![Eclipse de paella](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202209/30/media/cortadas/WhatsApp%20Image%202022-09-28%20at%2012.51.04-RcVTI8FrmutPAd8iSNnCjxH-1248x770@Las%20Provincias.jpeg)
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Dice el tocayo Fernando Pessoa, en su adorable Libro del desasosiego, que para viajar, basta con existir y con nuestro cuerpo como tren, disfrutar de la mirada, ya que cada día todo cambia, como en la naturaleza. Cuando lo exótico nos atrapa por desconocido, es ... buen ejercicio viajar con la mirada y escrutar con alma de viajero nuestro territorio más cercano desenfocando esos árboles que no nos dejan ver el bosque. La Comunidad Valenciana, lejos del oropel de las playas y su oferta gastroturística, nos regala un recetario de arraigo que bien debieran conocer quienes la visitan, disfrutar de un all i pebre de anguila es un manjar que 'per se' debiera recibir vuelos internacionales, para ramen, el cocido con pelotas, con su yema de huevo cocida, su sangre incluso su tallo de apio en ciertas casas, un plato único reconstituyente que encierra una filosofía de vida.
Mucha turra nos dan con Kobe, guayu y los masajes y la cerveza que supuestamente ingiere el animal en su dieta… ¿Conocen la pava borracha? Indaguen y acérquense a la Vega Baja del Segura, un guiso ancestral que también esconde su propia intrahistoria y que antaño se disfrutaba en época navideña, un cocido por todo lo alto con sus legumbres, nabo, patatas y la propia pava.
Arrancar las comidas con un esgarraet es gloria bendita, y si ya lo acompañamos con un pan tostado y untado con manteca de la caldera, esa manteca «sucia» que arrastra los sabores del embutido, es tocar el cielo con las manos. Unas rodajas de embutido blanco y unas belitreras con camarrojas arreglan una merienda de rechupete: cocina de interior, cocinas ingeniosas de fuego largo y sabor intenso, de cuando el tiempo se invertía en lo importante y con poco se hacía mucho, de cuando el hogar era la llama y suponía el punto de encuentro familiar y también de celebración.
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Cuando el sol nos deslumbra, basta con girarnos ciento ochenta grados, descubriremos que aparte de horizontes rectos y arenas de ensueño, también hay huertas y montes con susurros armónicos que también se merecen escuchar y disfrutar, recordando culturas que formaron y forjaron parte de lo que hoy somos.
Me despido disfrutando con mi petit four favorito de la Comunidad Valenciana, unas almojábenas con un chupito de fondillón.
P.D. Que me dice Angelines que mañana hay paella en la huerta, (espero que no sea tan grande como para tapar al sol)
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