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De ruta por los chiringuitos y merenderos de Altea de la mano de Paca

Las playas de la Villa Blanca esconden algunos espectaculares locales en los que aliviarse del intenso calor veraniego

Nicolás Van Looy

Altea

Jueves, 14 de julio 2022

Paca no sólo conoce a la perfección todos los chiringuitos y terrazas de las distintas playas de Altea, sino que se ha convertido en una ... de sus parroquianas más fieles y en la mejor compañía para muchos de los vecinos y turistas que recalan en estos locales buscando cobijo del intenso calor veraniego.

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Pero Paca no es una cliente cualquiera. Es de esas que consigue, con su mera presencia, arrancar una sonrisa entre el resto de los presentes y en el centro de atención de no pocos objetivos fotográficos diariamente. A veces se deja fotografiar sin remilgos. Otras, es más esquiva. Lo único que pide a cambio es que le inviten, porque Paca no paga nunca. Difícil lo tiene, claro, porque los cisnes no suelen llevar efectivo encima y mucho menos disponen de tarjeta de crédito.

La cisne Paca es sólo una de las muchas pintorescas estampas que los distintos chiringuitos de Altea ofrecen al visitante. Salpicando casi todos sus playas, la Villa Blanca cuenta con un total de seis merenderos o chiringuitos. De los primeros, aquellos que cuentan con servicio de cocina, hay dos. De los segundos, encontramos hasta cuatro, con la mitad de la oferta concentrada en la playa del Mascarat.

Viajando de norte a sur a lo largo de la orilla del Mediterráneo y siguiendo siempre la a veces esquiva pista de la cisne Paca, recalamos en los dos chiringuitos de la playa del Mascarat, flanqueada por un lado por la imponente figura de los acantilados del Morro de Toix y, por otro, por las no menos impresionantes siluetas de los yates fondeados en Marina Greenwich.

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Se trata de una playa urbana y, como todas las de Altea, de canto rodado. Bastante alejada del centro de la Villa Blanca, sus dos chiringuitos, Mascarat y Altea Beach Club, se convierten en el lugar ideal para disfrutar de una refrescante bebida antes de iniciar una travesía que haría las delicias del mismísimo Georgie Dann y que, seguramente, se disfrute el doble si optamos por realizarla a bordo de un kayak o una tabla de SUP para poder disfrutar con las vistas del cada vez más cercano Parc Natural de la Serra Gelada.

Bordeando la costa no tardamos en llegar al merendero Arrecife, a sólo unos metros de la isla de la Olla y colocado sobre los cantos rodados de la playa del mismo nombre. Aquí sí, es un buen momento no sólo para apaciguar la sed, sino para reponer fuerzas degustando alguna de las suculentas propuestas de un local con 40 años de historia y cuya cocina llena el área de un aroma irresistible.

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Siempre con el espacio protegido de la isla de la Olla a nuestra izquierda y tratando de aguantar el ritmo del alado Paca, que recorre estas aguas y estas playas a diario durante todo el año, no hay que moverse mucho para llegar al otro merendero de las playas alteanas, El Sigarro, muy próximo a otro local mítico, aunque este esté ubicado fuera del arenal, como es El Cranc, punto de encuentro a lo largo del último medio siglo de una inabarcable lista de personalidades, artistas, intelectuales y deportistas que, atraídos por el encanto de su ya fallecido propietario, Pepe Barranquí, no dejaban pasar la oportunidad de degustar la excelente carta obra de Pepa Bañuls y que ahora defiende y presenta con el mismo éxito y esmero su hija Paquita.

Antes de continuar nuestro periplo, parece una muy buena idea confirmar una reserva para cenar en El Sigarro o El Cranc, donde el placer gastronómico maridará siempre a la perfección con las bellísimas puestas de sol que tiñen de rojos y naranjas imposibles las aguas de la bahía.

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Con los depósitos llenos, toca ahora afrontar la etapa más larga del día, que es la que nos llevará hasta la playa del Espigó, creada tras la primera fase de las obras del nuevo Frente Litoral alteano y en la que, antes de doblar la bocana del puerto, tendremos oportunidad, ya en pleno casco urbano, de refrescarnos en el Nova Beach Bar y, de esta manera, encaminarnos al Tsunami, punto y final de nuestra ruta.

Allí espera Paca, el cisne, que por algún motivo se deja ver más por este local que por ningún otro. Quizás, porque sea el que más próximo está a las faldas del Parc Natural de la Serra Gelada, ya en el vecino municipio de l'Alfàs del Pi o quizás, como nosotros, porque a estas alturas del día y del peregrinaje, lo que más le puede apetecer es disfrutar de su bebida favorita mientras compartimos con todo el planeta los recuerdos que en forma de fotos y selfis que conforman la memoria colectiva de estos lugares con encanto en las redes sociales.

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