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PAULA MORENO
Jueves, 8 de julio 2021, 18:33
Ese mediodía de julio, lo único que alivia un poco el calor es la ligera brisa que sopla en el paseo marítimo. Los bañistas se acumulan en la orilla de la playa, mientras otros buscan refrescarse en las terrazas de la Malvarrosa. Entre ellos está La Murciana, una arrocería desde cuya terraza se puede tocar la arena. Sus toldos y sombrillas están desplegados para resguardar las mesas reservadas y a los clientes que ya han llegado para comer. Concha Navarro, jefa de cocina de La Murciana, lleva varias horas despachando platos de boquerones y calamares pues, en este local, «los almuerzos han aumentado en los últimos años».
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No obstante, su plato más demandado se pide al mediodía: la paella. Tanto la de marisco como la de pollo y conejo, atrae a las familias que forman la mayoría de su clientela. Abierto desde 1947, es común que los primeros clientes lleven a sus nietos al local. Pero no buscan solo su paella, sino un plato típico de Murcia que preparan: caldero murciano. Este es un plato de arroz y pescado acompañado con alioli, y también se prepara en la Vega Baja.
El pescado tiene un gran peso en la gastronomía de la zona, y es frecuente encontrarlo en los restaurantes del paseo, como en el restaurante La Herradura. Un cartel fuera del local afirma que disponen de ostras valencianas durante todo el año, pero también sirven otros platos tradicionales de los Poblados Marítimos como titaina o allipebre de anguilas con una receta propia, según explica el gerente del restaurante, José Jareño.
Este local, abierto en el 1965, siempre ha estado volcado con el género fresco, como el atún con el que elaboran el tomate con ventresca. «El 80% del producto lo elaboramos nosotros», afirma. No obstante, su plato más famoso es su paella de pollo deshuesado, alcachofa y caracoles, una receta que los fundadores de La Herradura, sus suegros, inventaron para su hija, Amparo Ripoll. Más tarde, otros restaurantes de la zona como el del hotel Las Arenas comenzaron a hacer la receta.
Amparo y José dirigen el negocio de los padres de ella desde hace 27 años, y desde aquel entonces han mantenido una clientela fija, como las familias. También es frecuente ver en su local a madrileños que pasan el fin de semana en la costa valenciana. Ahora que sus comensales habituales han vuelto, José nota que «las personas tienen ganas de gastar», y que se están pidiendo más paellas de bogavante, uno de sus platos más caros.
Junto a este local se encuentra el restaurante Almar, situado en el extremo norte de la Malvarrosa, a unos pocos metros del puente donde acaba Valencia y empieza Alboraya. Aunque también sea una cafetería, en este local es a la hora de la comida cuando acuden más clientes, según explica Eloy Gallard. Sus clientes son «sobre todo familias, aunque por las tardes vienen grupos de amigos».
Su familia adquirió este negocio en 2002, y desde entonces, han creado diferentes platos, como el crujiente de pulpo con base de salsa tártara, pimentón de la vera y patatas confitadas. «Es uno de los platos que más piden los clientes», afirma. Otro especial del restaurante es el crujiente de patas de calamar con pan bao y salsa kimchi. Ambos son platos tradicionales con un toque moderno que se basan en el producto de mar, sello característico de estos restaurantes cercanos a la costa.
En cuanto a eventos, Eloy cuenta que antes se hacían, pero las circunstancias actuales han frenado toda esta actividad. Mientras, los vecinos y turistas vuelven a las terrazas de la Malvarrosa, con ganas de invertir su dinero en una buena comida basada en producto local y con vistas al mar.
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