Vaya por delante que esto no es una reflexión política. Si alguien la ve así, le pido disculpas. Lo siento, me he dejado llevar por la vorágine de estas últimas semanas. Espero, al menos, que no os aburra mucho. Como bien sabéis, 'El sitio de ... mi recreo' solo quiere ser un espacio de unión y reflexión sobre el maravilloso mundo del servicio, sus profesionales y la sala. Siempre ha existido la máxima o la certeza de la discreción de los profesionales al servicio del cliente. Y sí, existe. Pero no por ello, quienes trabajamos por y por los demás, carecemos de opinión, reflexión o ideas varias. Pensar y reflexionar, aunque a algunos no les guste, es libre. Hagámoslo.
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Según La Confederación Empresarial de Hostelería de España (única organización empresarial que representa a nivel estatal al conjunto de más de 300.000 empresas que integran el sector de la hostelería) el sector de la hostelería se acercó en junio a 1,9 millones de trabajadores afiliados a la Seguridad Social, según los datos de afiliación de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social. Los datos actuales de julio todavía no están, pero seguro que estamos muy cerca de los dos millones de profesionales de la hostelería en estos momentos en España. Entienden ahora el título, ¿verdad? Pues sí: somos cerca de dos millones de personas en este país las que nos dedicamos a esto de dar de comer y beber. Casi nada.
No voy a entrar en otros datos que reafirmarían y aumentarían el número de personas que trabajamos en este noble oficio. No voy a enumerar todo el conglomerado de trabajadoras y trabajadores de empresas afines y necesarias de la hostelería. Tampoco voy a dar daros datos socio-económicos de las diferentes situaciones del colectivo. Y mucho menos voy a lanzarme a la calle enarbolando la bandera de la revolución. No, palabra. Esta reflexión os la dejo a vosotros. Sí, a vosotros, tanto a profesionales como a clientes. Y sí, esto va de profesionales y de clientes, tan sencillo como eso. Lo que voten los clientes les afectará a los profesionales de la hostelería y recíprocamente, lo que votemos los camareros y las camareras, los cocineros y cocineras, los y las recepcionistas y otros tantos compañeros y compañeras, esos dos millones, afectará a nuestros clientes. Jo, vaya responsabilidad.
Como os decía al principio, mis palabras de hoy solo son de reflexión. Quienes debéis reflexionar sois cada una y cada uno de vosotros. Los datos son lo que son. Dos millones de personas, dos millones de votos buscando unos fines y unos objetivos comunes por encima de las inquietudes personales de muchos, muchos. Aunque las matemáticas no se me dan demasiado bien, algún amigo estadista me ha afirmado que dos millones de votos, dependiendo de las provincias, podrían ser entre 12 y 24 escaños. Un único sector podría tener las llaves del gobierno, pero para ello deberíamos tener opciones y lamentablemente hay bien pocas. Me explico, he visto muy pocas propuestas de mejoras en nuestro sector entre los diferentes programas electorales. He visto posibles mejoras generales en materia social pero pocas concretas para la mejora de nuestro colectivo. Pocas, muy pocas.
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Mención y agradecimiento especial merece la Confederación Empresarial de Hostelería de España quien sí ha sido capaz de elaborar una serie de propuestas dirigidas al nuevo gobierno que venga en materias tan nuestras como la formación, la conciliación, la fiscalidad, la contratación o la sostenibilidad y la cadena de valor. Bravo por ellos. Os invito a leerlas.
Y termino con mi personal y última reflexión. Sé que es una quimera el pensar que si votásemos todos lo mismo, conseguiríamos más. La libertad de pensamiento es uno de los mayores atributos de nuestro sector, aunque prime siempre nuestra discreción. Somos inclusivos, sostenibles, solidarios hasta la médula, como bien demostramos en plena pandemia. Somos libres, iguales, diversos y comprometidos. No estamos muy unidos, pero sufrimos y los alegramos por igual. Y somos muchos y muchas y tenemos la capacidad de poder elegir entre las diferentes opciones que se nos presentan intentando pensar un poco más en el bien común de nuestro sector antes que en el bien individual. Esto, repito, es solo una reflexión.
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Hoy mi palabra bonita es 'trellat'. Es una palabra muy valenciana y sé que la entenderéis. Me es difícil traducirla, pero tal vez sea lo más parecido a cordura, mesura o hacer las cosas pensándolas previamente y buscando el bien. Trellat, mucho trellat.
Reflexionemos.
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