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Marta Castillejo y Arturo Salvetti, en La Trinchera J. Signes

El bar de Ruzafa que prepara la tapa de champiñón al estilo de la calle Laurel

La Trinchera incorpora a su oferta culinaria bocados procedentes de otros puntos de España, como su cazuelita homenaje a Logroño

EL DESCUBRIDOR

Viernes, 10 de febrero 2023

Marta Castillejo, maga junto al hechicero Arturo Silvetti de los fogones del bar La Trinchera, es también una inquieta cocinera, de imaginación desbordante, que viaja por el mundo con las antenas siempre desplegadas. Lo de viajar no es una metáfora: incondicional del Camino de Santiago, ... ha peregrinado hacia Galicia un par de veces y prepara ahora una inminente caminata. En una de esas visitas, sus pasos le condujeron por Logroño, ciudad de efervescente escena gastronómica, donde anida la calle Laurel, célebre a escala nacional por sus bares y sus tapas. Una de ellas guarda merecida fama: el champiñón. Un humilde hongo que luego de pasar por la plancha de dos locales icónicos (el Soriano y el Ángel) se transforma en un delicioso bocado que suscitó el interés de nuestra heroína. Camino de Santiago, fue cavilando mientras cruzaba media España. A su regreso a Ruzafa, gritó eureka: un champiñón al estilo de la calle Laurel integra ahora su sabrosa y variada oferta.

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En concreto, Marta se decantó por el que sirven en el Ángel, donde (como ocurre en el Soriano), el champiñón se sirve en formato minimalista: una humilde tapa con una rebanada de pan como base y una breve torre de ingredientes como materia primordial del manjar. El champiñón, por su puesto, es el rey, pero se acompaña de una gamba (salvo en formato vegano) y del secreto de su éxito: una salsa que oficia como aderezo pero en donde reside la clave de su sabor tan especial. Un sencillo majado con algún elemento adicional que tanto en el Soriano como en el Ángel se resisten a desvelar. Su particular fórmula de Coca Cola.

Es también la fórmula del éxito que Marta descarta compartir con su clientela. Feliz al frente de un espacio gastronómico que vive un efervescente momento, defiende una barra muy rica en golosinas (ojo con su buñuelo, atención a su oreja) donde el champiñón que se trajo de recuerdo de Logroño se ofrece en versión cazuelita, tarifada por cierto a precios muy contenidos. Por supuesto, habida cuenta del esmero con que maneja su cocina, salva la prueba del champiñón con muy buena nota. Sobresaliente, calificación que encaja con una sonrisa. Su propuesta se presenta en estado óptimo, con el hongo resistiendo la ingesta en su punto adecuado, no recocido como a veces es norma. Y desde luego su misteriosa salsa, ese sabroso ajado, admite toda comparación con el original riojano.

Así que Marta encaja con el semblante risueño habitual la visita de El descubridor, señala hacia la pared donde graciosamente se detalla el resto de su oferta (muy interesante además en materia de bebidas, así en vinos como en cervezas) y anima a probar en una nueva visita otra de sus acreditadas creaciones: su marinera, la tapa propia de Murcia y del sur de la Comunitat que justifica su presencia en el recetario de La Trinchera por el origen de Arturo, natural de Alicante. Una rica muestra de la diversidad culinaria de España en este recomendable rincón de Ruzafa.

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