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Una nube cubrió el centro de Valencia durante la tarde, el cielo estaba como queriendo dar un respiro. El paseo de la Alameda estaba ya teñido de albero y Valencia volvió a lanzarse flores en el último domingo de julio.
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Algo distinto se respiraba en el ambiente justo antes de empezar. No eran las flores, ni la tierra ni siquiera provenía de los caballos. Era parte de ese ambiente de fiesta que envolvía el centro de la ciudad después de dos años. La gente iba accediendo al recinto y se sentaba en sus asientos con impaciencia por el arranque. Los que se habían quedado sin entrada buscaban el mejor hueco detrás de las vallas y se agolpaban con la esperanza de que les llegara alguna flor.
La centenaria fiesta dio comienzo. Era la fiesta que faltaba por recuperar tras la pandemia. La Batalla de Flores recuperó este domingo la tradición única en España y que sirve de perfecto cierre de la Gran Fira.
El desfile de las carrozas dio comienzo. Todas fueron tripuladas por falleros, con la excepción de las carrozas de la Junta Central Vicentina, la Regina dels Jocs Florals y las representantes de las fiestas hermanas de Castellón y Alicante.
La primera vuelta fue la de exhibición. En ella el público pudo contemplar bien cada una de las carrozas y su decoración, e incluso participar indirectamente en el concurso dando su propia opinión y debatiendo entre acompañantes. La segunda vuelta, para la entrega de premios; es el momento de comprobar si acertaron las quinielas. En la tercera, se abre fuego y se dispara, sin ningún tipo de reparo, la munición prevista.
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Durante las dos primeras rondas el público, que abarrotaba el paseo de la Alameda desde el puente de Aragón hasta el del Real, no dejó de gritar y aplaudir a las falleras que saludaban desde las carrozas. Los ánimos desbordaban el paseo, convertido en el telón de fondo del mejor espectáculo. El show acaba de comenzar y cuando aún no sobrevolaba ni una sola flor, el ambiente ya estaba en lo más alto.
Teniendo en cuenta que los graderíos y los palcos estaban muy disputados no es de extrañar que hubiese tanto público y aficionados buscando una ubicación aunque se limitaran a mirar y no pudieran ser partícipes de la batalla. Han sido más de 10.920 personas las que se han inscrito este año para poder participar en el sorteo de los palcos. Otros 60 palcos se pusieron el sábado a la venta en las taquillas de Viveros y en total, entre las inscripciones sorteadas y las entradas a la venta en taquillas, son un total de 425 palcos. Los graderíos también estaban hasta los topes.
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El concurso sobre la decoración de las carrozas estuvo muy disputado pero finalmente el taller de Francisco Tarazona se llevó el máximo galardón. Y, tal y como ocurrió en la última Batalla de Flores antes de la pandemia, fue la fallera mayor infantil de Valencia, Nerea López, quien levantó el estandarte del Barón de Cortes de la sección Especial A. La carroza estaba inspirada en la famosa película de Disney 'Coco' y el lema 'La Llorona'. Sorprendió al público por su nivel de detalle y de complejidad.
Y en esta sección, el primer premio fue para la fallera mayor de este año, Carmen Martín y su corte de honor. La carroza con el lema 'Mitològiques', creada por Vicente Julián García Pastor y Carlos Corredera.
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Mientras, en la sección Especial B, el primer premio fue para el 'Año Berlanga', de Santiago Muñoz y Sergio Lis, tripulada por la fallera mayor de Valencia 20-21, Consuelo Llobell junto a su corte de honor. Las trece vestidas de folclóricas como sacadas de una de las cintas del cineasta valenciano. En esta sección, el segundo puesto fue para la carroza de la fallera mayor infantil 2019, Sara Larrazabal. Con el lema Bioparc era de Naran Carrozas. Las jóvenes falleras vestidas de indígenas deslumbraron al público.
Una vez entregados los premios dio comienzo la mejor parte, la más esperada de las batallas. Desde el palco de las autoridades no hubo ningún pudor, el lanzamiento de flores lo cogieron con ganas en este palco donde estaba parte de la corporación municipal, incluido el alcalde Joan Ribó, el concejal de Cultura Festiva, además de los concejales de partidos de la oposición municipal.
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En el resto de palcos y en las gradas se desató la locura. La gente agarraba a puñados los clavelones y los lanzaba a las carrozas. Los raquetazos de las falleras que las tripulaban devolvían la flor al público. De pronto, en el suelo se empezó a formar un manto amarillo y naranja, que se hizo cada vez más denso hasta tapar casi por completo la arena. La batalla continuó con el público desatado e incluso la batalla siguió pese al aviso que marcaba su fin.
Esta tradicional fiesta que se instauró en 1891 por iniciativa de Pasqual Frígola, barón de Cortes de Pallás, se celebra a imitación de unos combates lúdicos parecidos que se celebraban en Niza, en la Costa Azul. Hoy en día es una de las fiestas más particulares y que tan sólo se celebra en Valencia.
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Tras la batalla y ya de noche se celebró en el centro de Valencia un 'correfoc' que arrancó a las once de la noche y que consiguió llenar de chispa y luz las calles de la ciudad. Las collas que participaron fueron L'Infern Faller, Els Socarrats de Campanar, La Colla de Dimonis de Montolivet y Els Dimonis de Massalfassar, desfilando por las Barcas, el Ayuntamiento y Marqués de Sotelo hasta la Estación del Norte.
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