La alicantina que aspira a coronarse en Madrid Fusión

Cocinera en el restaurante que lleva su propio nombre, se formó en pastelería de la mano de Paco Torreblanca y aprendió los entresijos de la cocina moderna en El Celler de Can Roca. Acabó su último periplo en Roma de donde volvió hace apenas un año a la Terreta, para abrir su propio restaurante. “Una cocina mediterránea que mantiene los sabores de siempre pero al mismo tiempo es diferente a los tradicionales”. Así describe la alicantina los platos que sirven en el restaurante que lleva su nombre, donde intentan darle un “cariño especial” a la estética de sus creaciones.

Una técnica y una manera de entender la cocina que le ha valido ser nominada a estos prestigiosos premios. “Todavía estamos digiriéndolo”, asegura emocionada Alba, quien añade que “estamos muy contentos, pero también muy nerviosos porque tampoco sabemos lo que nos espera, a dónde nos va a llevar esto”. Si de algo no duda Alba es de la importancia de estar entre los finalistas. “Cualquier reconocimiento paga un poco el sacrificio que lleva este trabajo”, comenta la cocinera sobre un hipotético escenario en el que ganaría el premio. Para ella, el amor y pasión son las intangibles de un trabajo en el que es “muy gratificante optar a un premio como este”.

Cocinera desde pequeña

Alba siempre ha tenido muy claro que la cocina era su camino y su pasión. Sin pertenecer a una familia de hosteleros, recuerda que los fines de semana iba al mercado con su abuela y pasaba la mañana de los sábados codo con codo amasando y cocinando para que el resto pudiese disfrutar de los primeros platos de su amplia trayectoria. Con un delantal rosa que le tejió su otra abuela, la alicantina comenzó a dar sus primeros pasos entre los fogones en el corazón. “Cuando era pequeña y me preguntaban que me gustaría estudiar pues siempre he contestado que quería ser cocinera”, relata Alba, quien asegura que siempre se llevaba miradas de sorpresas de sus compañeros cuando lo decía.

Siempre tuvo claro lo que le gustaba. Y es que en vez de recibir regalos como los otros niños cuando sacaba buenas notas, ella elegía irse a comer a restaurantes y disfrutar de los bocados que le servían. “El último domingo del mes, yo podía elegir el sitio a donde ir y eso me hacía muy feliz”, explica la alicantina.

Con la adolescencia llegó su primera aventura fuera de España. Cheste, en Valencia, fue el sitio elegido, y allí comenzó a forjar su andadura profesional. “Empecé a trabajar los fines de semana, y durante la temporada de verano también cocinaba mientras no tenía que estudiar”, afirma Alba. Completó su formación en sus años en Roma, donde recibió el premio a Mejor Cocinera joven en la guía República en 2018.

De hecho, en Italia echaba de menos los arroces alicantinos, pero ahora que está en la ciudad donde nació extraña las tiendas de pizza al corte. “Al final lo que te falta es lo que tenías antes y ahora echas de menos”, explica irónicamente en relación a alguno de sus platos favoritos. Serán los profesionales de la prensa y aficionados al sector culinario los que decidan si es Alba la que se lleve el título a casa o, en este caso, a su restaurante, donde sirve de comer a centenas de personas con platos cercanos y elegantes que juntan innovación con memoria de la cocina mediterránea.