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Cuando llegó a Dénia con 14 años su anhelo era ayudar económicamente a su familia. Caminó por la carretera de Las Marinas y entró a todos los negocios que encontró abiertos, ya fueran chiringuitos o tiendas de bañadores. Al final, la casualidad quiso que un ... empleado que limpiaba cazuelas en una 'trattoria' no se presentara ese día, así que se colocó el delantal y se puso a fregar. Así empezó Quique Dacosta. Con ganas de trabajar pero sin muchas expectativas se fue adentrando en un mundo que le permitió soñar hasta alcanzar las estrellas: siete en total.
Quienes le conocen y han trabajado con él saben que Dacosta tiene una envidiable capacidad para crear grupos de personas con una lealtad y compromiso inquebrantables; que tiene claro cuál es su objetivo y se lanza a por él rodeado de gente devota de su forma de ver la cocina.
Desde aquella crema de hongos con puntos de arándanos rojos que creó con 16 años en el restaurante Sorrento y que le valió una buena bronca de su jefe ha llovido mucho. Ahora sus elaboraciones destilan sabor, creatividad y belleza a partes iguales. Y todo ello con una despensa que se nutre en casi su totalidad en el territorio que lo rodea, desde el mar Mediterráneo hasta el Montgó. Esa misma tierra que le acogió cuando llegó desde Jarandilla de la Vera y que tan presente tiene en sus recetas.
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Conseguir tres estrellas Michelin con un restaurante que se encuentra fuera de los circuitos gastronómicos habituales fue su gran logro. A este reconocimiento se suman los dos 'macarons' que luce en El Poblet y otros dos que brillan en Deessa, el local instalado dentro del hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid, en lo que supuso su salto a la capital. El imperio Dacosta no se queda aquí, ya que hay que sumar Vuelve Carolina, Llisa Negra y Mercatbar, así como su desembarco en Londres a través de Arros QD, donde rinde culto a la paella valenciana cocinada a leña y con ingredientes de la receta tradicional.
El empresario ha fagocitado poco a poco al cocinero, que viaja constantemente para que el engranaje siga girando de forma fluida. El perfeccionismo, una de sus mayores virtudes, se torna en ocasiones como uno de sus defectos por los efectos colaterales que conlleva. Pese a todo, no le gusta flagelarse por los errores cometidos, ya que, al igual que los aciertos, le han colocado donde está ahora. ¿Cómo se puede controlar tanto restaurante y al mismo tiempo dedicarse a su familia? Pues la respuesta es tan sencilla como agotadora: robando horas al sueño. Es de los últimos en dejar el servicio de cenas y le encanta madrugar para salir a correr y desayunar con sus dos hijos hasta la hora de ir al colegio.
No se ve retirado en una gran ciudad, pese a que a veces necesita su vitalidad, así que el pueblo que le vio nacer parece su mejor opción, aunque para eso aún queda un mundo. Mientras llega, seguirá recorriendo esa carretera de Las Marinas en busca de nuevos sueños que cumplir.
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