Urgente La juez de la dana imputa a la exconsellera Pradas y al secretario autonómico Argüeso

Hace justo un año, servidor reflexionaba sobre el verano que íbamos a tener. Era el verano el 22 y aunque parezca lejano, la realidad es ... que muchas de las reflexiones de ese artículo siguen presentes. Hoy en 'El sitio de mi recreo' voy a realizar un ejercicio de autocrítica, de reflexión sincera y de análisis valorando lo que hicimos, lo que no hicimos y lo que, a mi humilde opinión, podemos todavía hacer.

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Abro un obligado y personal paréntesis previo. No quiero empezar esta reflexión sin unas merecidísimas líneas de agradecimiento, respeto, admiración y de amistad a mi querido Francesc Colomer, nuestro secretario autonómico de Turismo. No sé si seguirá en el puesto, el bueno de Carlos Mazón es un tipo listo y a bien seguro que apostará por los mejores como ya ha expresado, pero Francesc es de los mejores. Su labor y principalmente su trabajo, están ahí. Incansable, perseverante, conciliador, con sentido de estado, su presencia en cualquier acto desde la coherencia y la honestidad, han hecho que su gran trabajo nos convierta en todo lo que somos y seremos, una industria turística unida, moderna, sostenible, y con un gran futuro. Gracias Francesc, de corazón.

Ahora, al lío. En aquella columna de julio del 22 titulada 'El verano que viviremos peligrosamente' reflexionaba sobre un verano venidero entonces en el que se vaticinaba récords de ventas e ingresos, récords de turistas con gasto alto y los problemas de casi siempre, la falta de personal, el acortamiento social de la temporada y los más preocupante, la enorme inflación de aquellos días y su perjuicio negativo en la rentabilidad. Pues bien, batimos récords, tuvimos grandes números estadísticos de visitantes y de su gasto, nos apañamos con el tema de personal, y combatimos la inflación con algunas subidas de precios y con ajustes contables. Lo hicimos, costó, pero lo hicimos. No me canso nunca de repetir que la mayor virtud de la hostelería es su capacidad de adaptación. Demostrado, nos adaptamos. También en aquella reflexión, mi amigo y maestro Óscar Carrión, junto con Nico Ayela, nos compartió ocho posibles claves para afrontar ese verano.

Aunque haya pasado un año, poco ha cambiado así que os las vuelvo a compartir:

1. Implantar la cultura del dato. «Lo que no son cuentas, son cuentos».

2. Control de compras. «Gastar menos para ganar más».

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3. Control de cocina. «Lo que no se mide, no existe».

4. Control de sala. «Además de servir, vender con cabeza, no sobrevender».

5. Dirigir bien. «Como va bien, no dirijo. Error».

6. Precios Coherentes. «Precios honestos con el cliente y con nuestra rentabilidad»

7. Formación, formación y formación. «Que tengamos la caja llena no significa que lo sepamos todo. Fórmate».

8. La buena muerta empresarial. «Cuánto más he vendido más he perdido».

La verdad es que las cosas han cambiado poco. El verano que ya disfrutamos y todo lo que nos queda de él por delante, se presenta con unas perspectivas de récord. Esperamos más turistas que nunca, su gasto diario sigue y sigue creciendo, aunque sus estancias sean más cortas. Los horarios se han regulado de una manera normalizada, la precariedad laboral ha mejorado muchísimo, la falta de personal se va solucionando con la buena gestión del talento y la obligada necesidad de nuevos planteamientos empresariales eficientes más que eficaces. Es fácil, aunque no lo parezca, me voy a permitir daros un consejo: en cada establecimiento debemos definir las necesidades reales y cubrirlas desde la búsqueda de perfiles diversos.

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Me explico: personas a 20 horas, otras a 32, otras a 40; personas que solo quieran trabajar los fines de semana o al contrario que solo quieran trabajar de lunes a viernes, personas de mañanas, de tardes, de noches. También personas de primera línea o de segunda línea sin contacto con el cliente, también muy necesarias. Analizar y resolver, ese el camino. No pensemos en lo que queremos, pensemos en lo que necesitamos. Hay personas para todo, nuestro trabajo, y a la fin nuestro éxito, depende de cubrir eses necesidades, simplemente eso. Es el momento de cambiar las preguntas. Piénsalo, quién dijo miedo.

El tema de la inflación y la rentabilidad merecen una reflexión más sesuda y meditada. Os la debo. Vaya por delante que la hemos capeado más o menos bien según los datos que se publican. Bravo por ello, pero es importante que sigamos midiéndolo todo y todo, analizando los datos, estando al día de todo. Es necesario no caer en la complacencia del éxito y fomentar la autocrítica como herramienta de mejora. Es necesario, insisto, seguir adaptándonos como sabemos.

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Y termino con mis mejores deseos de un verano maravilloso, con trabajo, con buen clima laboral, con la merecida rentabilidad y con la sana convicción de que somos una industria necesaria para un futuro mejor. Sigamos adaptándonos y muchos éxitos. En mi reflexión del año mi palabra bonita era esperanza. Este año también lo es, aunque le añadiría la palabra fe. Sin fe no hay esperanza. A por ello.

Reflexionemos.

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