entradas on line duraron unos minutos y la adquisición de los tickets para palcos requirió de colas de varios días) disfrutarán de ese espectáculo actualizado.
Valencia fue la pionera en la celebración de la batalla de las flores, y quizá a causa del éxito de esta, poco a poco fue extendiéndose este evento en otros lugares del este de la península, generalmente en el contexto de los festejos carnavalescos y vinculados a la llegada y la exaltación de la primavera. Es el caso de Murcia, que ya en 1899 conmemoraba una batalla de similares características. La novedad acabaría imponiéndose en lugares de todo el país: Córdoba, Bilbao o la localidad cántabra de Laredo son buena muestra. Precisamente en Laredo fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, en reconocimiento a su extraordinaria continuidad. En 1908 se celebró la primera edición, y hasta hoy, solo fue interrumpida durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939. Allí se celebra el último viernes de agosto, para clausurar el período vacacional estival. También en América triunfó esta modalidad, si van a los carnavales de Barranquilla (Colombia), comprobarán que el acto estrella del programa es una batalla similar a la valenciana.
Volvamos a Valencia, ciudad que introdujo la batalla floral en nuestro país, aunque sufriera una persistencia más bien endeble. El promotor principal de esta festividad fue don Pascual Frígola quien ostentaba el título de Barón de Cortes de Pallás, así como el cargo de presidente de Lo Rat Penat, institución esta dedicada a salvaguardar la lengua y cultura valenciana. Pascual Frígola fue también un relevante político nacional, diputado en Cortes y senador vitalicio, quien dedicó importantes esfuerzos a la escritura. Fue él quien ideó la Batalla de las Flores de la Feria de Julio. Una calle paralela a la Avenida Doctor Waksman le homenajea, si bien su recuerdo relacionado a la batalla de las flores dispone de otro honor: el principal premio de las carrozas que desfilan se denomina Barón de Cortés. No debe olvidarse que inmediatamente antes de la batalla se desarrolla un concurso, el de las carrozas decoradas ornamentalmente con flores, distribuidas en varias secciones que compiten por el anhelado premio.
Actualmente se considera que Pascual Frígola importó una celebración que habría vivido en persona en suelo francés durante alguna de sus documentadas estancias en aquel país. Ciudades de la Costa Azul como Niza o Cannes, o la próxima Nimes, ya celebraban esa batalla, si bien desde poco tiempo atrás. La más antigua parece que se organizó en Niza, en 1876, sólo quince años antes que la valenciana.
Aunque en Valencia gozó de una gran aceptación en aquella primera edición de 1891, pronto el entusiasmo se fue diluyendo, a causa principalmente de los complejas vicisitudes políticas. Habrá que esperar hasta 1931, cuando el entonces concejal Enrique Durán y Tortajada proporcionara nuevos bríos a la batalla, consolidada tras la traumática postguerra. En el transcurso de ese tiempo se evidencia un cambio en los protagonistas de la comisión organizativa. Si en sus orígenes eran aristócratas y burgueses valencianos los encargados de preparar los festejos (y de paso exhibir su poder), a mediados del siglo XX serán las fallas quienes asuman esa responsabilidad. Así se explica que las señoritas de alta alcurnia que lanzaban flores desde las carrozas a finales del XIX, sean ahora el grupo de falleras mayores e infantiles pretendientes al trono del próximo ejercicio fallero.
La decisión del jurado en la asignación del premio recae sobre los artistas falleros, artífices de esos elaborados carros que antes de desfilar se cubren en primer lugar con una costosa planta denominada guardalobo destinada a servir de fondo a la composición floral. Para que el color, el olor y la algarabía no distraigan al asistente, a las ocho de la tarde las carrozas participantes en la batalla harán un primer recorrido al circuito, durante la cual los jueces valorarán la calidad de las carrozas. Las características artísticas que sopesarán son dos, la vistosidad y el colorido. El segundo desfile por el itinerario se dedica exclusivamente a la guerra. Suena una carcasa y. ¡Sálvese quien pueda! Hora y media frenética en la que se lanza una cantidad desmedida de claveles de agosto, conocidos popularmente como 'clavellons'. Desmedida es un calificativo óptimo. El año pasado fueron un millón de flores, pero es que en 2009 la cantidad superó los tres millones. A buen seguro la cantidad que se use esta tarde acabará creando un tupido y colorido manto en el Paseo de la Alameda.
Batalla de flores 2019
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