«Miro los locales que existen y todo son pizzerías, echo de menos las cocas, ojalá poder hacer algo para recuperarlo», era el pensamiento recurrente ... de Dora Perelló. Una idea que muchas veces verbalizaba, sobre todo en presencia de su hermana Tere. Esta valenciana nacida en Orba anhelaba el sabor de las elaboraciones de su abuela: «No había tenido nunca ningún negocio relacionado con la hostelería pero yo si me voy a Gandia o Denia a mí en lugar de tostada me apetecen cocas».
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«Al final le dije que podríamos probar si les coques del forat funcionaban, tenían un bar que estaba cerrado y comenté que podríamos abrirlo en verano». Tomaron el libro de recetas de su abuela y se pusieron manos a la obra en su Orba natal: «Abrimos durante dos veranos y lo teníamos a tope». Lo curioso es que nunca ha trabajado en hostelería, había tenido negocios relacionados con materiales relacionados con la construcción. «La crisis de 2008 se notó mucho, yo estaba un poco cansada también ya y justo empezaron a moverse algunas cosas».
Dora Perelló
Copropietaria de La Coqueria
Paralelamente empezaron a surgir los llamados Mercats de la Terra y su pueblo se realizaba, nos llamaron y nos metimos a hacerlo. Tras visitar otros municipios pensaron en dar un paso al frente: «Pensamos que qué cómodas trabajaríamos en una foodtruck siempre con esa idea de recuperar el producto y poner las coques en valor».
En 2015 compraron una foodtruck. Nacía La Coqueria. «Ahora tenemos dos porque hay muchas veces que hacemos doblete, hay muchas ferias». También realizan eventos privados. Aunque no dicen que sí a todo. «No vamos a festivales, sólo a lugares donde se valore lo nuestro, lo que hacemos». Cuentan con el Sello de Artesanía Comunitat Valenciana que asegura su proceso: «Tenemos un obrador y allí dieron fe de que lo hacemos todo artesano, desde cortar la primera cebolla hasta los 15 kilos de berenjenas«. Tienen 63 y 59 años respectivamente y cuentan con ayuda, sobre todo, de familiares.
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El compromiso de las hermanas Perelló con este producto va mucho más de su comercialización Dora también ofrece talleres en colegios: «Enseñamos el proceso, los más pequeños las empiezan a conocer. Les hago el proceso, les enseño la masa, cómo fermenta... Para mí es algo muy importante, me reconforta. También participamos en showrooms».
Como era de esperar, sobre todo cuando acuden a ferias en lugares turísticos, deben explicar a las personas de fuera de nuestro territorio qué es eso que venden. «Algunos les llaman mini-pizzas y nosotros les explicamos que no lo son. Es un ambiente muy bonito, hay algunas personas que como nos siguen en redes sociales, cuando se enteran de que vamos a una u otra feria, se acercan. La gente nos dice que están buenísimas, que son las mejores que han probado en su vida. La verdad es que están buenas y además es todo casero, ahora la gente no está acostumbrada a ello, yo tengo la cebolla cuatro horas al fuego caramelizada, y esas cosas se notan, por ponerte un ejemplo».
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Mantienen la receta tradicional. Realizan todas esas cocas que nos vienen a la cabeza de cuando éramos pequeños. Pero también apuestan por introducir ingredientes que se han vuelto populares en los últimos años. «Las de toda la vida son las que tienen por encima pisto, cebolla, guisantes, cebolla, espinacas. También tenemos las denominadas gourmet con berenjena, cebolla caramelizada, sobrasada, miel y pipas, manzana con morcilla.. entre otras», concluye Dora.
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