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Hay un sentimiento plácido en aquello que conocemos. El D*NA se ha consolidado como una cita del calendario gastronómico donde siempre hay lugares seguros, pero también pequeñas novedades, que respetan la esencia y la evolucionan sin prisa. La séptima edición de este festival, ... que se celebra durante todo el fin de semana en el paseo de la Marineta Cassiana (Dénia), denota equilibrio. Un diálogo entre la tierra y el mar, entre el agricultor y el cocinero, entre los grandes chefs y los aficionados al sector. Con más de 30 talleres previstos, la primera jornada ha sido un hervidero de asistentes que, con el mar de fondo, se sumergían de lleno en la cocina, bajo la dirección de chefs muy reconocidos. Que a nadie se le escape la finalidad de tanto delantal, porque la cita persigue lo mismo que el primer día: poner en valor la despensa de la Marina y acercar la cocina al pueblo.
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Organizado por la Fundación Dénia Ciutat Creativa de la Gastronomía, y capitaneado por el tres estrellas Michelin Quique Dacosta, este festival ha ido madurando en recursos y filosofía desde 2017. A la recuperación de la ubicación original -que cambió de modo provisional tras la pandemia-, se ha sumado la mayor presencia de cocineros nacionales, en connivencia con las principales figuras locales y los productores de la zona. Esto es, visibilidad para todos. Pero además, el D*NA de este año ha querido dar un paso más en su misión de acercar la gastronomía al público, ampliando de dos a tres los espacios dedicados a los talleres -Universo Líquido, Espacio Aqualia, Espacio Cocina- y logrando la democratización de los contenidos. Los participantes amateurs han podido practicar técnicas y recetas junto a figuras de la talla de Susi Díaz o Rodrigo de la Calle.
«Aquí participamos en familia», afirmaba un matrimonio durante el taller de Alberto Ferruz, que fue el primero de la jornada del sábado. A partir de las 11 horas, el paseo marítimo se llenó de asistentes de todas las edades, especialmente público familiar y residente en las inmediaciones. «Estuvimos ya en la primera edición», comentaba una pareja joven, pues también las nuevas generaciones se adhieren al evento. Al margen de aprender, al D*NA sobre todo se viene a disfrutar, entregándose a los puestos de productores (Vegadenia, Oligarum) y a la riqueza gastronómica de la Marina: desde las tradicionales cocas (Nyas Cocas, Coquíssima) a los mejores arroces (Casa Pepa, El Marino, QMCOMO), sin olvidar los vinos de cercanía (Bodega de Teulada-La Cooperativa, Celler Les Freses, Bodegas Xaló). Las paradas han estado concurridas durante prácticamente todo el día, porque los dianenses defienden lo suyo.
No fue hasta la tarde que comenzaron las ponencias del Escenario de Mar. Vicky Sevilla (Arrels, 1*) estrenaba los showcookings, seguida de Massimo Arienti (Nómada), Rodrigo de la Calle (El Invernadero, 1*+1V), Javier Olleros (El Culler de Pau, 2*) y Ricard Camarena (2*). Chefs muy centrados en el trabajo vegetal y sostenible, hasta el punto de que De la Calle hablaba de sus propuestas pioneras en la recuperación de variedades de verduras olvidadas. Discurso que también comparten los invitados del domingo, empezando por Begoña Rodrigo (La Salita (2*), que este año ha sido galardonada como Best Female Vegetables Chef en Europa; Susi Díaz (La Finca, 1*), Luis Valls (El Poblet, 2*) y Ramón Freixa (2*), chef que acaba de anunciar su propia andadura en solitario, tras 15 años en el Hotel Único de Madrid.
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Si volvemos a las liturgias, todo D*NA comienza con la entrada de Quique Dacosta en el recinto. A las 12 horas, se producía la inauguración oficial, con su recorrido del paseo junto al President de la Generalitat, Carlos Mazón. Ambos se detenían en los distintos puestos para charlar con los comerciantes y contemplar el desarrollo de los talleres. Todo ello culminaba con un acto de apertura en el escenario central, donde se proyectaba el vídeo que encabeza la edición. La pieza muestra al chef, junto con las agricultoras y artesanas locales, dando forma a un plato más que novedoso: una vajilla diseñada a mano, a partir de la propia tierra de las huertas locales, símbolo de arraigo y tradición. Y es que, como señalaba Dacosta, el festival de este año está centrado en el campo, con el objetivo de «promocionar a los productores del entorno y acercarlos a la restauración».
Por su parte, Mazón ensalzaba «el respeto, el equilibrio y el inmenso papel de los elaboradores», en un territorio que clasificaba como «bombonera gastronómica». No se alargaron los agradecimientos, pues Quique tenía que liderar otro taller, gesto que da buena cuenta del lo importante: el foco de este festival se encuentra en la gente de a pie. El hecho de que los 30 talleres propuestos hayan tenido lista de espera lo refrenda y nos lleva a replantearnos los contenidos de estos certámenes, que a menudo se alejan de lo accesible para el receptor. Con el D*NA se da por inaugurada la temporada de foros gastronómicos que, por suerte, se acercan cada vez más al público popular. Y es que, solo desde lo local y lo familiar se entiende la cocina.
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