La primera camarera que me sirvió se llama Paquita y es mi madre. Ella empezó a mimarme nueve meses antes de abrir los ojos en una mesa para dos que compartía con mi melliza Mari Paz. Ella ya tenía experiencia en esto del servir con ... Cristina y Ramón. Ellos vinieron antes y fueron sus primeros comensales en una mesa de cariño y mimo. Ella, siempre ella, es y ha sido la mejor camarera de mi vida. Ella, siempre ella, me enseñó a servir desde su mimo, sus valores, sus cariños y su dulzura. Ella, siempre ella, me ha servido desde el amor y me ha inculcado el respeto por el servicio, el amor que se pone en el pequeño cuidado que derrochamos a diario. Me ha hecho ser servicial y a la fin, vivir de servir. Yo soy solo un camarero que sirve, que traslado felicidad desde una barra o una cocina. Ella me hizo ser como soy y lo que soy. Ella, siempre ella.

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Son ellas, Vero que me pone el café cada mañana como a mí me gusta. Mari que me da los buenos días desde su peluquería cada mañana cuando paso a trabajar. Amina, Farida, Martha, Johanna, Anabella, Juana, Ceci, Alexa o Aurora que madrugan para dar de desayunar a los hambrientos huéspedes. Marzenna, Helena, Sandrita, mis Andreas, y mi gran Vicky que me alegran el trabajo cansino diario. Conchi y todas las camareras de pisos que hacen mil camas. Son ellas, siempre ellas. Alexandra me sonríe desde la recepción con Alina, Marian, Maitane o Anita, y mi querida Yamila que me hace los días muchos más felices. Son ellas, siempre ellas.

Son ellas, Cristina, Mari Paz e Inés que me recuerdan el rumbo y son faro en mi viaje. Es Maite, quien me quiere y mima, Son ellas siempre ellas. Es Marina que me cuida y tiene mi casita agradable y cómoda. Son ellas, siempre ellas. Miri, Lorena, Denisse y mi Anita, quienes me permitieron enseñarles a ser camareras y son mi orgullo. Son ellas, siempre ellas.

Almudena, María José o Julia me hacen reflexionar con sus escritos y artículos haciéndome creer en la esperanza y el futuro. Son ellas, siempre ellas. Son mi Carmen, mi María, Elsa, Marian, Manuela, Cristina o mi bonica Pilar quienes me hacen amar mi profesión y ser ejemplo de constancia, perseverancia y dignidad. Son ellas, siempre ellas.

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Son ellas, Begoña, María José, Susi o mi Noelia quienes cocinan con amor y me reconfortan en sabor de platos de cariño. Son ellas, siempre ellas. Hoy, y siempre, 'El sitio de mi recreo es vuestro porque sois ellas, siempre ellas.

Bravo por ellas.

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