El Mercado de Rojas Clemente funcionado como un oasis en pleno centro de Valencia. Entre el barullo de las grandes avenidas se encuentra este espacio gastronómico con una decena de paradas de toda la vida donde comprar productos gourmet. Fuera se encuentra el bar ... Rojas Clemente, en el que hoy nos centraremos para hablar de sus almuerzos populares, toda una institución en la zona. Es miércoles por la mañana y a las 11.00 horas ya no quedan prácticamanete mesas para disfrutar de este asentado ritual tan valenciano. Hace «tiempo de Fallas», así que el sol acompaña en la terraza para sentarse y disponerse a pedir. Más de cinco camareros atienden a los clientes y lo hacen con muy buen humor y carisma, lo cual se agradece en una mañana entresemana, donde puede invadirnos el estrés.
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En la carta hay treinta variedades de almuerzos. Más de diez tortillas y también revueltos, embutidos y algunas especialidades como titaina, calamares, puntilla, sangre, 'lleteroles' o morro. En esta mañana se han servido más de cien almuerzos, aunque se ha llegado a la cifra de 150 desde las 8 a las 13 horas del mediodía. Matías y Martín Rodríguez son los responsables del bar, dos hermanos que llegaron de Uruguay casi con lo puesto y se han labrado un futuro como hosteleros. «Todo nuestro género es del mercado, desde el embutido a los calamares», apuntan.
¿Cuál es el bocadillo estrella? Ellos lo tienen claro: 'la Jamonada', que consta de patatas a lo pobre, huevos rotos y jamón serrano. Todo ello acompanado de los tradicionales cacahuetes y las olivas.
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Y no hay que olvidar otro elemento importante aunque a veces olvidado de 'esmorzaret' como es el pan. Destaca el del bar de Rojas Clemente al primer bocado. Es artesanal y traído del horno Dorita y el horno Raimundo, otros dos negocios cercanos que llevan décadas en el barrio.
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El almuerzo valenciano sirve como comida de mediodía para la mayoría, sobre todo si se tiene la opción de complementarlo con un buen postre como unas torrijas, opción de la que dispone este bar. «Servimos torrijas bañadas en chocolate y otras con azucar y canela», comenta Martín. Y como no, la comida se redondea con el famoso cremaet con ron quemado previamente.
Pero hay otro secreto para que cada día cueste encontrar mesa libre y es el cuidado del capital humano del bar. «Queremos que nuestros trabajadores estén contentos y hemos luchado para que mantengan sus puestos con un sueldo digno, además de que tengan calidad de vida, es algo que luego se transmite a los clientes», apunta Martín. Desde luego que el buen rollo reina en este imprescindible del almuerzo valenciano.
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