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Lola Soriano Pons
Valencia
Martes, 14 de mayo 2024, 00:57
Ni uno ni dos, sino centenares de flecos de oro han sido vandalizados del manto que portó el domingo la Virgen durante el Traslado y ... la entrada en la Catedral de Valencia, donde quedó expuesta hasta el inicio de la celebración de la misa Pontifical a las 12 de la mañana.
El destrozo ha sido tal, que ha generado un malestar importante de los donantes del manto, una familia de Manises, como también por parte de los Seguidores de la Mare de Déu y de la propia camarera de la Virgen que se entrega todo el año a la Mareta y mima cada uno de los actos a los que asiste la imagen, además de custodiar su valioso ajuar, con muchas piezas regaladas por entregados devotos.
El enfado no es por una una cuestión baladí, se trata de que durante los 32 minutos que duró el Traslado desde la Basílica a la Catedral y la siguiente media hora larga en que se expuso la imagen en la Catedral, a la espera de la misa Pontifical, hubo gente que, amparada por el anonimato dentro de la masa, se dedicó literalmente a arrancar trozos de los flecos salomónicos que se crearon en exclusiva para este mano y de forma artesanal.
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El resultado es que son muchos los faltantes, no fue un caso aislado. Algunos de ellos debieron de ser extirpados durante el Traslado. De hecho, los donantes del manto, que prefieren conservar el anonimato por ser una ofrenda hecha desde el sentimiento más íntimo de fervor a la Mare De Déu y en memoria de sus progenitores, aseguran que todo «el manto es una obra de artesanía. Los flecos que han arrancado están hechos por los mejores tiradores de oro, los valencianos Hijos de Emilio Gómez, expertos en pasamanería de oro y plata», indican.
Recuerdan que sólo un metro de flecos costaba unos 1.500 euros y llevaba diez metros «y cuando encendimos la televisión para ver el Traslado, de inmediato reconocimos que la Virgen llevaba nuestro manto. La verdad es que es un manto muy valioso, costó en 2009 más de 60.000 euros, y pensamos que es un manto más de camarín, no para llevar en un Traslado».
Afirman que cuando «empezamos a ver que había gente que se acercaba en el Traslado a darle tirones a los flecos para arrancarlos, decidimos apagar el televisor porque no podíamos soportarlo. Estamos tremendamente tristes». Incluso detallan que expertos bordadores «de la zona de Andalucía, de Sevilla, que lo vieron por la televisión de inmediato nos llamaron y nos dijeron que cómo era posible que la gente se aupara para rozar el manto».
Desde el colectivo de los Seguidores de la Virgen, su presidente José Luis Albiach, explica que tanto «desde la Basílica como los Seguidores estamos cansados de repetir que no hace falta lanzar a niños hasta la imagen para demostrar su amor por la Mareta ni es digno que arranquen flecos».
Recuerda que el Traslado es «una procesión solemne desde la Basílica a la Catedral. El manto que llevaba era bueno y llegamos a la Catedral con muchos flecos arrancados. Se advertía que no lo hicieran y había gente que nos contestaba de malas formas».
Muy molesto con estas actitudes, aclara: «No pueden pensar que es un recuerdo de la Virgen, hacer eso es una barbaridad y ahora se tiene que restaurar y cuesta trabajo y dinero». Por eso hace un llamamiento «para que se respeten los mantos porque, además de su valor económico, es muy importante el punto de vista de los sentimientos porque son piezas donadas por promesas o agradecimientos y no se puede jugar con eso».
Además, durante el recorrido del Traslado, desde algún balcón y también una devota que iba detrás e la imagen, lanzaron agua, pensando que de este modo refrescarían a los asistentes, y los Seguidores, Eixidors y Portaors tuvieron que indicar que cesaran de tirar agua porque eso podría estropear el manto, que es de seda.
También la camarera de la Virgen, María Dolores Alfonso, está disgustada con estas actitudes. Detalla que más que en el Traslado, «fue cuando entraron la imagen a la Catedral cuando hubo gente que se lanzó a arrancarle los canutillos lisos y de bolas de estilo salomónico».
De hecho, explica que cuando fue a arreglar a la Virgen «a las 13.30 horas para los actos de la tarde, un Seguidor de la Virgen me entregó dos de los canutillos que consiguió rescatar». Y es que se encontró con una persona que se los había arrancado y le convenció para que lo devolviera.
La verdad es que, una vez la Virgen se depositó en la zona del altar, una multitud se arremolinó entorno a la imagen, algunos sólo para estar cerca de ella, otros para pasarle un pañuelo, pero más de uno pegó tirón al manto.
Como explica María Dolores Alfonso, «esto no se hace a una Madre». Explica que se le puso un manto bonito para que estuviera guapa y para «dar la dignidad que se merece a la Misa Pontifical, pero la Virgen es nuestra Madre y a una Madre se le admira, se le debe de tener respeto, se protege, no se le arranca el ropaje. Las personas que se lo han llevado no han actuado bien».
Como camarera siempre al servicio de la Mare de Déu reconoce que se entiende «que por devoción se acerquen al manto, le pasen un pañuelo o una estampa, pero no arrancarle piezas y causar destrozos». Y es que hasta ahora, en alguna ocasión, ha podido desaparecer uno o dos flecos, pero no lo que ha sucedido ahora.
Para que se entienda la importancia de respetar el ajuar de la Mare de Déu y, en concreto el valor de este manto donado en 2009, cabe destacar que ya lo lució la Mare de Déu durante un tiempo en el camarín. Se puso también para el Traslado de la Virgen para la campaña de 'Un poco de muchos', en la que los valencianos pudieron dar 'una puntaeta', es decir, colaborar en el bordado de uno de los mantos que se obsequió para el centenario de la Coronación de la Virgen.
Antes de encargar el manto, los promotores hicieron estudios de varios mantos, visitaron museos, recopilaron los sentimientos valencianos que hay detrás de la Salve a la Virgen de los Desamparados, para que el diseñador del manto, el malagueño Eloy Téllez se inspirara.
La creación artesanal del bordado se confió a otro experto malagueño, Juan Rosén, un bordador de sueños. Y todo ello se completo con una seda de raso del valenciano Rafael Catalá y el hilo de oro y los flecos lo firmaron en Hijos de Emilio Gómez, también valencianos y grandes tiradores de oro. Y para la puntilla de bolillos que la Virgen lleva en el frontal y el Niño en las bocamangas, se realizó el encargo a Jordi Roca y Carlos Díaz Aranda, maestros bolilleros de Vila Nova i la Geltrú.
En cuanto a los motivos o dibujos que lleva este manto, cabe destacar que hay una referencia al yelmo con el dragón alado de Jaume I, como rey cristiano y, precisamente, el encargo del manto se hizo cuando los valencianos conmemoraban el octavo centenario del nacimiento del monarca.
También se ha bordado un motivo muy típico de Manises: 'els alfabeguers', recipiente de cerámica donde se pone albahaca para perfumar las estancias de las casas, algo que también los donantes quisieron vincular con el origen de sus padres, que eran de Manises, y con la rosa perfumada con la que se hace referencia a la Virgen.
No faltan en el diseño flores de azahar y naranjas y también flores plasmadas en forma de palmeras, como si fueran fuegos artificiales y se completan con racimos de uvas (símbolo de la Sangre de Cristo) y lleva muchas perlas incrustadas, para referirse a la Mare de Déu como la 'perla del Turia'. De hecho, para hacerlo posible encargaron perlas de importación de gran calidad y de distinto tamaño.
Y, como curiosidad, si en la mayoría de los mantos, el traje del Niño se hace como una continuidad de la tela del manto de la Virgen, pero en este caso, se personalizó y Eloy Téllez hizo un diseño diferente e inspirado en la cúpula de los ángeles músicos de la Catedral.
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