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Pascual Andreu es la tercera generación de una familia que se ha dedicado toda su vida al chocolate, instalados en una ciudad, Torrent, que a principios del siglo XX llegó a tener 63 pequeñas industrias que se especializaron en aquellas barras redondas que todavía hoy Andreu comercializa en hornos, obradores y algún que otro supermercado.
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«En Torrent había mucha tradición», explica Pascual, que ya tiene junto a él a la cuarta generación pisando fuerte para seguir con un negocio que ha tenido sus altibajos, pero que está viviendo un momento dulce. Y nunca mejor dicho. «En los últimos años nos ha ayudado mucho el hecho de que se hayan publicado estudios científicos con los beneficios probados del chocolate», explica el propietario, orgulloso de que el negocio haya sobrevivido pese a los baches.
Pascual Andreu no sabía que hoy es el día mundial del chocolate, una festividad que nació en 1995 y que pretende ser un homenaje a Roald Dahl, autor de 'Charlie y la fábrica de chocolate'. ¿Quién no ha soñado con colarse en aquel enorme edificio que Tim Burton llevó de forma magistral a la gran pantalla? Porque, en realidad, puede que sea uno de los alimentos con mayor aceptación en el mundo. El chocolate siempre se ha asociado al placer y, para muestra, un botón. «Durante el confinamiento nuestras ventas se incrementaron», confiesa Pascual Andreu.
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Con el tiempo, el pequeño negocio del torrentino se ha ido diversificando, adaptándose a los gustos de los consumidores, explorando nuevos productos, como las lágrimas de chocolate. «Sin embargo, la barra redonda es todavía nuestro producto estrella», explica. Y cualquiera que pregunte a sus padres, a sus abuelos, rememorarán tardes de Pascua con la mona y la barra de chocolate cantando La Tarara. Lo que sí tiene claro Pascual Andreu es que prefiere que dejen de comprarle por caro que por mala calidad.
A otro nivel, convertido en uno de los grandes del chocolate, Valor es una de las industrias más importantes de La Vila Joiosa, y Pedro López, presidente de la empresa, contaba hace un tiempo a Las Provincias cómo habían llegado a mucho más gente con aquel lema del placer prohibido. En su caso pertenece a la quinta generación de chocolateros que supieron invertir y modernizar el negocio hasta crear una marca reconocida incluso fuera de nuestras fronteras. Y en La Vila se puede visitar el Museo del Chocolate, desde el descubrimiento del cacao al otro lado del Atlántico.
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