Sí, son pocos, muy pocos. Aunque pocos, duelen. Ese dolor, del sector que amas, que da ver todo lo que se explota, manipula y abusa de sus mujeres y hombres sin escrúpulos, sin vergüenza y sin dignidad. Y sí, duele mucho porque no es una ... realidad predominante sino solo un minúsculo grupo de indeseables, avergonzantes, cafres, o los bien llamados, empresaurios. Indeseables porque el sector no desea que existan y que no jueguen con las reglas del juego que cumplimos todos.
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Avergonzantes porque humillan y desprestigian un sector que trabaja a diario por su reconocimiento. Cafres por su falta de empatía hacia los demás. Y empresaurios porque siguen anclados en mantras sin sentido de la vieja hostelería. Aquí no todo vale, es un juego reglado y debemos participar con las normas establecidas. No es capricho, es decencia.
Siempre me he preguntado por qué prevalece lo negativo a lo positivo. Por qué damos mayor importancia a la crítica frente al halago. Por qué son virales las vergüenzas y las miserias de hostelería frente al reconocido trabajo bien hecho. Sigo sin tener respuesta.
Actualmente son muchos los altavoces que denuncian, comparten o exponen públicamente las miserias de nuestro sector. Son varios, algunos buenos y otros no tan buenos. Hace poco hice una prueba, publiqué el mismo día una reseña donde se mostraban las graves irregularidades laborales de un empresaurio hacia sus trabajadores, y a la vez una publicación de un establecimiento conciliador, respetuoso y solidario con sus colaboradores o empleados. Creo que todos tenéis claro el resultado. La reseña positiva apenas tuvo repercusión frente a lo viral de la negativa.
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Como antes sigo sin respuestas a esta situación. Usar o divulgar la tan manida excusa que la falta de personal en hostelería está ligada a las precarias condiciones laborales que copan las redes sociales, es un gravísimo error en el que todas y todos tenemos trabajar para erradicarlo. La hostelería es un sector digno y justo. En hostelería se debe trabajar lo que marca el convenio. Es fácil. Es simple. Está claro que nuestro sector posee unas características especiales que nos hace trabajar los fines de semana, que trabajamos cuando los demás se divierten, que los fines de semana son los puntos fuertes de muchos establecimientos o que la conciliación es complicada. Y qué. Somos hosteleros, jugamos a esto y debemos respetar el tablero y las reglas de juego.
Siempre insisto en que la mayor virtud de la hostelería es su capacidad de adaptación. Y nos estamos adaptando, paciencia. Y esos indeseables ni quieren ni piensan hacerlo. Al fuego con ellos. Quien no sea capaz de buscar lo justo, de cambiar las jerarquías por las colaboraciones, de apostar por las tecnologías y la digitalización para mejorar las condiciones laborales, de preocuparse firmemente en la conciliación y la vida personal de sus equipos, o quienes no compitan en conseguir el bienestar laboral, no tienen sitio en este sector.
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Es más, no les queremos. A esos pocos, muy pocos, les invito a irse. O cambiar, aunque algunos llevan dentro demasiados vicios malos. De verdad, no os queremos. Nadie os quiere. Y hoy le dejo mi palabra, palabras, bonita a mi admirado y querido Pitu Roca. «Calidez, cercanía, armonía, confortabilidad, amabilidad, generosidad, hospitalidad... Palabras imprescindibles en una sala para ser increíble. Cocinar es amar, servir es cuidar.»
Cuidemos desde el equilibrio, desde la conciliación, desde el respeto, desde la dignidad. Cuidemos y seremos cuidados.
Reflexionemos.
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